No solo el petróleo es nuestro, sino que hoy es totalmente cierto que nuestras riquezas petroleras no las tenemos embargadas al Banco Mundial, ni al BID, o al pavoso FMI, ni a organizaciones del capitalismo salvaje, que por algo nos cercan, impiden la llegada de medicinas, actitud de guerra económica letal de las peores del mundo en el sentido criminal y salvaje, aunque se escuden en proclamar falsamente la presunta "falta de democracia en Venezuela…", pese a que tienen frente a "sus narices", hablando coloquialmente, 25 procesos eleccionarios con asistencia de observadores, veedores y testigos, auditorías (todas las que ha pedido en su momento la oposición), y afortunadamente acompañadas del fervor alegre y pacífico del pueblo venezolano, que le gusta votar.
Somos soberanos, protegemos no solo el petróleo, sino nuestro oro, coltán, H2O, uranio, acero, aluminio, etc. y más etcéteras. En este panorama asombra la reconocida por impertinente conducta del grupúsculo de Cardenales y Obispos en la Conferencia Episcopal Venezolana, a la que desde hace años bauticé en artículos de opinión por la prensa nacional y en programas radiales, CEV -Comunidad Engañosa Venenosa-, que, esta vez pide "cambio de fecha para los comicios". Se trata de la cuota 2018 de última hora en campaña electorera, por esos politiqueros de tercera y quinta categoría, que enrarecen con su comportamiento las sotanas y clergyman.
Cada momento más lejos del mayoritario pueblo católico nacional, el colectivo podría recordarles al Profeta ISAIAS que predijo la pasión de Jesús 7 siglos antes que ocurriese, y que lo imiten diciendo "Benditos porque anuncian la paz al mundo, lleváis agua de Dios a los cansados y hambre de Dios a los hambrientos." La CEV lleva hambre de odio, no critica públicamente ni en privado a quienes bendijeron y bendicen la violencia política en el país y el mundo, incapaces de darnos mensajes de paz, en sus comunicados y homilías.