Si de algo carece esta nefasta corriente del madurismo es de estadistas. El estadista piensa primero en su pueblo, antepone sus intereses personales para atender la de su gente, si el presidente pensara de esa manera entendería que el problema es la gestión y no su alrededor, es su persona el problema no son los demás. ¡Ya hubiese renunciado si tuviese algo de vergüenza!.
Ya se cumplió aquella profecía que tanto nos mentaban, Venezuela terminaría como Cuba, se materializó para desgracia de nosotros; el país es un barco a la deriva, dentro y fuera nos han convertido en un desastre; a lo interno pasando penurias.
En ese contexto, a Nicolás Maduro se le ocurre la genial idea de afirmar que tuvimos los mejores carnavales de la historia. En el marco internacional el escenario no es mejor, nos convirtieron en un paria internacional, no hayan qué hacer con nuestro país, ¡Bravo Maduro! Cumpliste el sueño del comandante eterno de transformarnos en un "mar de la felicidad "como la Cuba de Fidel Castro.
Con todo este panorama trágico, no cae en cuenta la clase gobernante que fracasó. Estamos en puerta de un desenlace indeseado, pero esta gente no piensa prestarle atención a las consecuencias, en definitiva nos van a llevar a una guerra. A Maduro pareciera no importarle caminar por encima de los cadáveres de venezolanos con tal de retener el poder. Desapareció todo tipo de humanidad en esta gente, Simón Bolívar una vez exclamó: "Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro", el Libertador entendía que si debía echarse a un lado para que todo funcionara, así debía ser, era un estadista.
No estoy para nada insinuando que el mandatario debe fallecer, no es así, pero debería seguir el ejemplo de nuestro padre de la patria, ¡Ojalá¡ para que nuestra nación recupere la magia que perdió hace unos años atrás, bueno amanecerá y veremos.
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