Llama la atención que la campaña internacional promovida y ejecutada por el gobierno de los Estados Unidos contra la revolución bolivariana, ha tenido un considerable eco en la población que todavía respalda a la MUD, campaña que se sustenta y justifica en la desviación brutal que ha hecho Maduro del plan original que ejecutó Hugo Chávez hasta el momento de su muerte y que ha llevado a una profunda crisis económica que golpea durísimo las condiciones más fundamentales de vida de los trabajadores venezolanos.
Hoy en día una porción significativa de la población considera que la única salida que queda para salir del gobierno de Maduro y superar la crisis económica es con una intervención militar de fuerzas extranjeras. Presenciamos hasta dónde esos sectores, entre los cuales hay mucho pueblo, lamentablemente, han perdido la dignidad nacional y los principios básicos de soberanía.
Una intervención militar de fuerzas extranjeras podría generar una catástrofe de dimensiones históricas para la vida misma de Venezuela como nación soberana. La tolerancia ante una eventual invasión parte de creer como verdades las proclamas en nombre "de la democracia y de los derechos del pueblo venezolano" que vociferan tanto el gobierno de los Estados Unidos como los gobiernos títeres de numerosas naciones latinoamericanas, incluyendo también a las principales potencias de Europa occidental. Cuando en realidad el fondo de su "preocupación" obedece a sus intereses de explotación imperial sobre nuestros recursos naturales.
El proceso de transformaciones que se inició en Latinoamérica a partir del triunfo electoral de Chávez en 1998 es la verdadera preocupación de la burguesía occidental y sus socios menores latinoamericanos. Luego de la derrota electoral del kirchnerismo en Argentina y el derrocamiento del PT en Brasil, los Estados Unidos concentran ahora sus esfuerzos en derrocar al gobierno de Maduro para tratar de ponerle punto final a esta insubordinación de lo que llaman su "patio trasero".
La debacle económica, política y social que ha construido Maduro en cinco años de gobierno ha generado estas reacciones antinacionales que suspiran por una "invasión humanitaria" para resolver una crisis cuya solución nos compete única y exclusivamente a los venezolanos. Como si existiera en la historia imperial de Europa y los Estados Unidos un ejemplo de esa supuesta "invasión humanitaria".
Todas las intervenciones militares del centro de poder occidental tienen por objetivo derrocar gobierno "hostiles" a sus intereses imperiales y apoderarse de los recursos naturales del país en cuestión. Así hemos visto, sin ir muy lejos, en este siglo XXI, con las invasiones a Afganistán en 2001, a Irak en 2003, a Libia y Siria en 2011, y con la injerencia en Ucrania en 2014, como los Estados Unidos y sus aliados desatan guerras interminables que destruyen no sólo los sistemas políticos dominantes, sino que impactan salvajemente en la población civil y en la infraestructura económica, alterando de la manera más negativa posible la convivencia ciudadana y las normas de funcionamiento de los respectivos países invadidos.
Además de que al final las fuerzas invasoras dejan en el poder a unos gobiernos títeres totalmente subordinados al capitalismo occidental, garantizando de esa manera el saqueo despiadado de los recursos naturales del país y la explotación brutal de la mano de obra nacional. Es evidente que una invasión militar extranjera jamás resolverá ninguno de nuestros problemas y al contrario generará otros peores.
Pero en la otra cara de la polarización también tenemos a gruesos sectores del pueblo que respaldan a Maduro y por consiguiente respaldan la entrega vulgar al capitalismo extranjero que se ha materializado en estos cinco años de gobierno, como el Arco Minero del Orinoco, la Faja Petrolífera del Orinoco y el proyecto de Zonas Económicas Especiales (zonas para instalar empresas maquiladoras propias del paquete neoliberal fondomonetarista), rematado con la recién aprobada Ley de Promoción de las Inversiones Extranjeras, en la cual la Asamblea Nacional Constituyente ha cometido una verdadera traición a la patria al permitir que las diferencias entre el Estado venezolano y las compañías extranjeras puedan ser ventiladas en tribunales igualmente extranjeros "cuando se hayan agotado los recursos internos y se haya pactado previamente". Ley que viola descaradamente la Constitución del 99 en su artículo 301 que reza: "No se podrá otorgar a personas, empresas u organismos extranjeros regímenes más beneficiosos que los establecidos para los nacionales".
Históricamente, desde la Independencia, el pueblo venezolano ha rechazado subordinarse a los intereses de los imperios que dominan el capitalismo mundial. El mismo presidente Chávez retiró a Venezuela del CIADI (tribunal que tramita las demandas de las multinacionales contra naciones soberanas) y del ALCA, además de denunciar reiteradas veces al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial por su papel de interventores en las economías de los países periféricos. Pero resulta que Nicolás Maduro nos regresó al CIADI al traer de vuelta a la minera canadiense Gold Reserve, expulsada por Chávez, y pagarle la demanda que el comandante había desconocido y rechazado.
Y ahora la Constituyente remata su labor entreguista al aprobar la fulana ley de promoción de inversiones, que se asemeja a las deplorables leyes que el sometido congreso gomecista aprobaba en los años 20 y 30 para favorecer a las multinacionales petroleras.
De lo anterior se desprende que lo que busca el gobierno de los Estados Unidos no son las riquezas naturales venezolanas, pues el acceso a las mismas ya se los ha facilitado Maduro de una forma similar a lo que hizo Juan Vicente Gómez hace un siglo. Lo que quieren los gringos es aplastar políticamente a la revolución bolivariana tratando de retomar completamente el control del continente latinoamericano, objetivo que lamentablemente pueden lograr gracias a la enorme crisis económica y social que ha generado Maduro debido al entreguismo y la corrupción reflejada en prácticamente todas las instancias del gobierno.
Tenemos entonces que ambos sectores polarizados se muestran conformes con entregar nuestro país a intereses foráneos. Los opositores pidiendo a gritos una intervención militar gringa, y los maduristas firmando contratos y aprobando leyes ampliamente favorecedoras de las mismas multinacionales gringas.
Por eso es que al decir que los problemas de Venezuela los debemos resolver los venezolanos, no sólo estamos fijando una posición clara y firme contra cualquier agresión extranjera que eventualmente pueda concretarse en el marco de esta nueva campaña gringa por controlar totalmente el continente latinoamericano, sino que también nos desmarcamos de manera absoluta del entreguismo proimperialista que desarrolla Nicolás Maduro mediante su plan económico neoliberal disfrazado de "socialista".
Sólo la lucha unitaria, firme y decidida del pueblo venezolano, integrado a las luchas de los pueblos de Nuestra América y de todo el mundo, puede enfrentar al capitalismo mundial y conquistar victorias que redunden en mejores condiciones de vida y de trabajo para la clase trabajadora, que hoy sigue constituyendo la abrumadora mayoría de la humanidad.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 19 de febrero de 2018.