"Y ¿Por mi culpa, qué?" Ramírez, no lo dice

No me extraña que a estas alturas, quienes se hacen eco de los comentarios dominicales de Ramírez, ya se estén cansando de los mismos, en los cuales abundan las culpas hacia los demás, mientras se presume de perfección en lo que se realizó en el cumplimiento de sus obligaciones como presidente de PDVDSA. Casualmente en su último artículo: "Las caras de Judas" se suelta en epítetos nada agradables para quien va dirigido. Parece que el odio arraigado en su mente, no le hace ver lo que realmente acontece a su alrededor, pero si lo que sucede alrededor de los demás. Es lógico que, ante esta situación, puede haber mucha gente que perciba la manera tan fácil de como Ramírez exige a los demás y de cómo ve la paja en el ojo ajeno, pero no admite la viga en el propio.

Está claro en su artículo, que su odio a Maduro, en primer momento, parece ser por haber "traicionado el legado de Chávez" Tal traición le hace merecedor del nombre de Judas, que históricamente es conocido como aquel que entregó a Cristo, después de besarlo. Para Ramírez, el término traidor, es equivalente a ser cínico, violento, intolerante, indolente, desleal, prepotente, adorador del poder. Imagino que ante esta retahíla de calificativos, Ramírez debe descansar, tomar aire y nuevamente, seguir con más calificativos: mentiroso, engañador, improvisador, es decir, parece no haber un etcétera.

El "traidor" que maneja Ramírez, no lo ubica en los contratiempos que se han tenido en Venezuela en el orden económico, en donde ha prevalecido la intervención foránea, y trata de obviarla, y además, no refleja en su escrito las razones que hacen que la comida y los alimentos no estén llegando a los más humildes, aunque el gobierno, con Maduro a la cabeza pudiera tener también su porcentaje de culpas.

Ramírez, parece no entender que a raíz de la muerte de Chávez, todo debía cambiar, al mismo ritmo del cambio de los tiempos y debido a la imposición de nuevas situaciones, por quienes quieren acabar con la revolución bolivariana o el chavismo. Su escrito se diluye en remembranzas, y se ubica en los espacios en donde él se movió. Las misiones siguen allí, un poco de bajo perfil por la situación que pasamos, pero creo que la gente sigue movilizada, a propósito de las nuevas estrategias para la captación de masa. Eso hay que hacerlo. Lo que pasa es que en el afán de echar culpas a los demás, Ramírez no ha pensado todavía, en la reacción y acción que pudo haber tenido el presidente Chávez, ante la misma situación por la que ha pasado Maduro.

Total, Ramírez se desata en acusaciones que solo quedan como una especie de amenazas, quizás buscando intimidar al Judas y al entorno, que le confronta. Cita todos los elementos que han sido "traicionados" por Maduro y las formas en que lo ha hecho, y luego agrega calificativos para dar fuerza a sus palabras. Sigue negando su participación en los hechos de los cuales se le acusa.

Creo que las palabras de Ramírez, sobran, están vacías y son las más fuertes y directas que ha hecho en contra del Judas de su objetivo: Maduro. Por eso es que digo que, sus palabras no consiguen eco y se pierden en el vacío. Con este escrito lo percibo cayendo en la bajeza, aunque tenga sus razones para hacerlo. Detrás de toda su argumentación aflora la impotencia por la situación política en que se encuentra. Sin embargo, el que no la debe no la teme. Debería afrontar la justicia venezolana y reconocer que el perfeccionismo que cree haber tenido en la conducción de PDVSA, ya no es tal, porque él ha dejado muchas evidencias en sus escritos, que lo delatan en relación a la forma en que dirigió a dicha empresa.

 



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Jesús Rafael Barreto


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