En la Venezuela Bolivariana, por lo menos, Simón Rodríguez no aró en el salino mar. Tampoco lo hizo su aprovechado y sobresaliente discípulo Bolívar, por supuesto, sólo que sus frutos son de tanta envergadura e importancia que han insumido sus buenos 200 años.
Es oportuna traer a colación el insólito triunfo de Garry Gasparov frente al monstruo artificial de la Computadora ajedrecista, y de quien, cargado de cultura mediática burguesa, saltó la talanquera y optó por yanquizarse lo que demuestra que la genialidad sin probidad es poco productiva para la sociedad en su conjunto, aunque rinda mucho dinero en favor de la burguesía.
Este aburguesado ajedrecista no perdió el campeonato de marras porque sencillamente inventó el insólito trueque de una acicaladísima reina por un pestilente y zarrapastroso peón, jugada que muy posiblemente se la ofreció su inconsciente cuando le removió archivos dormidos en favor de los explotados de EE.UU., país cuya burguesía convirtió el dinero, la moneda, en una destructiva arma mata sin pólvora.
Asimismo, estamos inventando con esto del dinero digital con soporte real, bien llamado PETROBOLÍVAR, que es sin lugar a dudas una insólita forma de hacer frente a los monstruos del capitalismo a su moneda fiduciaria buena para ganar en muertos, en ruinas, en miseria populares...
Efectivamente, la humanidad comercial ha manejado el trueque desde mucho antes de inventarse la moneda (unos 2.500 años), es decir, una poco confiable mercancía intermediaria entre los transaccionistas quienes en lugar de trocar sus mercancías pelo a pelo, bien por bien, lo hacen por dinero.
Un viejo refrán campesino dice: Chivo que salta el tranquero, fuerte que cae al sombrero, así mismito. Ese refrán viene al pelo cuando ya sabemos que si compramos alguna mercancía le pagaríamos con petróleo, por intermediación de esta sui generis moneda.
De manera que nuestro comercio exterior será a punta de trueques, un truque que por tratarse de transacciones de compraventa pagaremos con dinero que será, al mismo tiempo, pagar con petróleo en el caso actual de los Petros recién “acuñados”, recién digitalizados[1].
Así habremos trocado en cada transacción comercial internacional mercancías diferentes como valores de uso. Aunque de iguales valores de cambio.