Hay momentos en los que un líder debe adelantarse al rebaño, lanzarse en una nueva dirección confiado en que está guiando a su pueblo por el camino correcto.
Nelson Mandela – (Autobiografía) El largo camino hacia la libertad
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La candidatura presidencial de Lorenzo Mendoza, presidente de empresas Polar está en el ambiente electoral ante el fracaso político no sólo de la oposición agrupada en la agonizante Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sino en el desastre que ha originado el madurismo y el Partido Stalinista de Venezuela (PSUV) desde la cúpula del poder, al hundir a Venezuela en la peor crisis económica y social de su historia.
Por ello, cuando el madurismo a través de la ignominiosa "constituyente" expresó en voz de Diosdado Cabello que habían decidido "adelantar" la elección presidencial de 2018, no sólo lo hicieron violando la Constitución, o sea recortando forzosamente el mandato al propio presidente de la República, tal cuerpo "plenipotenciario" y "supraconstitucional", como se han autodenominado, lo hace porque también comprende que sus razones de interés político como grupo están por encima de cualquier normativa jurídica y población, aunque semejante decisión implique defecarse sobre aquel librito azul que siempre nos mostraba Chávez en sus distintas alocuciones, y cuyas emblemáticas declaraciones se hicieron una oración cuando decía: "Dentro de ella todo, fuera de ella nada".
Igualmente habría que recordar ese mismo Chávez cuando aquel 14 de abril de 2002, durante su retorno al poder, y después de haber sido sometido a un golpe de Estado, reflexionaba con la propia Constitución en la mano que ese libro era como el Popol Vuh, es decir, con un contenido supremo en cada una de sus líneas, que implicaba no sólo una orden, sino una forma de vida.
En tal sentido, que un gobierno cuyos preceptos de poder estén muy lejos del respeto por la diversidad de pensamiento, así como el barrer las normas constitucionales originadas por el ideólogo de quien dicen representar en el plano político, es decir, Hugo Chávez, resulta muy singular no esperar cualquier cosa de semejante secta de zascandiles, o sea, tener no sólo el ventajismo electoral acoplado a la máxima perversidad jurídica, sino que ante la mínima posibilidad de perder el poder con quien consideren una amenaza para sus implicaciones de perpetuidad gubernamental, apliquen cualquier exabrupto que mitigue o anule al adversario como inhabilitar, sancionar, enjuiciar y hasta encarcelar, además de aplicar normas "extrajurídicas" que tampoco permitan evaluarlo como gobierno desde la génesis del pueblo, como fue la suspensión de un posible referendo revocatorio contra Maduro en 2016, por parte de tribunales regionales quienes pasaron por encima del andamiaje constitucional y nacional.
Y es que además de la degradación ética y moral que impera en el madurismo, esa situación ha devenido en la quiebra actitudinal de una oposición que perdió la brújula en su contexto de orientación política. No sólo por las contradicciones ideológicas, sino que el discurso de estas organizaciones es vacuo, ahistórico, y con una terrible pérdida de credibilidad, lo cual se traduce en que ninguna de sus cabezas visibles o "líderes" pueda emerger como una posibilidad real de alternativa frente al actual poder tiránico, despótico y neototalitario que domina a Venezuela, sin que esto implique que quienes controlan el poder se vean ajenos a una pronta implosión y conmoción social que los dejaría huyendo no sólo de Miraflores sino del país. Verbigracia, tanto en la oposición como en el madurismo, si algo les sobra a ambos en ambas cúpulas es la bradifrenia.
La candidatura extrapartido de Lorenzo Mendoza se ha convertido en una posibilidad que se asemeja a aquella realidad que llevó a Chávez al poder en 1998, cuando los otrora partidos políticos y grupos del status quo, se autodestruyeron en sus aptitudes envueltos con un agotamiento del discurso creíble y esperanzador para la población.
No obstante, hay que dejar claro que Lorenzo Mendoza no ha surgido en la realidad venezolana porque tenga un currículo por haberse metido en cada espacio del pueblo para conocer sus necesidades, sino por la catalepsia política que han conjugado tanto la MUD (oposición) como el PSUV (madurismo), razón por la cual, lo que vemos en el primer grupo se asocia con una jergofasia, y en el segundo grupo en una permanente y vociferada ecolalia de una claque, sobre todo cuando la crítica desaparece en el contexto del poder.
En el medio de esta realidad socio-histórica y política, cuando el madurismo amenaza con llevar a cabo una elección presidencial violando cualquier precepto constitucional, Lorenzo Mendoza se debate entre la izquierda y la derecha como una posibilidad ante la debacle opositora que no tiene ninguna opción de triunfo, pero también ante un gobierno que sólo habla de "promesas y promesas" mientras el país se hunde en la peor crisis económica de su historia contemporánea.
¿Logrará Lorenzo Mendoza sentarse en el centro de una mesa, en cuya izquierda también se sienten los sectores de la disidencia del chavismo (antimaduristas), y en la derecha la llamada MUD, mientras alrededor puedan integrarse factores independientes y aquellos abstencionistas? Sobre esta interrogante ha comenzado la cuenta regresiva, pero si Lorenzo Mendoza realmente tiene al país por delante, es su obligación fijar una posición política que sin mediatintas, exprese si efectivamente aceptaría una candidatura presidencial unitaria que pueda enfrentar al madurismo, o en contrario, rechazar de plano semejante posibilidad. Esa es su obligación moral ante el país. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.