Mientras en Chile, Colombia, Paraguay, Argentina y Brasil, su juventud desasistida solicita la gratuidad para la educación, en Venezuela donde el socialismo siglo XXI preconizado por el Presidente Chávez, municipalizó la educación pública universitaria, hay quienes convencen a jóvenes que estudiaron en hospitales del Estado venezolano y se graduaron de médicos, para protestar contra la administración socialista, y hacerle el juego a la contrarrevoución antibolivariana, que no esconde su deseo de sacar del poder al chavismo, y cumplir su anunciado propósito de privatizar y encarecer la educación, la salud, y aumentar el costo de los servicios básicos, por considerar que deben pasar al capital privado.
Obedeciendo el plan de la derecha internacional y sus vasallos criollos, que dentro y fuera de Venezuela aplauden una posible intervención o la feroz invasión extranjera, solicitada por varios traidores y traidoras de la patria, una vez agrupados en el sindicalerismo vagabundócrata que heredamos de la adecopeyanquicracia, reclaman aumentos de salarios, van a las calles a levantar sus voces porque "están pasando hambre", y, sin considerar que han sustituido a los cubanos en la Misión Barrio Adentro, se declaran en huelga, exigiendo beneficios personales, con el descaro de dejar de atender a los pacientes. En pocas palabras algunos de esos nuevos médicos, se venden al capitalismo salvaje de la medicina privada, desafiante y en general violadora del juramento de Hipócrates.
El problema radica en no descubrir y castigar la infiltración que ha hecho la contrarrevolución en organismos públicos, pues se suceden cambios a cada rato en el ministerio del poder popular para la salud, debido al incumplimiento y relajo laboral en el organismo ministerial, donde ha habido descuido y atraso en los pagos al personal del Seguro Social y Barrio Adentro, justificando operación morrocoy y las protestas. En definitiva, la revolución debe saber dónde están los enemigos que hacen de la ineficiencia en tan importante despacho, una permanente fuente de corruptelas, robo de medicinas, inoperancia y pérdida de valores. Es necesario excecrarlos pues siguen enquistados y bajo protección sindicalera, la élite que maneja el desempeño laboral, en el indispensable ámbito de la atención socialista a la salud del pueblo.