Como otra prueba de sindéresis revolucionaria venezolana, entiendo igual que la inmensa mayoría sensata, que no solo es viable, sino perfectamente legal, la proposición de disolver la inútil, inoficiosa, descalabrada, mal llevada y para complemento convertida en estorbo legislativo y mal ejemplo, Asamblea Nacional, electa en Diciembre 2015 y de la cual no se acuerdan ni sus Diputados principales y suplentes, que no asisten, no hacen quorum ni en las comisiones, y solo están aprovechando la inmunidad parlamentaria, para disfrutar beneficios que tradicionalmente han tenido las diputaciones en Venezuela, pese a estar de capa caída desde las atrocidades de Ramos Allup, y las necedades vende patria de Julio Borges, a las que se unen la modorra que inspira Omar Barboza, recién electo para suceder a figuras caracterizadas por darle la espalda a su país natal, acudiendo a intereses extranjeros, desprestigiando la historia política en uno de los hemiciclos de El Capitolio Federal, icono en pleno centro caraqueño.
A esa AN en desacato, decretado por el TSJ, le llegó el turno de disolverla en forma ajustada a la Constitución, y llamar al pueblo a elecciones. A N que en los últimos 28 meses sólo aprobó inutilidades, apoyo a prófugos, e intentó por salvar de la justicia a asesinos del terrorismo guarimbero, o cualquier rubiera social, en lugar de servirle a la oposición, que en mayoría circunstancial derrotó los "ojitos de Chávez", con "la manito", bajo la promesa de la última cola. Les arropó la impudicia de promover el descalabro homicida del país, perjudicando a chavistas y opositores, instrumentando la hiperinflación, el contrabando de extracción y el bachaqueo, desde el solitario trabajador informal vivián, hasta empresas que esconden alimentos y dejan vencer medicinas, defendidos por parla-vagonetos con carnet de Diputados. La A N opositora está madura cual mango en temporada. La dirigencia adversaria a la revolución bolivariana luce más decadente que nunca, desacertada y sin líderes.
