Sancionar los crímenes de odio, tarea de todos en el marco de la Ley

Este jueves 10, el camarada Presidente Nicolás Maduro, compareció ante la Soberanísima Asamblea Nacional Constituyente, ANC, entre otras cosas, para colocarse como Jefe de Estado que es, a disposición de sus mandatos, en cumplimiento de la Constitución Bolivariana de 1999. Aprovechó esa valiosa oportunidad, para brindarnos su visión sobre los temas que debería abordar esa importantísima instancia del Poder Popular, en función de relanzar nuestra Carta Magna y actualizarla a los nuevos tiempos de Revolución, que han transformado positivamente la dinámica nacional y, a su vez, legislar para erradicar algunos graves vicios creados –recientemente- por el imperialismo de EEUU en nuestra Nación, en su campaña para intentar derrocar –violentamente- el Gobierno legítimo y Constitucional del camarada Presidente Nicolás Maduro. Es así, que después de revisar los temas pendientes, el camarada Presidente Maduro hizo formal entrega de una propuesta de Ley Constitucional a ser considerada por ese magno cuerpo de la República, denominada: Ley Contra el Odio, la Intolerancia y la Violencia. Sus objetivos, según el Jefe del Estado serían: "…superar las campañas de odio, intolerancia, violencia, persecución. Ha llegado la hora de, a través de un gran proceso de creación de conciencia, y a través de leyes muy severas castigar los delitos de odio, intolerancia, en todas sus formas de expresión y que se acaben definitivamente. Iniciemos una gran campaña contra el odio", buscando el reencuentro, la reunificación y la paz de todas y todos los venezolanos. ¿Qué tan severas, las sanciones previstas en dicha propuesta de Ley? El camarada Presidente Maduro, las señaló: "Así lo propongo aquí en esta ley, 15, 20 y 25 años de cárcel para aquellos que expresen odio, intolerancia y violencia por razones culturales, religiosas, políticas o ideológicas, ¡Ya basta de odio e intolerancia, queremos paz!".

Dicha propuesta de Ley, llega de manera oportuna, una vez que el imperialismo del Estado Unidos ha fracasado en su propósito de sembrarnos una guerra entre hermanos y hermanas; para lo cual, a través de sus agentes políticos en territorio patrio, se dio a la tarea de promover odio e intolerancia en un pueblo que, como el venezolano, se caracterizó a todo lo largo de su historia, en ser solidario, tolerante y amigable, incluso con seres tan repudiables, que le han atacado tanto, durante todos estos años de Revolución Bolivariana como lo pudieran ser Mr. Bush y Mr. Obama, quienes siempre recibieron una mano extendida de nuestros Mandatarios en señal inequívoca de perdón y amistad de nuestro pueblo. La promoción del odio y la intolerancia entre venezolanos y venezolanas, de parte del imperialismo del Estado Unidos (EEUU) y sus agentes de la oposiMUD, así debemos denunciarlo, no tenía otro fin sino repetir en nuestra Venezuela Bolivariana, el mismo escenario que todavía conmueve al pueblo hermano de Siria: la guerra. No debemos cansarnos de denunciarlos, y nuestro pueblo indistintamente sea su tendencia política debe tomar conciencia del terrorífico fin que perseguía EEUU y, al cual se plegaron en dolarizada orden: Julio Borges, Henry Ramos Allup, Luis Florido, Liliana Tintori, María Corina Machado, Henrique Capriles, Henry Falcón, los medios de comunicación privada como Televen, Venevisión y Globovisión, El Universal y El Nacional, la Conferencia Episcopal de Venezuela, valga decir: la Jerarquía de la Iglesia Católica "venezolana", sus expresiones políticas: Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Avanzada Progresista, entre otros criminales de odio.

Criminales fines, perseguía el Estado Unidos en sus campañas de odio e intolerancia contra la Venezuela Bolivariana e incluso, en territorios de ultramar como España, Colombia, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay, Panamá, Costa Rica y México, países en los que, producto de esas campañas de odio e intolerancia, presentarse como venezolano o venezolana conlleva por parte de los nacionales de dichos países o venezolanos allí residentes, reprimendas o amenazas a su integridad física, como en efecto ya ha ocurrido en dichos países.

De esa campaña de odio a la cual fue sometida nuestra patria, sus habitantes en general y, muy en particular, los simpatizantes de las ideas Bolivarianas, las y los chavistas. Durante este episodio de guerra abierta, en que el imperialismo de EEUU, a través de sus bandas paramilitarizadas de PJ, VP, VV, AP y AD, arremetieron contra el pueblo venezolano y la paz de la República, ya han sido objeto de crímenes de odio cerca de 29 compatriotas, cuyos cuerpos calcinados y apuñaleados son expresión cabal del fuerte odio sembrado en un sector de nuestra sociedad con el deleznable fin de meter miedo a nuestro bravío pueblo, no lo consiguieron y no lo conseguirán. Tales campañas, y así lo denunciamos, se inician desde el mismo instante en que nuestro Comandante Chávez asume la presidencia de la República y su figura comienzan a deshumanizarla, tal cual hicieran los invasores españoles contra nuestros tatarabuelos y abuelas, que originariamente habitaban tranquilamente estas tierras de gracia. Hasta 1537, a las poblaciones originarias, en la vieja Europa se les consideraban seres sin alma, no humanos, especie de animales bárbaros a los cuales había que someter con las armas, justificando con ello uno de los genocidios más bárbaros que se haya conocido en toda nuestra historia. Fue en junio de ese año, que el Papa Paulo III, puso luz ante tanta barbarie con la Bula Sublimis Deus, en la que declaraba: "Nos, que aunque indignaos, ejercemos en la tierra el poder de Nuestro Señor, y luchamos por todos los medios para traer el rebaño perdido al redil que se nos ha encomendado, consideramos sin embargo que los indios son verdaderos hombres y que no sólo son capaces de entender la fe católica, sino que de acuerdo con nuestras informaciones, se hallan deseosos de recibirla…" Se iniciaba así, una nueva etapa del genocidio de nuestros antepasados originarios, con la excusa de convertirlos a la fe católica. Se instauraba, una verdadera inquisición en nuestros territorios ancestrales para someterlos al dictamen de la fe religiosa, por las buenas y por las malas, como le ocurriera al cacique Hatuey, en tierras hoy de nuestra hermana República de Cuba, negado como estaba, a la conversión al catolicismo, fue condenado a morir en la hoguera, y a punto de ser quemado se le acercó el padre Olmedo a solicitarle arrepentimiento a lo que Hatuey le preguntó: "¿Y los españoles también van al cielo?", recibiendo como respuesta un rotundo sí de Olmedo. Respuesta que lo reafirmó en su convencimiento, al bravío cacique, quien respondió sin remordimiento y orgulloso de su estirpe: "No quiero yo ir allá, sino al infierno, por no estar donde estén y por no ver tan cruel gente". No por casualidad, a Hatuey se le considera el primer rebelde de nuestra América.

Las campañas de odio imperialistas, se inician al igual que en tiempos del colonialismo español: deshumanizando al contrario. Así, al camarada Maduro se le presenta como un burro. Por estos días, se puede apreciar en redes sociales oposicionistas, una foto en la que se presenta a la camarada Delcy Rodríguez, presidenta de la ANC, a su lado un chimpancé y abajo una nota que se lee: "separadas al nacer". Bien, pudiera interpretarse como reflejo de racismo, como en efecto lo es, pero no se queda allí la intencionalidad de esa campaña de deshumanizar a la camarada Delcy, colocarla a la par de un animal para, con ello, justificar cualquier acción de violencia que sobre ella pudiera ejecutar alguno o alguna de los seguidores del oposicionismo. Total, si se ha cuantificado en 20, el número de víctimas humanas calcinadas por la violencia opositora, también existe un número no cuantificado de perros callejeros y mascotas, que murieron calcinados por los terroristas de Resistencia en las calles de nuestra patria. Actuaciones ambas, que en nada difieren a las practicadas por el bárbaro colonialista español contra nuestros antepasados originarios que poblaron estas tierras llenas de gracia, en completa armonía con la naturaleza.

Así, pues que debemos recibir con los brazos abiertos esa propuesta de Ley, estimando que el camarada Tareck desde la Fiscalía haga realidad su compromiso, de no permitir más impunidad de los delitos y crímenes de odio. Bienvenida sea la Constituyente, para que esa Ley sea una realidad en los próximos días…



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Henry Escalante


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