Por estos días con la rabia de la oposición, o con la alegría de los vencedores revolucionarios, es frecuente oír provocadores en cualquier parte y de manera notoria decir en voz alta, "yo no me explico cómo hay gente tan bruta que aún vota por Maduro". Sin embargo es evidente que afortunadamente nuestra población pacífica por naturaleza no acude a la violencia física, prefieren desentenderse de los gruñones y su amargura, y si se presentan discusiones, estas pasan de la discusión a lo que solemos llamar "mamaderita de gallo...". Con humor criollo a flor de labios, el venezolano o venezolana evita hábilmente cualquier enfrentamiento inútil. Ante esta situación, y habida cuenta del llamado al diálogo hecho por el reelecto Presidente Nicolás Maduro Moros, sería ideal que los medios de comunicación social evitásemos sesgos que prostituyen el profesionalismo necesario en la misión del periodismo, que se pierde en las campañas electorales, o en circunstancias de polarización política como las que vivimos, en las cuales abundan los periodistas que incitan a mayor división ideológica, entre lectores, oyentes y televidentes.
Si con verdadera fe en el futuro del país en paz, actuásemos, le haríamos imposible a presuntos o descubiertos malos hijos de la patria, propósitos de conducta que siempre obedecen a intereses monetarios, sin tomar en cuenta el auténtico sentido de servicio a la patria soberana. Seis millones 225 mil votos a favor de un gobierno que ha padecido un despiadado ataque comunicacional internacional, escasez de todo lo necesario en el transcurrir vital del día a día, prácticamente marca un record, gracias a que el gobierno socialista ordenó medidas de protección a la población, debiendo acudir a reservas monetarias, e inteligentemente al equilibrio diplomático. Venezuela bolivariana evidencia al mundo por qué no ha sido ni será derrocado su régimen democrático, teniendo en cuenta que en condiciones similares otra administración hubiese sido expulsada y al efecto hay numerosos ejemplos internacionales.