La víspera del 5 de Enero 2018, a 59 meses de la desaparición física de Hugo Chávez, el impactante conductor político revolucionario bolivariano de finales del siglo XX, y algo más de 13 años del Siglo XXI, hojeaba un libro del recordado dibujante Emilio Agra, específicamente caricaturas correspondientes al que en letras minúsculas "chávez sí, chávez no", donde Agra colocó las dos últimas palabras al revés, por estar reflejadas en un espejo -on zeváhc-.
Un irónico dibujo muestra al propietario de una carnicería cavilando frente a la caja registradora, pensando "la situación está tan tan…, que para comer muchacho hay que parirlo…". El libro de caricaturas de Emilio, a quien conocí en Maracay, tiene fecha de publicación en el 2003, indicando humorísticamente lo difícil que era para aquel momento a la gente de escasos recursos, consumir carne en ciertas presentaciones según las partes de la res.
Quince años después no es únicamente el "muchacho", sino hasta los huesos y pellejos los que han encarecido explotadores deshumanizados, siguiendo fórmulas politiqueras de salvajismo mercantilista mediante precios a base del dólar genocida hiperinflacionario, que se lo aplican incluso a los humildes cambures, para rendir por hambre a la revolución socialista, afirmando que "el modelo fracasó…".
Obvio que no se necesita ser Einstein o acudir a los matemáticos Tales de Mileto u Kepler, para darse cuenta que la situación de "crisis humanitaria en Venezuela", ha sido una pantomima bien montada por intereses salvajes, con ayuda del tinglado comunicacional nacional e internacional, contrario a la revolución democrática venezolana humanista del socialismo siglo XXI, a la que desean desaparecer.
Estaremos pendientes de los ataques a las medidas humanitarias y populares, dictadas por el gobierno bolivariano socialista venezolano, profundamente imbricado con el legado de Chávez sí. Vencerá la economía socialista, pese a quienes no actúen como auténticos revolucionarios, sino que dentro del proceso son funcionarios al estilo de la adecopeyanquicracia repelente y repelida.