Venezuela requiere un alto al fuego

Más que una extensión de un territorio continental y marino, Venezuela significa la cuna inspiradora de cosas grandes que tienen por objeto trascendental en el tiempo y el espacio. Los venezolanos somos gente con comprobada capacidad de emprendimiento, estamos lejos de caracterizarnos como cobardes que huyen de las adversidades, que nos presenta un momento determinado. Nuestra República reclama el consenso y el sentido de pertenencia hacia ella, por parte de la población que le representamos como sus hijos. Los infortunios creados por un segmento de la población que se mueven en escenarios fatalistas y destructivos, no pueden afianzarse como una opción intimidatoria de los sueños y anhelos del progreso y desarrollo del país.

En muchas oportunidades me he referido a la falta de pertenencia que exponen algunos sectores políticos a la paz, tranquilidad y desarrollo del país. Hoy son muchos las penurias que podemos identificar en el pueblo venezolano, producto de las perversidades que recoge esas ansias supremas de ir tras el poder a como dé lugar. Olvidando el carácter noble que recoge el pueblo soberano de Simón Bolívar, se asoman rasgo de miseria en algunos segmentos de la población, debido a la usura comercial que registra un comportamiento exponencial. Acceder a una ventajas igualitarias de los elementos básicos para vivir, dejo de ser una opción con viabilidad, son oscuras las intenciones para vernos destruidos como nación.

Se ha concretado un nuevo formato del manejo económico, el cual desarrollo una nueva cultura que deja de lado cualquier pensamiento y acción de solidaridad. La honestidad en el manejo comercial dejo de ser un principio de vida para convertirse en aberración terrorista contra nosotros mismo. Venezuela reclama un alto al fuego para detener su autodestrucción, querer a Venezuela tiene que convertirse en una tarea de todo, hacer reingeniería política es una opción real. Es preciso asumir nuevos estilos de gerencia y asumir una postura crítica de lo no debido, de manera altruista. Evitar ser recurrentes en planes (oficialismo y oposición) distractores de nuestros problemas reales, vivido a diario por un pueblo que pide un alto al fuego.

No se trata de renunciar a nuestros principios de determinación de los pueblos y mucho menos a la soberanía, heredada por nuestros próceres, es momento de encontrarnos en puntos comunes que tiendan puentes para acuerdos de convivencia política, social, económica, entre otras. Debemos regalarnos ese momento para la paz y tranquilidad del país.

 

 



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Joselino Serrano


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