El capitalismo y la corrupción van de la mano. Alexander Hamilton, Secretario de Estado de la Tesorería y organizador de la banca durante el gobierno de George Washington, calificó a la corrupción como "un elemento motor del sistema (capitalista), ya que es una iniciativa mayor en la búsqueda del interés personal". Interés que, según la filosofía liberal, combinado en el Mercado con los de los demás individuos se transforma en interés colectivo.
Venezuela sigue inserta en el sistema capitalista como apéndice del poder anglo sionista dominante y por ello sigue siendo campo fértil para una corrupción cultivada durante muchos años de alienación e identificación con modelos de vida ajenos, europeo antes y estadounidense después. Una corrupción-traición vinculada fundamentalmente con el comercio exterior y, a partir del siglo XX, con el sector petrolero.
Sin ningún ánimo de justificar los hechos, menos aún a los personajes involucrados, creo necesario entender este fenómeno como una poderosa arma de guerra utilizada por las potencias dominantes y las grandes mafias capitalistas para pervertir pueblos y desdibujar identidades con el fin de apropiarse lo más expeditamente posible de los recursos de países "proveedores". Valga el ejemplo: la destrucción de México, el país más nacionalista y el más orgulloso de su maravillosa cultura de toda América Latina.
De allí que las ollas podridas que se están destapando en PDVSA y en otras instancias públicas y privadas tengan que ser entendidas como frentes de batalla intensificados en esta época de crisis debido a las urgencias energéticas, económicas, financieras y políticas del hegemón estadounidense.
Entonces, además de tomar medidas ejemplarizantes, el Gobierno debe armarse adecuadamente para luchar en este frente, y reducir su impacto en nuestra cultura y en nuestro proyecto bolivariano. En ese sentido la Asamblea Nacional Constituyente debe ayudarlo a contar con los instrumentos jurídicos y operativos necesarios para administrar con eficiencia y probidad recursos que nos pertenecen a todos.
Para no inventar la pólvora, suscribo una vez más la propuesta presentada por Tony Boza y compañía y los planteamientos que desde hace años viene haciendo el profesor Luis Britto. Sugiriendo adicionalmente leer con todo cuidado cualquier texto objeto de análisis para evitar gazapos o errores que terminen favoreciendo al enemigo.
Gazapos como el que se coló en el artículo 7 del Proyecto de Ley Constituyente de Estímulo a la Producción, Distribución y Comercialización…: "otorgándose (al productor) financiamientos totales en un solo desembolso, a una tasa de interés preferencial" Práctica inusual y peligrosa que, de aprobarse, allanaría el camino a la corrupción e impediría el seguimiento adecuado a la ejecución de los proyectos.
Al enemigo ni agua.