Cuando el Presidente Chávez, en abril del 2002, fue derrocado y secuestrado, por un grupito de civiles y militares, una valiente e indignada dama, impactó a la opinión pública, reclamando la presencia del comandante por la cual había votado, al igual que ella, miles de venezolanos se lanzaron a la calle, sin armas, sin miedo, llenos de fervor democrático, reclamando sus derechos constitucionales. Los venezolanos y venezolanas nos sentíamos en la cresta republicana, todo indicaba que los viejos tiempos vergonzosos de la clase política aprovechadora y desnacionalizadora, con sus tretas infames, demagogia, emboscadas retóricas, habían ido a navegar en las aguas del Guaire hacia la nada. Y Chávez retornó, y seguramente ese regreso fue para decir unas cuantas cosas, e intentar hacer otras, para señalar un rumbo condicionado "Para el que quiera oír y quiera ver", y uno agregaría, para el que lo quisiera hacer "conciencia".
Han pasado algunos años, hemos elegido gobernadores, y de pronto, han sido extraídos de sus cargos para otras funciones, con la gravedad de que eso al parecer no ha sido significativo para esas comunidades de electores, como lo han señalado opinadores de esas regiones. Y, aunque pienso que no sean visiones prejuiciadas, con algún interés político o personal, queda de por medio, la duda sobre el RESPETO a la voluntad política y derechos constitucionales de los gobernados, que son todos los pobladores que depositaron su voto y. los que no también, en esos ámbitos territoriales.
Alegar alta estrategia, recordando a Bismarck y su Real Politik, dado que estamos en "Guerra" y los cuadros duchos, victoriosos en su "hacer", hay que enviarlos a "reforzar" otras posiciones, esto podría entenderse, pero siempre tendría que tener el aval de los resultados y, aunque hayan sido excelentes o no, en sus gestiones, pienso que hay una obligación democrática de explicarlo suficientemente. Es que aunque estemos en guerra, agredidos interna y externamente, con todas las dificultades que tenemos: Venezuela es una Democracia con un Soberano fundamental que es el Pueblo, y es el que ELIGE. Las consecuencias de tales actos confusos, son la murmuración, y la desconfianza en la SENSATEZ y el haber democrático de nuestro liderazgo.
Esta comunidad nacional, de la cual formamos parte, con nuestros limitados enfoques políticos e intelectuales, con severas limitaciones económicas y otras calamidades, propias de la crisis que atravesamos, pero identificados con la PATRIA SOBERANA. Sabemos que podemos avanzar, pues también sabemos por herencia histórico-cultural, que a comienzos de la segunda década del siglo XIX, el pueblo integrado por esclavos, libertos, indios, pardos, mantuanos, con uniforme y sin él, con fusiles, flechas y lanzas, con botas, alpargatas y descalzos, derrotaron y echaron de nuestro territorio a la soldadesca española.
Entonces asumimos nuestra condición de Republicanos, atrás quedó la monarquía-imperial con sus infamantes apelativos de "súbdito", "su majestad", "su mercé" y "patroncito". El pueblo se hizo resplandeciente ciudadano, solamente sometido a las leyes, que nos diésemos, con las fallas que pudiesen tener y susceptibles de ser corregidas, para avanzar como Estado democrático y como humanidad.
La República y la Democracia, aunque sean un bien cultural político europeo, siempre sujetas a debates e interpretaciones, son entidades vigentes, cuya profundización humanista nos compete igualmente estudiar para adecuarla a nuestro tiempo, y cuidarla pues siguen siendo muy frágiles.
Hace casi dos décadas que factores antidemocráticos venezolanos han hecho lo indecible para derrocar al proceso político Bolivariano. La calificación de antidemocrática, se debe a que sus líderes tradicionalmente e ideológicamente están conectados a una clase política que detentaron el poder durante muchos años con resultados incontrovertiblemente deleznables. Esto se agrava en los últimos tiempos, con una radicalización política que desembocó en prácticas terroristas, en contubernio con poderes externos imperiales, que en este momento, como lo han hecho en otras latitudes, amenazan con llevar a cabo una peligrosa y mortal agresión contra la República.
Pero la construcción democrática no tiene descanso, y no está limitada a la defensa del enemigo imperial y sus aliados internos, sino que también tenemos que estar alerta con nosotros mismos, con el lenguaje, las leyes, el trato al adversario y en general a la población, valorar en su justa dimensión a la opinión crítica, puesto que es posible, que en la larga cultura represiva venezolana, pueden quedar por allí albergadas viejas ideas anticomunistas y protofascistas que pueden sacar la cabeza aprovechando las circunstancias.
En la Guerra Fría en América latina los comunistas eran acusados de ser "agentes soviéticos pagados con el Oro de Moscú". Esas acusaciones la complementaron en la década del 60s con la llegada de Fidel Castro al poder en Cuba. Ahora además éramos "castro-comunistas financiados por la Habana", en consecuencia seriamos "traidores a la Patria". En esos tiempos eso se penalizaba de facto con la muerte, la lista como consecuencia de ello es larga… muy larga.
El Manifiesto Comunista de 1948, de Marx y Engels era acompañado con una tajante consigna ¡Proletarios de todos los países Uníos¡ Los líderes comunistas quisieron honrarla y con tal motivo empezaron a diseñar políticas de solidaridad internacional, y efectivamente los partidos comunistas poderosos ayudaron a las organizaciones comunistas, anticapitalistas, anticolonialistas y de liberación nacional en el mundo. La solidaridad cubana jamás podrá ser olvidada, al compartir sus escasos, muy escasos recursos y algunos cuadros combatientes en nuestro empeño liberador.
La experiencia histórica ha demostrado, que cada ladrillo que se ponga en la edificación de la sociedad democrática, y si es socialista con mayor razón, debe estar acompañada de la visión del pasado e imaginación y proyección futura, eso que con frecuencia se habla de "blindaje constitucional", también podríamos llamarle SENSATEZ JURÍDICA Y DEMOCRÁTICA, en el diseño de las leyes.
En estos tiempos hemos leído y oído a importantes líderes políticos y juristas, plantear sobre la necesidad de legislar para aplicar severas penas a los venezolanos y extranjeros, comprometidos en diversos delitos, tales como "traición a la Patria".y "odio". Con motivo de los reiterados sucesos político conspirativos que han enlutado a la nación y "contribuido" notablemente a la ruina económica.
La extrema derecha venezolana y sus aliados ha sido señalada de recibir financiamiento de organizaciones vinculadas a los aparatos de seguridad norteamericanos con la finalidad de avasallar su propia nación. Esto tampoco es un hecho novedoso que pueda sorprender a alguien.
Lo cuestionable y sujeto a reflexión en el sector Bolivariano es la ligereza en el lenguaje con que rápidamente señalamos traiciones en opiniones críticas o pretendemos descubrir agentes de la CIA, en cualquiera que adverse nuestras posiciones. Lo peor y muy preocupante es que cualquier instrumento jurídico sancionatorio que se diseñe, atienda más a coyunturas políticas que a una FILOSOFÍA DEMOCRATICA DE LA JUSTICIA, porque puede correr el riesgo que construyamos una plataforma jurídica, que en el futuro la administren fuerzas antidemocráticas.
En la década del 60s, un grupo de jóvenes, ¿Castro-comunistas, y traidores a la Patria?, no ejecutados por la Digepol, por las circunstancias en que se produjo la captura, fuimos juzgados por tribunales militares, y condenados a varios años de cárcel, si me hubiesen aplicado lo que supuestamente se plantea hoy, penas de 50 años, estaría como el camarada Oscar López Rivera de Puerto Rico, este año 2017, abandonando la cárcel e integrándome en la ancianidad a la sociedad.
LA REVOLUCION ES CULTURAL