La izquierda socarrona y el socialismo corporativo

Hablar de derechas y de izquierdas hoy, resulta un tanto ambiguo por el hecho de no tener a la mano un referente inmediato que permita sostener un argumento sin que se ataque de manera frontal, cualquier planteamiento que se pueda hacer en defensa del “proyecto o el proceso” revolucionario original, que tiene ancladas sus raíces en la esencia del pensamiento bolivariano y que busca por todos los medios reivindicar la larga lucha del pueblo por la libertad, la autodeterminación, la soberanía, la independencia y la paz verdadera.

Hemos enfrentado a lo largo de la historia, estrategias de dominio por grupos interesados en mantener el control social, político y económico, unas veces con métodos subliminales, otras a través de la violencia y el exterminio, de quienes no aceptaban sus verdades importadas, ni sus dioses ambiciosos que ansiaban riquezas y sangre para sostener a un rey que era su representante en la tierra. A partir de esa etapa terrible de la historia nuestramericana, se pone de manifiesto la necesidad de nuestros indígenas de subsistir, de sobrevivir a la masacre, de evadir la maldad y la saña de quienes venían con orden expresa de anexar nuestros territorios a los dominios del reino español.
Producto de ese sometimiento cultural, comienza a aparecer en espacios que han quedado libres del control oficial, criterios y expresiones que reflejan a un sujeto mitad arrepentido, mitad comprometido, que invoca tiempos y oportunidades desechadas y armado de ganas por seguir construyendo barquitos de papel a través de sus discursos, plagados de conceptos a medio digerir y experiencias que rayan en el desengaño por no haber hecho lo que en su momento tenía que hacer y no lo hizo, o por responder más a la conveniencia que a la conciencia.

El caso que hoy nos ocupa, por la coyuntura y el peso de la cultura dependiente, es tratar de superar la herencia sumisa de aceptar callados lo que diga el jefe, la “peleíta” permanente que nos separa, que nos limita y que solo beneficia a quienes se apropian del poder para usufructo personal y beneficio de sus cercanos, comprender en estas circunstancias e identificar el papel que a cada uno corresponde, es la tarea más difícil de la revolución, el “comevaca” a decir del CHE, pulula en todos los espacios donde transita el dinero y se toman decisiones, influye en planes y políticas y decide muchas veces las acciones que deben ser producto de la consulta y el debate colectivo.
De allí, de la herencia representativa, y la nobleza política, ese sujeto, sin realizar una asamblea, sin conocer de cerca los problemas de la gente, sin involucrarse en la dinámica social, desconociendo incluso los procesos en marcha, termina dirigiendo y liderando la administración del estado, los medios de comunicación y al partido, levanta estrategias de despolitización y desmadre de la organización social, frente a esa práctica constante, nos vemos impedidos por factores que van desde lo psicológico-social hasta lo económico-político, dando cabida a la cultura clientelar y adulante, que es propia de la esencia adeco-copeyana, hoy camuflada de rojo y cargada de consignas que suplen al razonamiento.

No es una pretensión personal describir a nadie en un escrito, pero es necesario salir al frente a quienes, siendo promotores de este pandemónium, esgrimen algunas interrogantes que los hace aparecer ante el público como inmaculados de la política, o como doctos pensadores de teorías intestinas, esos “sabios” son los mismos que han llevado la demagogia a su máxima expresión, son los que entienden la política de manera coyuntural y aplican la norma en la medida de las conveniencias, son los que hacen mutis frente a la entrega de los recursos naturales y la soberanía, callan ante la desaparición de Alcedo Mora por denunciar trácalas en PDVSA, o la debacle corrupta en la administración de los recursos del Estado.

Habría que tener un poco de moral para reconocer de manera publica la corresponsabilidad que tenemos en lo que vive nuestro país actualmente, la condición pacifica de nuestro proyecto (nos creímos ese cuento), nos lleva al punto de ser excesivamente pasivos y disciplinados con respecto al comportamiento de quienes asumen el poder y reconocemos como vanguardia, la forma como se va degradando la participación política, queda demostrada en la ignorancia sistemática que se promueve a nivel político con el tema de las zonas económicas especiales, tan en boga en estos tiempos “post”

Las características discursivas de la ideología actual, podemos compararla con una colcha de retazos, los enemigos de la mañana, son invitados a hacer negocios en la tarde, los sujetos conscientes que se atreven a criticar son desterrados y perseguidos, las tesis del capitalismo salvaje son defendidas para proteger al pueblo, la escasez, la inflación, la especulación, el acaparamiento y todos esos fenómenos que componen la dinámica de acumulación del capitalismo, son explicados en el marco de una guerra económica, en la cual nos presentamos desarmados de criterio y armados de esperanza en que la propaganda y el marketing, causen un efecto en la conciencia de los “empresarios buenos” que solo funcionan con dólares preferenciales y empresas de maletín.

En medio de las dificultades, los lamentos, y los arrepentimientos tardíos, surge ese figurín político haciendo gala del mejor de los cinismos del mejor de los descaros a preguntar por el socialismo, y a repartir culpas, de manera equitativa (eso si lo reparten de manera justa), sin aceptar que su compromiso, su ética y su probidad, quedaron tiradas en mitad del camino como prueba de desprendimiento, así, salta de cargo en cargo, va de campaña en campaña y nadie le conoce buenas obras.

Por eso hablamos de la izquierda socarrona que se acomoda, que se atraganta, que se desdibuja en su herencia de luchas, cuando deja de defender la causa de los trabajadores, el medio ambiente y propugna en los espacios de discusión una alternativa verdaderamente revolucionaria, que incluya debate público con los defensores de la restauración del capital en Venezuela, esa izquierda es cómplice al guardar silencio, al ser sumisa en las imposiciones que destruyen la participación protagónica y hacerse parte del circo clientelar que otorga cuotas a quienes se muestran leales al poder y embaucan a los incautos con sus lenguajes floridos.

franco__rivas@hotmail.com




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Henry Franco

Comunicador popular. Miembro del Colectivo Radiofónico de Petare y de la emisora Al son del 23 en Caracas

 ccdresistencia9960@gmail.com

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