No es un dilema ni una encrucijada. Es una soberana ironía con la cual no puedo hacer nada. Me obligan a mi edad a tener que hacer una cola de horas. Salgo de muy de madruga para en vez de seis horas, pasar cuatro en una cola.
En la mayoría de las veces, el banco me garantiza 10 mil bolos, que no me alcanza luego para regresarme y ya invertí parte de lo que el banco me daría en venirme desde mi casa al banco.
No es que tengo la opción o el dilema de comprar un huevito o una telita de queso pasteurizado. No es un dilema de cuál compro o cuál me gusta más. La situación se resume en la imposibilidad de no poder comprar ni lo uno ni lo otro, porque no tengo tarjeta de débito y si la tuviera; el huevito me costaría el doble.
Las alcaldías tienen una cosa de su propiedad que se llaman mercados municipales y se da la circunstancia, que en estos mercados y que municipales, se permite libremente estas prácticas de quietarle o robarle a la gente el dinero al hacer uso de una tarjeta de débito.
Ya pasó la solución de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), antes de esta solución, pasó la solución de Ramos Allup, Julio Borges y está pasando la de este dinosaurio, actual presidente de la Asamblea Nacional, cuyo nombre se me olvidó y no me da la gana de acordarme de este dinosaurio.
Mientras no puedo tener mi dinero de mi pensión, ni puedo tener la esperanza de comprar un huevito a 16 mil bolívares, Nicolás Maduro junto a Diosdado, me ofrecen una mega-elecciones que no sé para qué coñ.. me servirán.
La solución ahora es una mega-elecciones. Ya las otras no sirvieron para nada incluyendo la de la ANC. Yo sigo en una eterna cola para 10 mil bolívares, Maduro ofreciendo soluciones como un mago, el huevito para arriba y la magia no funciona.
Estamos entre un golpe y unas megas elecciones para dejar las cosas iguales, porque en definitiva, es casi el mismo negro con diferente cachimbo. ¡A desalambrar!
Sigo haciendo la cola para que me den de a poquito mi dinero, pero espero por una nueva opción electoral. No cualquiera opción. Una, que no sea un neoliberalismo disfrazado de revolución ni un neoliberalismo bajo la batuta de la derecha.