Asombra, como venezolanos se prestan para confabular, en contra de la economía de la nación, dejando al pueblo sin la moneda circulante. Esta acción con rostro terrorista, genera en la población una fuerte incertidumbre que conlleva a la desesperación por no tener disponibilidad de efectivo, para el intercambio de bienes y servicios básicos. De manera sorprendente se desvanece la capacidad de acceder a los billetes nacionales, todo con el fin de generar condiciones para acrecentar el declive financiero de la República. Quienes ejecutan estas prácticas no se detienen en pensar, sobre los alcances e impacto que en un corto tiempo envolverán al pueblo, sus pensamientos son apátridas y egoístas. Estos pseudo venezolanos, ante ponen sus intereses individuales, haciéndole con sus prácticas sombra al mismo diablo.
Crear el caos, es una vieja táctica imperial para quebrantar la gobernabilidad de modelos políticos que pudiesen adversarlos, las formas y estilos de sabotaje tributan a un abanico de posibilidades que ponen en práctica sin medir los resultados. Lo triste, es cuando consiguen de mano de un conciudadano el apoyo para destruir, matando el derecho natural de soñar y añorar un futuro prominente cargado de oportunidades generacionales. La construcción de un país próspero, pasa por tener buenos ciudadanos que puedan sentir al país como el tesoro mejor resguardado del mundo. Como se puede tolerar la formación de una sociedad de cómplices, que buscan hacer daños que terminan muchos de estos, siendo irreversibles para el país.
Mientras que el pueblo heroico de Venezuela lucha para acceder al efectivo monetario, en la ciudad de Cúcuta y otras fronterizas no dejan de asombrar los grandes volúmenes de nuestra moneda nacional. Esta moneda es sacada del territorio nacional bajo la complicidad de muchos compatriotas, que dejaron de tener sentido de pertenencia por el mejor país del mundo, dador de vida a hombres como Simón Bolívar y Francisco de Miranda. No cabe espacio para el arrepentimiento de los traidores, se requiere asumir posturas pragmáticas y contundentes, para todos aquellos que vieron en la migración de nuestra moneda una oportunidad de negocio.
El Ejecutivo Nacional y las Fuerzas Armadas Bolivarianas, deben direccionar a todos los órganos de seguridad del Estado, instrucciones contundentes en lo inmediato, que puedan neutralizar este nuevo frente de guerra protagonizado por nuestros enemigos. Aquí no se trata de un color o partido político, son las finanzas de una nación que están en juego, producto de las apetencias desmedida por nuestros recursos naturales y energéticos. Se requiere una orden de operaciones que permita identificar las rutas utilizada para sacar nuestra moneda del territorio, debe ser un esfuerzo conjunto que involucre al Poder Popular, como fuentes de información.
La situación de la moneda no es solo un problema del gobierno, estamos involucrados muchos venezolanos, debemos entre todo poner fin a esta situación que pone en riesgo el Vivir Viviendo y Buen Vivir de la tierra Bolivariana venezolana.