Alquimia Política

Maduro 2019-2025: ¿fracasó el socialismo?



“Me enorgullece decir que a Richard Nixón
se le conocía como un sinvergüenza en la cocina
de nuestra casa veintitantos años antes
de que la mayoría de los norteamericanos
empezaran a comprender que eso era una
auténtica posibilidad…”
PHILIP ROTH
(Escritor nortamericano, 1933-2018)




En el 2017, en el portal larepublica.net, el académico Carlos Denton, se respondió la pregunta: ¿Qué es capitalismo salvaje? Según él, “…al usar el adjetivo salvaje quieren distinguir de otro tipo de capitalismo que no es salvaje y esto último normalmente está compuesto de micro y pequeña empresas que es otra manera de describir los negocios que tienen menos de diez empleados, incluyendo el dueño…Fundamentalmente, aunque nunca lo dicen los que usan la retórica, el capitalismo salvaje es cualquiera donde el dueño recibe utilidades…Los que se refieren a los empresarios como salvajes también argumentan, como lo hace una líder de los sindicatos de educadores, que son explotadores de los trabajadores y que deberían pagar más impuestos sobre sus ganancias jugosas. Las caricaturas presentan a los dueños como gordos, avariciosos, y, por qué no decirlo, sinvergüenzas…Apoyan estos grupos a la revolución bolivariana que ha provocado un total colapso de la economía de mercado (otra palabra que tildan de fea) en Venezuela que ha convertido proporciones importantes de la población en bachaqueros, término usado para pequeños empresarios que trabajan en el mercado paralelo para lograr que por lo menos algunos puedan disfrutar de papel higiénico, pañales, arroz y leche.”

Como lo muestra Denton, que es una voz de análisis desde Centroamérica, por más discurso que se quiera hacer que busque marcar la diferencia entre la revolución bolivariana y el neoliberalismo, entendiendo éste como la libertad económica del “laissez faire”, donde el Estado es relegado a una simple actividad de gestoría y gerencia; la realidad muestra que en la Venezuela revolucionaria lo que impera es capitalismo salvaje y en mayor proporción e incidencia negativa que como se da en el capitalismo global, porque éste escenario neoliberal tiene condiciones para soportar la jauría de la especulación y la pillería en la actividad de mercado. En este escenario de capitalismo salvaje se da el nuevo período 2019-2025, para Nicolas Maduro, con un liderazgo aún bajo tensión y observación, y con una cultura política que busca reforzar los vínculos con el ideario de Hugo Chávez, al rescatar de los planes de desarrollo económico y social que vienen desde el 2007, algunos elementos que por razones de la conflictividad política no alcanzaron desenvolverse con toda su intencionalidad y plenitud de políticas públicas.

En este aspecto, al asumir Maduro su nueva magistratura ha orientado su período de Gobierno en razón de seis líneas fundamentales: primera, un diálogo y pacificación de Venezuela, para lo cual entregó una propuesta a la Comisión de la Verdad de la Asamblea Nacional Constituyente, solicitando la liberación de aquellas personas “que no hayan cometido crimen o asesinato” y se encuentran presas desde las manifestaciones antigubernamentales de 2014; la segunda línea, avanzar hacia un acuerdo económico productivo y promover el fortalecimiento de los Comité Local de Abastecimiento y Producción, CLAP; la tercera línea, una lucha renovada y frontal contra todas las formas de corrupción, haciendo énfasis en una nueva ética patriótica; la cuarta línea, profundizar la educación y políticas de protección social, así como las Misiones y Grandes Misiones; la quinta línea, fortalecer la defensa de Venezuela y sus instituciones ante los ataques del imperialismo; y la sexta línea, seguir llevando el proceso revolucionario en Venezuela, hacia el socialismo, ratificando la idea de un socialismo del siglo XXI, cristiano y bolivariano; extrañando que no haya colocado “chavista”, en virtud a que Chávez en su ejercicio de gobierno brindó aportes significativo a la construcción de ese socialismo del siglo XXI.
La Venezuela que le toca “resolver” a Maduro, es un país, como he indicado en otros artículos, con una carga inmensa de burocracia política, con intereses supremos en fortalecer una maquinaria electoral cautiva y no en Gobernar a un pueblo. La deficiencia mayor del escenario económico y político que se le presenta a Maduro, es su divorcio total entre la realidad social del pueblo (madurista y no madurista), y las políticas públicas de salvaguarda de las necesidades. En Venezuela, en lo que corresponde a la alimentación y a la salud, se está en crisis profunda; la inseguridad persiste como una debilidad que ha venido creciendo exponencialmente, y la educación la sostiene la norma constitucional que le da carácter de gratuidad y responsabilidad del Estado por cuidar su desenvolvimiento bajo condiciones ideales, hoy un docente universitario, por decir un ejemplo, de categoría Titular, no llega a diez dólares mensual (tomando un referente internacional importante), y la deserción estudiantil sobrepasa el 70%, esto sin caer en argumentos que califiquen la calidad educativa de la educación Universitaria que ya es bastante cuestionada al no apreciarse un perfil consolidado de docente con vocación para la investigación y la extensión universitaria, ni qué hablar de la docencia, donde no hay pertinencia ni saberes para enfrentar la competitividad en el campo profesional de formación académica.
¿Tenemos salidas ante esta realidad socio-político a las que nos lleva la continuidad de Maduro en el Poder? Seamos sinceros: las alternativas de la oposición no iban a plantear nada nuevo para superar el estado de crisis en que estamos, pero al menos, al darse un cambio, se iban activar las fuerzas del capitalismo global e iba a ser posible aliviar con mayor prontitud, efectista claro está, uno de los males más sensibles: el desabastecimiento de alimentos y medicinas.

El mantenerse Maduro implica una trocha más larga de estos padecimientos de “guerra económica” y bloqueo internacional, el asunto no es si Maduro está o no en el Poder, el asunto es que ya a los venezolanos se les acabó en plan “B”, “C”, “D”, entre otros; no se aguanta el peso de la inflación y se está ante una economía de guerra cuyos muertos somos dados de baja por ser constitucionalistas y democráticos. Es decir, morimos sin pelear, solamente nos cierran el grifo de artículos de primera necesidad y vamos muriendo poco a poco. Debe prevalecer en el pensamiento del Presidente la idea simple de “arreglar esto”, partiendo de un descabezamiento de toda la membrecía adulante que le ha llevado por este camino de espinas que es la confrontación y la división de clases. Estamos de acuerdo en un proceso de reconciliación, de paz, de rescate de la dignidad nacional, pero no podemos abalar discursos que prometen un socialismo inexistente, que no termina de aparecer, y un capitalismo cada vez más vigoroso que no termina de morir. En la guerra los soldados tienen sus armas y pueden sobrevivir o perecer, pero en esta guerra de cuarta generación, en estas batallas de todos los días por sobrevivir, no tenemos cómo defendernos y no contamos, así estemos formados para ser útiles a la Patria, con un salario digno con qué ganar las batallas, bloqueando la esperanza de ganar la guerra.
He sentido que volvemos con el discurso populista, con planes y proyectos que deben activar la economía en algún momento, pero cuando se aprecia que solamente menos de la mitad de la población que tiene el carnet de la Patria, está con derecho de que se le auxilie con “balas” para poder enfrentar al monstruo de la especulación, sentimos que vamos en retroceso. El carnet de la Patria, como instrumento de diagnóstico estratégico situacional para las políticas públicas está bien, para medir necesidades, perfiles conductuales de la población, pero como instrumento de segregación es inaudito, es inaceptable, porque no se le puede negar la salud y los alimentos a ninguna persona que por determinada situación no tenga el dichoso carnet. Ahí se debe rectificar, mantener el instrumento como un apoyo gerencial, pero no como una exigencia para acceder a los derechos consagrados por la Constitución y las leyes de la República Bolivariana de Venezuela.
En concreto, se está en un país donde campea el capitalismo salvaje y tal como lo describió, desde una predicción inusual en cientistas sociales, Emeterio Guevara Ramos (en su ensayo “El capitalismo salvaje”, 2008), hay un “…resultado del capitalismo salvaje que no se puede censurar en cualquier otra cosa; la gran inestabilidad de empresas y trabajo es mucho más que la economía del fluido, igual que en otros tiempos de gran prosperidad, tal inestabilidad causó por el acelerado cambio estructural esa desregulación, dejando por otro lado cambios tecnológicos y la promoción de la reglamentación. Cada día de la semana, corporaciones grandes y pequeñas se unen a economías de balanza y eliminan duplicación de empleados de la oficina principal…El capitalismo salvaje ha estado barriendo el mundo desde la década de los 70's, y que ha resultado de ganancias espectaculares en la productividad por la revolución que ha causado el uso de la computadora, y ha hecho a muchas personas muy ricas. ¿Pero ha sido una cosa buena para la sociedad en total? Esta es la pregunta debatida y que compromete a este capitalismo… Vendrá una oleada de gobiernos de izquierda con cualquier apelativo político: socialdemócrata, popular, populista, cristiano popular, centroizquierda, etc.; entonces, no será la pobreza la que ponga en riesgo la democracia, será el miedo al desclasamiento. Ese proceso que elimina las clases sociales para sólo dejar dos bandos: ganadores y perdedores del proceso global.”
En una postura crítica radical y de sentencia, uno de los que fuera el ideólogo del socialismo del siglo XXI, Heinz Dieterich, expuso, dos días antes del 20 de mayo del 2018 (día de elecciones Presidenciales en Venezuela), lo siguiente: “… El gobierno de Maduro está condenado a colapsar relativamente pronto, por el aislamiento internacional... Se volverá más represivo, implementando la reforma constitucional e imponiendo el Estado comunal, que es, esencialmente, el Estado de Mussolini con control total del poder… El bolivarianismo hemisférico le sirvió en su momento como paraguas protector al Madurismo. Sin embargo, esto se acabó ya… El imperialismo occidental sabe que la caída del régimen es inevitable… Sin los generales faccionistas Padrino López y Néstor Reverol… Maduro ya no estaría en la presidencia… Hay una tercera fracción de oportunistas deleznables… Allá están Tarek William Saab, Alí Rodríguez y muchos otros… A partir del 21 de mayo… Arreciará la presión internacional, habrá nuevas sanciones de Washington y Bruselas y del Grupo de Lima… Maduro avanzará una nueva Constitución, hecho a la medida… El éxodo de la emigración venezolana se intensificará; la economía colapsará… Washington pasará a la fase del regime change y el inicio de la agresión paramilitar… Un conflicto intra-militar abierto es muy probable al igual que una mayor intervención estadounidense vía el Comando Sur y la Cuarta Flota de Washington”.

En lo expuesto por Dieterich, hay mucho discurso imperialista, agitador; pero no por ello debe ser algo que se desestime, el tablero internacional se mueve en razón de desarticular la paz interna; son posturas que deben apreciarse como alertas, invitando al Presidente Maduro a que formalice un proceso agudo de Revisión, Rectificación y Reimpulso, a todo, absolutamente a todas instituciones y a las políticas públicas, y tener la previsión de cambiar el modelo económico, de lo contrario seguiremos nadando contra corriente en un mundo global que nos absorberá y nos desintegrará, sin ni siquiera darnos cuenta si tenemos o no Patria.
(azocarramon1968@gamil.com)



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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