Reflexiones ingenuas: "tiempo del pueblo y tiempo para el pueblo"

Definitivamente, el tiempo del pueblo no es el mismo que el tiempo para el pueblo, aunque parezcan iguales.

El tiempo del pueblo es infinito, si es que nos referimos a la esencia de la revolución en el entendido que para los revolucionarios la revolución debe ser un acto histórico en el cual se concreta el pasado, el presente y el porvenir, y el porvenir es la proyección de la vida, de la especie humana, de la tierra, del universo. La revolución es un sueño que trasciende las barreras del tiempo. Es eterna.

Pero el tiempo del pueblo debe ir acompañado del tiempo para el pueblo. La dirigencia revolucionaria, la vanguardia, la militancia debe entregarle su existencia, su esencia al pueblo ya que en definitiva son lo mismo. Toda revolución es un acto en el que se fusionan las masas revolucionarias, el pueblo transformador con los dirigentes, la vanguardia.

Un fisura entre ambos se traduce en la pérdida de la revolución ya que el uno sin el otro no avanzan, no caminan y en consecuencia se pierde el futuro y el porvenir como sueño libertario.

El pueblo, en su accionar revolucionario, reclama sus derechos, impone sus aspiraciones, sus perspectivas, sus sueños. Los dirigentes diseñan las estrategias, canalizan las acciones para satisfacer los deseos del pueblo. Ahí está la dialéctica. Sin dialéctica no hay revolución.

La Revolución Socialista Bolivariana tiene 20 años en proceso. En sus inicios el volcán revolucionario hizo erupción conducido por su máximo líder Hugo Rafael Chávez Frías, acompañado de un equipo que, si bien no estaba a la altura del compromiso que les imponía el soberano y su máximo dirigente, dio pasos importantes para ir consolidando las aspiraciones populares.

El escenario, difícil, escabroso se fue allanando en parte y se lograron avances, progresos en la construcción de una sociedad justa, incluyente, soberana. Pero también hubo trabas, escoyos, dificultades. Aun así el pueblo y el líder indiscutible mantenían una unidad indisoluble mientras que los funcionarios del gobierno (Ministros, Gobernadores, Alcaldes, Diputados, funcionarios públicos) se iban distanciando cada vez más producto de la desidia, burocracia, ineficiencia, corrupción ocasionando una progresiva y lenta distancia entre gobernantes y gobernados.

La muerte prematura e inducida del Comandante truncó los sueños del pueblo en ver coronada la revolución bajo la conducción del Comandante Eterno.

Nombrando sucesor a Nicolás Maduro solicitó al pueblo la confianza y apoyo para que él siguiera y concretara el proceso revolucionario, es decir, mantuviera vivo el tiempo eterno de la revolución, del pueblo y solicitó a su designado seguir atendiendo con premura y prestancia las necesidades del soberano.

Desde el inicio de su gobierno, después de haber ganado la elección presidencial, Maduro ha afrontado dificultades externas tales como la guerra económica, guarimbas, sabotaje interno y externo. Pero también un incremento de la corrupción, ineficacia, burocracia que a esta fecha llegan a niveles intolerables.

Si bien es cierto que recibió un país con un sinfín de problemas muchos de ellos producto de la despiadada política internacional destinada a agotar y destruir la revolución socialista, así como la corrupción, la ineficacia y el burocratismo de los funcionarios del gobierno y de las organizaciones de base, militancia del PSUV, consejos comunales.

Durante el gobierno de Maduro los niveles de corrupción, ineficacia, ineficiencia, abuso de poder, enroque en el nombramiento de los ministros, atornillamiento en los cargos del alto gobierno por parte de los uniformados, bachaqueo se han incrementado a niveles insoportable, al igual que el costo de la vida, desabastecimiento, falta de efectivo, ausencia de medicamentos, servicios público, transporte, agua potable, fallas en los servicios básicos como electricidad, gas doméstico, combustible y un sinfín de soluciones para las necesidades de la población, es decir, el tiempo para atender al pueblo se ha desvanecido.

En medio de una cruenta guerra económica en el año 2017 solicitó al CSE la convocatoria a una elección para Asamblea Nacional Constituyente proceso en cual resultó vencedora la opción gubernamental. Con esta doble victoria se logró apaciguar las guarimbas, neutralizar la derecha y la convocatoria a elecciones para elegir gobernadores, alcaldes en las cuales resultó vencedor el partido de gobierno.

En el año 2018 el CSE llama a elecciones para Presidente. El pueblo usó su tiempo para acudir a cumplir con el llamado de Maduro y votó a su favor, esperando acompañarlo en su lucha contra la guerra económica tal como solicitó en su campaña electoral.

Hoy el pueblo ocupa su tiempo sólo haciendo colas para comprar alimentos, medicinas, esperar transporte, ser atendidos en las instituciones públicas, hacer colas en el banco para sacar tan sólo 50.000 bs. en efectivo, mientras espera que el gobierno dedique tiempo al pueblo para presentar un proyecto de gobierno, un proyecto de país, que sea atendido en las instituciones del estado, sea invertido el tiempo en visitar las comunidades, dar soluciones a los problemas más ingentes de las comunidades, remover funcionarios venales, es decir, gobernar en el sentido revolucionario del término.

El tiempo para hacer revolución se acaba. La imbricación pueblo-gobierno se ha perdido. Las solicitudes, pedidos, ruegos que el pueblo hace al gobierno no son atendidas, no hay tiempo para atender al pueblo por parte del ejecutivo. Sólo tiene tiempo para resolver el problema de mantenerse en el poder y permitir a las mafias internas enriquecerse a costillas del erario público, de los negocios en dólares para engordar su riqueza personal y de sus negocios.

Ni la Asamblea Nacional Constituyente atiende ni consulta al pueblo, ni las Gobernaciones, ni los Alcaldes, y mucho menos el ejecutivo que ha sido incapaz de consultar a la ANC o de atender sus recomendaciones y sugerencias, ni de atender las denuncias por parte de las comunidades, organizaciones populares, colectivos.

La imbricación dialéctica pueblo-gobierno se ha roto y ya las masas no confían en su vanguardia, ésta ha perdido la unión con el soberano y con esta ruptura hay el peligro de un salto al vacío, a lo desconocido, a lo indeseable, a un giro cuanti-cualitativo hacia el pasado, un retroceso histórico.

Como se dice en futbol, estamos en los minutos de descuento, si no hay gol el gobierno pierde el partido y quien sabe cuál será la conducta de sus hinchas.

Hay experiencias que ojalá no se repitan en nuestro país. Ojalá no.

Las respuestas por parte del gobierno son ahora o nunca. Para luego es tarde.

Hacia la victoria siempre. Venceremos.



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Carlos M. Rodríguez C.

Estudió en la UCV. Docente jubilado

 carrodcas@gmail.com

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