La Tierra vista desde lejos parece inocua, a veces creemos que se mueve entre buenas intenciones, que allí no pasa nada, pero la realidad es que cada giro del planeta, cada segundo en este espacio para la vida está repleto de intereses que son el marco de la geopolítica. Estos intereses son diversos, unos económicos, otros estratégicos militares, otros de proyectos compartidos, otros de alineación política, y algunos extremos de alienación cultural. Y desde inicio de los años 50 del pasado siglo, esta geopolítica incluye en tema alimentario, con una etiqueta severa: Geopolítica del Hambre. Palabras acuñada por Josué de Castro, un brasileño universal, que resumen la tragedia humana sobre la tierra. Aún con los datos suavizados de la FAO en 2017 en su informe sobre la inseguridad alimentaria en el mundo, el hambre acosa casi mil millones de personas, y millones de niños mueren cada año, antes de los cinco años de edad, truncando la existencia de los que siempre hemos pensado serían las generaciones salvadoras de la humanidad.
La otra cualidad del mundo en que vivimos es la gran variabilidad existente entre los diferentes países en los cuales se fragmentó el planeta. Hoy día es posible disponer de mapas políticos territoriales, pero también sobre el diferente potencial de biodiversidad, de recursos petroleros, mineros, aguas, que sirven para las interrelaciones que se dan entre los países, bien sea de dominación (que son las más abundantes) o de cooperación. Si quisiéramos hacer un mapa de la producción de maíz en el mundo, estamos convencidos que la información existe y es factible montarlo en poco tiempo. También si quisiéramos hacer otro mapa con disponibilidad de la energía o la proteína disponible para consumo humano en los diferentes países del planeta, o la situación del hambre, definida como una calamidad, especie de monstruo que devora humanos, ante los ojos inmisericordes de la mayoría de los habitantes del planeta. Esas cualidades y muchas otras son la base de las relaciones que se establecen en el mundo actual.
Cada vez más la tecnologías de comunicación e información son parte de la geopolítica, con estas se informa y se desinforma según sean los intereses que hemos identificado. En general, esa forma de conducirse la humanidad ha generado la distorsión que es la causa de todos los males que afectan el planeta. Se esconde que menos del 1 % del total de la población mundial dominan 80 % de la riqueza total y cerca de mil millones de personas apenas sobreviven o están condenadas a la pobreza extrema y a la muerte temprana. La salvación pudiera estar en una mejor agricultura en estos países que sufren de pobreza extrema y hambre, pues la evidencia es que el asistencialismo alimentario solamente ayuda a la reproducción del ciclo pobreza-hambre-poca educación-enfermedad- trabajo limitado-muerte temprana-pobreza…. Un ciclo maldito frente al cual los países poderosos del mundo esconden la cabeza para ver la tragedia y la alzan para planificar el saqueo.
La agricultura en el planeta son en realidad las agriculturas del planeta, no es única, ocurre en contextos específicos, produce alimentos, y bienes no alimentarios, se quiera o no reconocer, es la actividad humana de la cual depende la sobrevivencia en el planeta si otros factores no interfieren con la vida sana y el cuido del ambiente. Es una actividad compleja y forma parte habitual de las políticas internas de los países pero también de la geopolítica mundial.
Hay suficientes evidencias que llevan a proponer que la disminución de la vulnerabilidad biológica y de la vulnerabilidad política en los países del mundo disminuye si la producción de alimentos satisface al menos el 90 % de las demandas de energía y proteína. Esto explica la actual vulnerabilidad política de Venezuela a causa de la guerra alimentaria. También se ha calculado que la cantidad de alimentos producidas en el mundo alcanzarían con holgura para todos los habitantes del planeta, si otros factores como la limitación al acceso de alimentos por especulación no estuviera presente, amén de las cuantiosas pérdidas que se dan en los países de mayor capacidad productiva. Además sabemos de algunas excepciones en países que han desarrollado un enorme potencial industrial, que les permite formar alianzas con los países capitalistas para garantizarse el suministro de alimentos y otros bienes agrícolas no alimentarios. La hegemonía económica del capitalismo conoce esto, de allí que deciden seguir manteniendo en ese estado de vulnerabilidad a cientos países del mundo, incluso a aquellos que tienen más del 45 % de la población rural, que por curiosidad sociológica sufren las peores catástrofes de pobreza y hambre.
Para los países llamados de alto desarrollo (en esas clasificaciones no penalizan por caos ecológico, ni desigualdad, ni segregación social) la estrategia de perpetuar la vulnerabilidad de otros países, se acompaña con dependencia, especialmente tecnológica. Sorprende, que varios países de África estén asediados por las grandes corporaciones multinacionales de semilla incentivando el uso de plantas transgénicas. Estas experiencias son publicitadas por los Centros Internacionales de Investigación Agrícola que son sufragados por poderosas organizaciones con trasfondo insincero, para que fomenten la dominación.
Como hemos podido observar la geopolítica alimentaria es un tema complejo y delicado con muchas lecciones para nuestro país, y que revisaremos en artículos sucesivos, hay mucho para escribir sobre los riesgos de la dependencia alimentaria, la diversificación de los aliados estratégicos, Multipolaridad : bloques regionales y mundiales, las transferencias tecnológicas, los apoyos en situación de contingencia, la Injerencia imperialista y algo de la corrupción de aquellos malhechores que contribuyen a hambrear pueblos.