A finales de la década del 60s el comandante guerrillero Héctor Valverde, era un prisionero en el Cuartel San Carlos, hombre de sólida formación intelectual, maturinés, gran fumador y excelente conversador. Aquellos tiempos eran de severa crisis en el movimiento revolucionario, los críticos como suele suceder no eran bien vistos por las cúpulas; y ese fue el caso de este compañero, cuyas opiniones podrían resultar controversiales pero dignas de discutir, sobre todo en tiempos calamitosos, cuando se requiere oír mucho, ver, leer, apelar a la experiencia de otros y de uno mismo, valorar la intuición y si es necesario acudir a la mayéutica.
Sobre los resultados de la experiencia revolucionaria de la década del 60a y la siguiente, se han escrito varias cosas, pero lo resaltante es que fuimos derrotados y, como es frecuente decir que los derrotados no tienen aliados, eso no obvia su necesaria evaluación, como parte de un proceso político del cual pueden inferirse aprendizajes, puesto que los pueblos siempre se empecinarán en sus luchas y, requieren referentes entre otras cosas para desmontar farsas políticas y falsos liderazgos. Entiendo que tendrá que pasar un largo tiempo para que surja un análisis menos cargado de prejuicios, oportunismos, emociones y protagonismos.
Este buen oriental, dicharachero y gran venezolano, nos hacia menos dura la vida del cautiverio con sus sabrosos cuentos; nos decía Héctor, que en su niñez, el sector donde vivía en Maturín cobró fama por la presencia de la "Sayona", un espíritu endemoniado en forma de mujer que rondaba por esos lugares a altas horas de la noche, cuestión que obligaba a la comunidad a recogerse temprano, no vaya a ser que se toparan con semejante engendro.
Como decía un viejo sabio de Cumaná "el tiempo cubre y descubre" un día, más bien sería una noche, por algunas circunstancias, descubrieron que el "espanto" era una tía suya que arriesgando su reputación en aquella sociedad prejuiciada, se las ingeniaba, cubriéndose con un manto (sayal) y en la soledad de la noche salía, saltaba una pared de tapia para encontrarse con su amado, un vecino cercano.
Héctor era un revolucionario irreverente, de buen humor, y, el hecho de personalizar el cuento, no era más que la licencia que se tomaba para intentar agregarle verosimilitud y picardía. Muchos años más tarde comenzando la década del 90s, lo encontré en Puerto Ayacucho, vivía de su profesión de abogado, siempre enfrentado a una cruel artritis. Después supe de su fallecimiento.
Desde que el mundo es mundo, la humanidad siempre ha vivido como asustada, amenazada, cuando no es una cosa es otra. Ahora resulta que un gran Sayón aterroriza el planeta, y no se trata de literatura popular venezolana, puesto que realmente estamos en presencia de un verdadero engendro que ofrece a diestra y siniestra: coscorrones, muros, limpieza étnica, invasiones y destrucción de países y todo lo que se mueva, incluyendo los movimientos de rotación y traslación, para ello dispone de un abastecido arsenal atómico.
Pienso que, actualmente mucha gente en el mundo se preguntará ¿Que pasará, debajo de esa fronda capilar? ¿Y detrás de esa fogosa y amenazadora verborrea con la cual, con tanta frecuencia míster Trump aturde al mundo incluyendo a nuestra República? ¿Será una estrategia intimidatoria para tener distraída a una buena parte de la humanidad mientras se come el maíz por las orillitas? ¿Pretende el Sayón paralizar por temor a los pueblos? ¿Estaremos ante el dilema imperial O se someten o guerra nuclear? Ahora si es verdad, que tuerce la puerca el rabo, pues, la guerra nuclear, escapa a un análisis racional, no estamos en los tiempos de Hiroshima y Nagasaki, lo atómico hoy, sería simplemente locura y pasaría a ser un asunto médico de la incumbencia de la comunidad mundial, teniendo una gran responsabilidad el pueblo norteamericano, el cual tendrá que despertar de ese largo sueño americano o correr el riesgo de que malos cálculos bélicos de su gobierno vuelvan polvo cósmico a su nación junto a toda la humanidad.
Pero como los venezolanos no podemos quedarnos en la distracción del apocalipsis por cuanto hay muchas tareas que cumplir que demanda la vida cotidiana, ¿Estarán paralizados los coreanos, ante las amenazas del Sayón? lo primero que hay que hacer es corregir este marasmo político-gubernamental de excesiva oratoria, de semiparalisis, de propuestas ligeras que solo aportan confusión, ofertas fallidas, de excusas agotadas, de exceso de dejar hacer y dejar pasar las inconsistencias burocráticas.
Se trata de enfrentar a los sayones criollos que vienen asolando la comarca y que son vistos y sufridos por el pueblo que sabe y que pacientemente calla, algunos califican el comportamiento popular como "estado de resistencia derivado de una alta conciencia política", lo que percibimos otros y ojalá estemos equivocados es que también hay acumulación de rabia y descontento, para el que quiera ver y oír. El asunto es que no podemos interpretar equivocadamente el sentir popular ¡sería trágico! Igualmente a lo que no debemos jugar ad-infinitum es con la memoria (desastre del periodo punto fijista) recordemos que hasta el cansancio repetimos sobre la cortedad de la memoria de los venezolanos ¿Será cierto? Y si esa memoria corta se acompaña con la realidad cotidiana, cuya degradación no le da tregua a los ciudadanos, ¿No sería acaso esto una mezcla explosiva? Solo la claridad teórica, y la credibilidad en el liderazgo, sustentados en hechos concretos, pueden resultar esperanzadoras no para el hecho electoral que se avecina, sino para el futuro de este proceso político.
Es sabido lo que puede significar la aplicación de una falsa premisa, y aquí en nuestro país desafortunadamente viejas anomalías tales como el Nepotismo, tienen altas bendiciones. Si usted revisa las reiteradas estafas que ha sufrido PDVSA, notará que tienen mucho que ver con relaciones familiares, amigos y amigas, líderes políticos "dizque revolucionarios" autoridades que se benefician o en el mejor de los casos se neutralizan pues temen a un viejo peligro que es la pérdida del confort que proporciona el bozal de arepa, a los que nos ha sometido la sociedad rentista o sea el estado empleador.
Pero quién si disfruta con esto es la derecha política y empresarial participantes del festín, porque además de contribuir a desmantelar al Estado a sus empresas e instituciones, en el ínterin extraen bastante real, es lo que podría llamarse participación con beneficios de doble propósito.
LA REVOLUCION ES CULTURAL