¿Quién iba a decirlo? El pueblo, esa gran masa de gente que estaba como dormida, subyugada y hasta hipnotizada con las mentiras del gobierno, ha terminado por explotar en cada rincón del país, y no podía ser de otro modo: han llegado al cansancio de tener que ser utilizados por el madurismo para votar a favor de ellos, pero éste terminó de incumplir sus promesas con unos "perniles" que según el propio presidente de la República, no llegaron a los barrios y zonas rurales de Venezuela, porque fueron "saboteados" en Portugal, y luego por voz de quien también nos ha prometido hasta "conejos", dijo que esa carne porcina había sido "bloqueada" en Colombia.
Llegaron al extremo de prometer "juguetes" para los niños, y hasta "bonos" para quienes fuesen a votar con el "carnet de la patria", el día de unas elecciones municipales, cuya participación al igual que la ilegal e ilegítima "constituyente", tiene sus cifras en dudas. Lo cierto es que el pueblo está arrecho ante tanto engaño, que ahora en cada protesta que se origina en el oriente, occidente, llanos o estados centrales del país, y por supuesto en Caracas, ha quedado en evidencia que las autollamadas "navidades felices" por parte de un gobierno de corruptos e insensibles, son un espejo roto de hambre, miseria y desesperación social, cuyas desgracias se suman a la quiebra de los servicios públicos, la destrucción de las escuelas y hospitales, y para remate la escasez de gasolina y lubricantes en un país petrolero, lo cual presagia que cada protesta que se origina por tanta ineficiente e ineptitud terminará, como lo hemos dicho en otras oportunidades, arrasando con todo lo que encuentre a su paso.
Fue el propio Maduro, quien prometió unos "perniles" para seguir aumentando su "pachanga semántica", En tal sentido, en este lustro hemos escuchado decir cualquier cantidad de barbaridades políticas, económicas y sociales con sendas burlas al pueblo, tales como: "La inflación no existe", "guerra económica", "guerra bacteriológica", una "iguana" responsable de un apagón nacional, "terroristas" que se suicidan con cables de alta tensión, "ley contra el odio", "no me gusta la plata", "disminución de la delincuencia", "Venezuela puede alimentar a tres países", "no hay crisis humanitaria", "dólar criminal", "protección al salario", "petro", y hasta "cochineras urbanas" a propósito de los "perniles" que nunca llegaron.
En cada una de esas construcciones sólo ha existido un componente de burla y excesos de mentiras contra una población que está harta de ver como se deteriora día a día su nivel de vida, cuando hemos llegado al extremo que ningún "salario mínimo" permite cuando menos comer dignamente, es decir, sin incluir lo que necesita un ciudadano para pagar el destartalado y quebrado transporte público reducido en su mínima expresión, y menos para enfrentar otros gastos personales, familiares y sociales, relacionados con educación, salud, ropa o recreación.
Ante esta realidad, la verdad que dan asco esos alcaldes y gobernadores rojos-rojitos, tratando de decir que no hay protestas sino robos derivados en saqueos, como fueron las palabras del "recién electo", alcalde de Porlamar, cuando el pueblo enardecido arrasó con una distribuidora de alimentos¹, es decir, si las protestas vienen de sectores de clase media son "guarimbas", pero más grave aún, es asumir que si existen saqueos, es porque son "malandros o delincuentes", en otras palabras, el remoquete de afirmar que "no hay hambre" es tratar de mantener una mentira que ningún estómago puede creer.
El sistema clientelar ha llegado a su fin. Ya no hay manera de seguir "cumpliendo" tanta bazofia politiquera. De hecho, ¿por qué será que en el discurso madurista o en los programas de Venezolana de Televisión han desaparecido los discursos e imágenes del 27 y 28 de febrero de 1989? ¿Será que así como "El Caracazo" fue la parte final de un sistema político, tengamos "El Pernilazo" como el gran derrumbe del madurismo neototalitario? A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.