Los maduristas son seres insensibles. No es posible escuchar de parte de ellos una palabra ante las lágrimas o el dolor de una persona, que haya sido afectada porque no pueda comprar los alimentos o no encuentre un medicamento para un familiar o sí mismo. De hecho, en los maduristas, en vez de aparecer palabras que cuando menos mitiguen la pena o las desesperanzas de los afectados, por el contrario, se multiplica la coprolalia contra cualquier ser o gobierno, menos contra sus jerarcas.
Los maduristas son seres insensibles por ser egocéntricos, soberbios y autosuficientes. En ellos, una frase latina como: si hoc dicas, erres; jamás aplicaría en el contexto de sus grupos, y si la construcción latina fuera: haec si fecises, erravisses; sólo sería aplicable en términos de prepotencia, o sea, para hacer ver que todo lo que hacen es "perfecto", aunque haya sido el más grande y perverso de los errores.
Los maduristas son seres insensibles. Acciones como el imponer una "constituyente" que sólo tiene legalidad y legitimidad para ellos, pero que además pretenda extenderse en su ejercicio por dos años, es el signo inequívoco que si allí existen abogados o estudiosos de las ciencias sociales, ignoran aquel principio universal de lex brevis sit oportet ¿Por qué? ¡Es simple! Porque para los maduristas el sentido de la ley sólo es interpretado y aplicado en los términos de destrucción del adversario, aunque ello implique el envenenamiento de la ética y la moral.
Los maduristas son seres insensibles. En ellos, los discursos de sus líderes están orientados en potenciar la paramnesia política de sus receptores, originada fundamentalmente por lecturas e historias que anulen los efectos por lipotimia. Verbigracia, para los maduristas cualquiera pudiera estar muy enfermo, y su salud agravada por no encontrar medicamentos, pero para ellos, en virtud del lavado de cerebro de que la culpa de tal crisis es de otros, pero nunca de la cúpula que defienden, sólo se conjuga la existencia del non credo te aegrotare.
En los maduristas si tenemos nuevas enfermeras, abogados o docentes, en ellos jamás existirá una frase de salutación en la cual se pronuncie, credebam futurum ese ut multa disceres. ¡No! Saben perfectamente que en el sistema de gobierno que pretenden imponer, obtener un título universitario debe ser considerado una perversa herencia "capitalista" (aunque el graduando provenga de sectores populares) que no merece ser premiada, sino por el contrario, destruida, es decir, mitigada en su esfuerzo, y desvanecida en sus capacidades socio-económicas, razón por la cual, es más importante, con todo el respeto que también puedan tener como factores dentro una sociedad, cualquier obrero que limpie una calle, que las vidas que pueda salvar un médico. ¿Las razones? Porque entre menos nivel de instrucción tenga el ciudadano, más fácil será su posibilidad de dominio político, y por ende, mayores sus posibilidades de perpetuarse en el poder.
Los maduristas rechazan la crítica y cualquiera que levante la voz en contra de sus barbaridades políticas, económicas, sociales y hasta culturales será execrado. En otras palabras, en ellos nunca existirá el principio bene facis quod me adjuvas. Es obvio. Sólo ellos y nada más que ellos, según lo que piensan, están predestinados por la "providencia" (aunque se hagan llamar ateos) para confrontar el presente y el futuro en los términos de control político, y por ende, control sobre la población en cualquiera de los espacios que éstos tengan en el seno de una sociedad determinada. En consecuencia, esa es la justificación ante la palilalia obsesiva que les acompaña.
En los maduristas ante tanta maldad, la mayoría como producto de su enfermedad neurológica, la cual los ha apartado de la realidad, al ignorar la existencia de la inflación, el hambre, la pobreza, la miseria, la delincuencia, la corrupción, la persecución política, y el ver los integrantes de su cenáculo como un grupo de ángeles o seres humanos sin posibilidad de pecado, resulta evidente que tal vez, sin quererlo, no se percaten de la praxis mene ita miserum esse! Siendo tal construcción latina el colofón de una historia que ha convertido al país en un mar de lágrimas y un desierto de inmenso dolor, en el cual mueren niños desnutridos, adultos contaminados por enfermedades que alguna vez fueron estadísticas nulas en el pasado, o porque simplemente, fueron asesinados por no entregar un reloj, un celular o un par de zapatos.
Los maduristas son seres insensibles, irónicamente conformados por una cúpula con exceso de egomanía, observando permanentes "enemigos" a su alrededor en una especie de macropsia política, donde ellos, aunque actúen de la manera más cruel, su visión los hace interpretar sus actos cuales magis pius, maxime pius.
Los maduristas disfrutan del dolor del pueblo. Ojalá, algún día eso dejara de ser verdad para entonces decir sobre ellos, quanta esset mea laetitia! A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.