No existe ninguna ex que no hable pestes de quien al principio fuera su media naranja ideal. Ese mismo marido que al principio de la relación fuera el "príncipe soñado", pero que con los años se convirtió en el desastre que llevó a la contraparte a distanciarse y a proponer la ruptura. Generalmente esto ocurre después de una larga relación marital y después de muchos años de "matrimonio feliz" cuando una de las partes decide romper y se encarga de mostrar la malignidad oculta del que juró, o la que juró, estar juntos hasta que la muerte los separara.
Con Luisa Marvelia está ocurriendo algo similar a como le ocurre a la mujer que después de proponer romper con su matrimonio cuando llega el divorcio, y por tanto el cese definitivo de la relación, no le queda otro recurso que acusar de malvado a su ex. Ahora será cuando oiremos a Luisa vomitar pestes sobre el "régimen", con el cual mantuvo un largo e "idílico matrimonio", relación que unilateralmente decidió cesar en el año 2017.
Parece que algunos meses antes de exponer públicamente la ruptura ya ella coqueteaba, fuera de la relación y, según versiones que circulan, decide romper cuando le hacen la oferta engañosa de emparentarla con un "régimen de transición" que llegaría a Miraflores dada la ingobernabilidad reinante.
Ahora Luisa, comienza a sacar "trapos al sol" y a decir del régimen cosas que durante su idilio ni siquiera pasaban por su cabeza. Cuando muchos otros hablaban del régimen ella fue una de sus acérrimas defensoras. Nunca mencionó, ni de broma, casos de corrupción. Ni siquiera ante la gran presión que generó el desfalco en CADIVI, donde además de funcionarios públicos capitales privados tuvieron un rol estelar. Pero Luisa Marvelia mantuvo entonces una fidelidad y una lealtad de hierro.
Es ahora, una vez firmada y ejecutada la sentencia de separación, cuando Luisa entre arrepentida y desengañada comienza a lanzar improperios e invectivas, olvidando su largo y tierno romance.
Esperamos la mayor indulgencia de la contraparte de esta relación que se rompe. No es necesario hablar mal de la ex, sus propias acciones hablan de ella, acusarla de algo que ella dejó de hacer durante la relación es un sinsentido. Ella planteó la separación y decidió unilateralmente romper, es su derecho y hay que respetarlo. Esperemos que asuma su guayabo y que entienda que cada quien debe buscar y encontrar su propia culpa antes de acusar de culpables a otros.
Quienes coquetearon con ella y le mostraron el camino de la infidelidad y la deslealtad y la convencieron de romper su idilio, seguramente hoy celebran su despecho.