Desde Noviembre 1970, elección del médico Salvador Allende, Presidente de Chile, conocí más la desgracia del pueblo pobre y desasistido en la nación austral, democracia de enormes carencias con el cuento de "democracia ejemplar", hasta la llegada de la Unidad Popular. Chile solo me era familiar porque en mi infancia se hablaba respetuosamente de Andrés Bello, bolivariano venezolano padre de la educación universitaria en aquella tierra suramericana.
Ejerciendo locución y periodismo radial en Caracas, fui despedido porque en responsabilidades noticiosas me opuse públicamente al golpe de estado a Salvador Allende en 1973, dirigido por un General traidor, que ordenaba asesinar e iba a misa, Augusto Pinochet. En Venezuela mandaban los socialcristianos del COPEI de Rafael Caldera, la derecha del pacto adecopeyeco, a quienes el humor político de nuestro pueblo bautizó C-O-P-E-I -Curas Organizados Para Engañar Incautos-.
Aún regida por la Constitución que hizo aprobar Pinochet y su dictadura para "amarrar" democracias bipartidistas disimulócratas, después de irse militares "momios" de la ultra derecha fascista asesina, Chile ensayó hace pocos años eligiendo un Presidente empresario. Finalizó con la peor popularidad de mandatarios electos, y en 2017 el millonario Piñera que se enriqueció a más no poder en el poder, está a punto de volver a ser Presidente de la nación austral.
A escasos días de la fecha en la cual quizá retorne Sebastián Piñera a la Jefatura de Estado en Chile, les recuerdo que en su conducta pitiyanqui infeliz, pidió en visita a Washington que lo fotografiaran sentado en la butaca del Presidente de EE UU. Este 19 de Noviembre 2017 en gesto machista también infeliz, Piñera le dio un codazo a su esposa en un acto público diciéndole "échate para allá". Considere usted qué tipos eligen pueblos engañados, cuando se dan Trump-adas eleccionarias, creyendo que la derecha capitalista salvaje "administra mejor".
