Para asesinar a alguien no basta sólo eliminarlo físicamente. Eso puede ser un paso, como puede no serlo. Asesinar a alguien requiere sacarlo del contexto histórico, político, económico, social o cultural.
Todavía existe un gran debate histórico, sobre si fueron o no los judíos, quienes formaron junto con los romanos, parte del grupo de asesinos de Jesús. Lo único cierto es que los judíos han tenido que cargar con un lastre de odio por miles de años, que prácticamente los ha asesinado históricamente, sin importar hasta qué punto, hayan sido culpables o inocentes de un acto de barbarie que dividió nuestro tiempo.
En el caso venezolano, la llegada de la revolución bolivariana en 1998, dividió nuestra historia en los tiempos de la cuarta y la quinta república. No obstante, ha llegado el momento de establecer que la quinta república y la propia revolución bolivariana, murieron o llegaron a su fin como espacio histórico con la muerte de Chávez. ¿Y por qué? Porque no sólo desapareció físicamente el líder de este proceso político, sino que todos los beneficios económicos y sociales que se habían alcanzado con el ascenso de Chávez al poder también se diseminaron desde que salió de la presidencia, es decir, a partir de 2013.
En 2013, con la llegada de la cúpula madurista al poder, no quedan dudas que éstos asesinaron a Chávez al ser ellos quienes debían velar por la salud del presidente, cuando éste supuestamente regresó "curado" de sus primeras quimioterapias y tratamientos contra el cáncer, contradictoriamente, su grupo de "consejeros" o "colaboradores" lo sometió a intensas agendas de trabajo, incluyendo una agotadora campaña por la reelección presidencial, que hasta la lluvia fue testigo de semejante esfuerzo por preservar el poder.
O sea, ¿No sabían los médicos, especialistas tratantes y entorno político cercano de Chávez, que el entonces presidente se encontraba en precarias condiciones de salud, y que someterlo con permanentes y extenuantes actividades de campaña electoral, minarían su organismo, y por ende, podían volver a generarle complicados estadios biológicos, como en efecto sucedió? ¿Es qué acaso, aquel 8 de diciembre de 2012, momento en que el presidente aceptó que tenía que ser intervenido quirúrgicamente con determinados riesgos, por qué posteriormente, la cúpula madurista se empeñó en decirnos a los venezolanos que la salud de Chávez "mejoraba", incluso que hasta generaba órdenes, cuando la realidad era que empeoraba, médicamente hablando? Lo demás es historia y, el 5 de marzo de 2013, Chávez murió.
¿Quiénes mataron a Chávez? Hasta que no se demuestre lo contrario, no hay duda que la cúpula madurista es la principal responsable por los hechos narrados. No puede exculparse diciendo que intentaron "salvarle" la vida, mientras Chávez era sometido a intensas actividades políticas que exigían constantes esfuerzos físicos y cognitivos. ¿Sometería usted a su padre, madre, esposa, esposa, hijo o hija, si conociendo su precario o débil estado de salud, le exigiría actividades que atentaran o afectaran su recuperación o tratamiento médico? ¡Verdad que no!
El asesinato de Chávez deberá ser investigado cuando tengamos autoridades judiciales, distintas a la cúpula madurista que ahora nos gobierna, porque es evidente que éstos ni siquiera mencionan esa posibilidad. En el fondo saben que la (co)rresponsabilidad es ineludible, pero que además, es muy posible, que existiendo advertencia médica sobre el estado de salud de Chávez y obligatorio reposo médico, la cúpula madurista, quien también fungía como directiva del mal llamado Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), lo impuso como su candidato para las elecciones presidenciales de 2012. Que nadie venga a hacerse el "loco" o desentendido. Es claro que existen enormes responsabilidades en quienes promovieron la candidatura del ahora presidente fallecido, conociendo de fuente principal el estado de salud que afrontaba Hugo Chávez.
Pero el asesinato de Chávez no sólo queda en lo físico. Su legado, su historia y sus acciones como presidente de la República, todos los días son echados a la jauría política. El hecho más notorio es matar y enterrar la Constitución de 1999 con una seudoconstituyente. Se mata a la Constitución, cuando no se le pregunta al pueblo que la aprobó, sí está o no de acuerdo en que se redacte una "nueva constitución". Se entierra cuando en el nombre de ella y, de Chávez, no sólo se entregan nuestros recursos naturales en los estados Apure, Amazonas y Bolívar a las transnacionales rusas, chinas, y hasta estadounidenses y canadienses, sino que se venden nuestros activos en el exterior a precios de gallina flaca, o se emiten "bonos" de deuda con leoninos intereses y desventajas financieras a la república, para que los más capitalistas de Wall Street nos sometan como pueblo, tanto a las generaciones actuales como futuras.
El asesinato de Chávez también se conjuga cuando el pueblo muere de inanición, por falta de medicamentos o por las balas de los delincuentes, incluso hasta las que disparan militares y cuerpos de "seguridad del Estado" en el nombre de una supuesta "paz". Verbigracia, para matar a Chávez, basta matar al pueblo por cualquier razón, porque en esencia, fue Chávez quien levantó las banderas de millones de venezolanos que hicieron de su mensaje, de su discurso y de su Constitución, los elementos vitales de una nueva concepción política en donde el ser humano era el centro del desarrollo, del progreso, y de políticas sociales incluyentes.
Chávez después de muerto, al madurismo no le interesa resucitarlo. Por ello, acabaron en la praxis con nuestra Constitución, aprobada por el pueblo en legítimo referendo en 1999. Por ello, emerge una "constituyente" sin la aprobación del pueblo, porque el pueblo es el auténtico significado del mensaje de Chávez. Por ello, el madurismo asesinó a Chávez. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.