Entre el control y la apertura

A medida que la crisis económica y social se extiende en Venezuela, las opciones que se presentan a la opinión pública giran como un péndulo entre dos opciones extremas que se presentan como exclusivas y excluyentes: apertura total a los movimientos de capitales y al mercado cambiario, o inflexibilidad y controles rígidos y autoritarios.

Con la experiencia, he aprendido que en la realidad las opciones posibles son generalmente muchas más que dos.

En la actualidad, aunque cada día que pasa la crisis se agrava, forzando a la adopción de un plan cada vez más urgente, con un conjunto de medidas más extremas, no pensamos que las opciones que se presentan al pueblo venezolano sean exclusivamente estas dos; y podría descartar con argumentos consistentes la aplicación de medidas inspiradas en este tipo de recomendaciones.

En primer lugar, es conocido que las medidas a favor del libre mercado, incluyendo el libre mercado cambiario y financiero, generan gran inestabilidad económica en los países que las aplican. Mucho más en el caso de tratarse de un país relativamente pequeño, con una economía muy abierta al resto del mundo y con un pequeño mercado financiero como es el caso de Venezuela, que para mayores problemas atraviesa por una grave crisis económica, caracterizada entre otros rasgos por la hiperinflación y la caída prolongada de la producción. La adopción de medidas orientadas a abrir completamente el mercado cambiario y financiero en Venezuela, en lugar de promover el ingreso de capitales, provocaría una mayor salida de los mismos y un empeoramiento de la situación.

En relación con la adopción de mayores controles en el marco de una crisis de las capacidades institucionales y estatales, esto no haría sino terminar de asfixiar la economía, ahogando las escasas fuerzas dinámicas que prevalecen.

Entre ambas opciones podemos ensayar con un grupo de medidas heterodoxas y flexibles que rescaten el crecimiento y la dinámica de las fuerzas productivas nacionales, elevando simultáneamente las capacidades institucionales para mantener controles estratégicos, generar confianza y estimular el crecimiento económico.

Estas medidas heterodoxas incluyen en nuestra opinión algunas de las siguientes: retomar el control estatal sobre las utilidades de la industria petrolera al tiempo que se promueve la asociación con capitales extranjeros que permitan elevar la producción y aportar capitales nuevos para la inversión; segmentar el mercado cambiario distinguiendo entre transacciones prioritarias, discriminando por la índole colectiva de los fines o necesidades que buscan satisfacer, y dar simultáneamente espacio a un mercado privado de las divisas, en donde se pueda transar libremente las divisas entre particulares para fines exclusivamente particulares o privados. Este último segmento estimamos que debe significar aproximadamente un 20% de la demanda total de divisas. Ambos segmentos del mercado ofrecerían divisas mediante subasta permitiendo la flotación del valor de las mismas, contando siempre con algún grado de intervención estatal. Es claro que, en el primer mercado, las variaciones serían menores y el tipo de cambio más bajo y controlable; aunque, igualmente es de esperar, las diferencias entre ambos segmentos tenderán a reducirse. Para acompañar estas medidas habría que adoptar otras de tipo fiscal, monetario, financiero, e incluso acciones de política social y un régimen de precios de bienes esenciales pues urge compensar y recuperar los niveles de ingreso de los trabajadores, sin lo cual es imposible reiniciar el crecimiento económico.

Profesor del Instituto de Estudios Políticos. Universidad Central de Venezuela.

magallanucv@gmail.com



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Rodolfo Magallanes

Profesor del Instituto de Estudios Políticos de la UCV

 magallanucv@gmail.com

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