El hippie y las izquierdas

Esa franja amplia que llamamos izquierda en Venezuela, que puede moverse, aparentemente, entre los "buenos empresarios": Oscar Schemel, Pérez Abad et al. y otra izquierda de "a pie" como la Oposición de Izquierda en Lucha (OIL), Roland Denis ("Ya es tarde para la crítica, este Gobierno está muerto"), y hasta parecen sumarse al coro de voces críticas gente como Néstor Francia y Roberto Malaver (algo parcos aún, pero ahí van, de a poco. Aunque, para ser sinceros, esas críticas también pudieron hacerse hace unos, pongamos, 10 o 12 años atrás) parecen dejar en claro el desdibujamiento-fracaso de un proceso político que ya no da para más; que está imposibilitado para mostrar algún rasgo de enmienda o de reinvención.

Las fórmulas parecen haberse agotado: del Petro no se habla (Delcy Rodríguez vaticinó que la criptomoneda venezolana sería una "potente herramienta para combatir y ganar la Guerra Económica"), los motores (ya no se sabe cuántos van) nunca echaron a andar (¿cuántos ministros de economía van en los últimos 5 años?), los (siempre) nuevos planes económicos no pasan de ser una cadena presidencial con innumerables promesas capta-votos, la reconversión monetaria ya no tiene sentido, de la (nueva) canasta de monedas tampoco se sabe mucho… y una larga y cansina retahíla de propuestas inservibles que no llevan el pan a la mesa de la inmensa mayoría de los venezolanos quienes padecemos las muy malas políticas económicas del "Gobierno obrerista".

Ya las excusas no tienen margen de acción; el manido recurso retórico-emotivo de la "Guerra Económica" ya no cala en la población; nadie duda de que los poderes fácticos estén operando para horadar las bases del Gobierno (eso era previsible desde el mismo momento de la asunción del poder gubernamental). Admitamos (por ahora) ingenuamente que todos nuestros desvaríos económicos, políticos y sociales son imputables (punto a punto) a la "Guerra Económica"; de ser así, ¿quién está perdiendo la "batalla", dónde están las bajas más sensibles? ¿Esas bajas están de lado del alto Gobierno? ¡Qué irresponsables! Ir a una "batalla" contra los poderes fácticos transnacionales sin tener los mínimos pertrechos para resistir la embestida imperial. Sobre todo si se atiende que quienes padecen y sufren de esa batalla no son ellos, los personeros del alto Gobierno. Buscan líos, los encuentran y quienes padecen son los más vulnerables: neveras vacías, anaqueles vacíos, barrigas vacías, ánimos vacíos.

Hay funcionarios que pueden comprarse zapatos de 800 dólares (¿dijo usted "ética revolucionaria"?). No. Las bajas de la "Guerra Económica", si se admite que tal cosa es cierta, están del lado de los pobres de siempre, de los pela bolas históricos; ah, pero las bajas no sólo están allí; se amplió el margen de las bajas, ahora los profesores universitarios, los médicos, enfermeras, bioanalistas, maestros, y un largo etcétera de profesionales están sufriendo los embates de la (supuesta) "Guerra Económica". El ministro Rodríguez y su hermana no padecen la arremetida del "Imperio"; ellos no saben de los padecimientos de la gente de Campoma o Cariaco; donde diariamente hay protestas por falta de todo: agua, electricidad, gas doméstico, comida, aseo urbano, transporte… menos mal que la ANC trajo la paz, como dice el presidente Maduro y repiten acríticamente y como loritos sus ministros.

Lo curioso es que la "izquierda" áulica: los Pérez Abad, los Schemel y hasta los Hernández Montoya, son quienes más furibundamente defienden al "Gobierno Obrerista". Son ellos quienes enarbolan las banderas de la lucha antiimperialista, quienes se arrogan para sí el derecho de hablar de un pueblo del que no vienen y desconocen. Un pueblo que padece y sufre, que clama por políticas económicas reales que le permitan llegar al 15 y al último, cosa que el Gobierno no está garantizando en lo más mínimo.

Lo otro curioso es que mientras la "izquierda" áulica demanda sacrificios y comprensión; la izquierda de a pie hace crítica puntuales y certeras a un Gobierno que perdió la brújula, el sentido de la orientación. En ese marco, el Gobierno prefiere escuchar a sus corifeos palaciegos, a la izquierda caviar que ha hecho fortuna con el discurso de los pobres. Mientras que a la izquierda de a pie le lanza dardos mortíferos, la anula (caso Ronny Álvarez) o simplemente la invisibiliza (caso Plataforma Contra el Arco Minero del Orinoco). Entonces, sin ser desprevenidos del todo, al hacer balance de las preferencias del Gobierno ante las "izquierdas" que tiene de por medio, ya se sabe cuál ha sido su elección; se decanta por la adulación y sumisión; mal que ya advertía Maquiavelo en El Príncipe.

Lo cierto es que las "costuras" se dejan ver más claramente en un proceso político que inició el 4 de febrero de 1992 y que aún sigue su curso (desviado y deslegitimado). Hay una izquierda que está atenta, que patea calle, que intenta organizar a las bases; hay otra que disfruta, a manos llenas, del poder político y económico; lo triste es que esa otra "izquierda" (la áulica-caviar), es la que está deslegitimando a la izquierda en todo su conjunto y amplitud; la que usted elija: desde Roland Danis hasta Douglas Bravo; la que va de un Rigoberto Lanz hasta Lina Ron. Esa erosión simbólica pasará factura en los marcos de la democracia liberal: pasado el tiempo, cuando haya elecciones nuevamente en el país (me refiero a elecciones competitivas, no charadas ni simulacros), a la izquierda, la que usted quiera, le costará volver a tomar la dirección político-gubernamental del país. Como me dijo un hippie amigo hace ya algunos años no sin razón: "Mi pana, los militares y los empresarios se aprovecharon de la izquierda; de sus legítimas luchas y banderas; lo van a joder todo". Al parecer, por sus obras los conoceréis, mi amigo hippie no estaba errado.



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Johan López


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