La memoria en peligro

Durante los años sesenta y setenta, el Cuartel San Carlos en la ciudad de Caracas fue utilizado como centro de detención y tortura de los Presos Políticos en el país. En esa construcción rústica donde fluyen los aires frescos del Avila, operaba el terrorista Luis Posada Carriles y su combo, cuando trabajaba como director de contrainteligencia en la vieja DISIP. Hoy en día, Posada Carriles esta a punto de obtener la libertad en los Estados Unidos, a pesar de la cantidad de evidencia contundente que existe en los propios archivos de Washington que demuestra su autoría de la voladura del avion cubana en octubre 1976 y más de cien otros actos terroristas que causaron la muerte de cientos de personas inocentes. Además de ser terrorista internacional, Posada Carriles era represor y torturador de activistas políticos de la izquierda rebelde aquí en Venezuela hace tres-cuatro décadas. Muchos de sus víctimas siguen vivas hoy en día, y aunque sus compatriotas fueron asasinados en aquel época y ellos mismos fueron torturados y maltratados, su memoria y su historia representan una parte formadora de la patria venezolana que hoy en día influye de manera importante sobre la revolución bolivariana.

Hay docenas de luchadoras y luchadores de aquel época que siguen activos en el proceso socio-político que se debate y se construye en la actualidad. Hay aquellos y aquellas que estan con la revolución y otros y otras que estan con la oposición. Pero todos y todas comparten esa memoria colectiva de la represión durante los años sesenta y setenta, los desaparecidos, los asasinados en sangre fría por ordenes del gobierno del aquel entonces, los torturados y los silenciados. El Cuartel San Carlos fue un lugar de reunión inesperada para estos veteranos y veteranas activistas; un lugar donde pasaron por la violencia, el abuso, la crueldad y la inhumanidad de las fuerzas gubermentales de esa época, pero también fue un símbolo de su lucha, de su lealtad a sus ideales y de la fieldad entre compañeros y compañeras.

Hoy en día, el Cuartel San Carlos representa el pasado no muy lejano, pasado que nadie quiere ver volver, que nadie quiere volver vivir. Pero la única manera de asegurar que nunca suceda de nuevo es justamente preservando la memoria y la historia de las atrocidades que sucedieron allí. Hace unos meses, el Instituto de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura comenzó un proyecto que muchos pensaban era para restaurar el Cuartel San Carlos y convertirlo en un museo histórico para que toda y todo ciudadano pudiera conocer esas bárbaridades que ocurrieron allá hace décadas, y para recordar los fieles y fuertes camaradas que perdieron sus vidas o fueron heridos en la lucha por un mundo mejor. Desafortunadamente, este proyecto no se ha cumplido, y peor aún, los encargados de preservar y restaurar el Cuartel San Carlos lo han destruido. Hoy, permanece un pendón ancho y largo que tapa el desastre que estan haciendo adentro. Destruyeron ya las oficinas de Posada Carriles y su gente; convertieron en polvo las salas de tortura, las celdas de los luchadores y las luchadores estan en ruinas; y hasta en la celda del Presidente Hugo Chávez, que estuvo preso en el Cuartel en el año 1992, le quitaron su reja original y pintaron sobre sus escritos y dibujos que colgaban como historia en la pared.

Es una verdadera injusticia que debe ser rectificado por el Instituto de Patrimonio Cultural. Aún se puede salvar el Cuartel San Carlos, aún se puede reconstruir lo que destruyeron, y aún pueden trabajar juntos con la asociación de presos políticos que pasaron años de sus vidas encerrados en ese lugar, para poder convertirlo en un sitio de enseñanza, de aprendizaje y de homenaje a todos y todas que sacrificaron sus vidas y su libertad para cambiar el país. Hoy más que nunca esa memoria esta viva, y hoy es cuando tenemos el deber de recuperarla y aprender de ella.


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Eva Golinger


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