El asesinato del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, en ejercicio de sus funciones, ocurrió el 22/11/1963, en Dallas (Texas). Según investigaciones oficiales concluyeron que Lee Harvey Oswald (LHO), un empleado del almacén Texas School Book Depository fue el homicida, según el informe emitido por el FBI entregado a la Comisión Warren (presidida por Earl Warren, jefe de la Corte Suprema de los EE.UU., para ese entonces), diecisiete días después del crimen. Entre las teorías que se manejan se cree que LHO era un agente de la CIA, de ahí la posibilidad de una conspiración por parte de este servicio secreto. La tesis que más cobra fuerza apunta a que la CIA quería vengarse por la fracasada invasión a Cuba de Bahía Cochinos, por la negativa de Kennedy a proporcionar un apoyo militar directo a la agencia para ejecutar dicha operación, pues al parecer Kennedy estaba muy molesto por las operaciones encubiertas de la CIA y su intención era dar de baja y por completo a la CIA. Este atentado encubierto por la CIA supone también que podría estar implicado Israel, pues casi todos los principales jefes de la criminalidad estadounidense eran hebreos, con fuertes lazos con este país y el sionismo, debido a las presiones ejercidas por Kennedy hacia Israel para que le permitiera a los científicos monitorear periódicamente la planta nuclear recién construida en Dimona, en el desierto de Néguev. Sin embargo, la verdad de este atentado aún no ha sido publicada. La publicación de algunos archivos se pospuso para abril de este año, pero los asesores de Donald Trump le propusieron que cierta información debería seguir oculta por intereses de seguridad nacional, el orden público y asuntos exteriores.
El 04 de agosto de 2018 se realizó un atentado magnicida en calidad de frustración contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro y contra todos los representantes de los poderes públicos. La derecha ha intentado de todo para tumbar a los presidentes que han dirigido al proceso revolucionario. Lo intentaron con el comandante Chávez, en el 2002; y se cree que su muerte repentina no fue realmente producto de un proceso de una enfermedad, sino por el envenenamiento o inoculación de algún arma letal biológica que le causó la muerte, direccionada desde el imperio con el apoyo de agentes encubiertos. El ataque de esta magnitud acertado contra Maduro hubiese permitido justificar la agresión e invasión del imperio con el apoyo de Colombia, Brasil, Argentina, Chile, Panamá, Perú y la U.E. Para algunos sectores de la oposición el atentado fue un show, porque Maduro no se inmutó, porque las fuerzas de seguridad que le rodeaban no accionaron con prontitud y que el estruendo fue producto de unos traquitraquis que se dejaron escuchar. Se le olvida a estos señores que Maduro fue guarda espaldas del comandante Chávez, fue su más cercano colaborador y hombre de confianza, por ende debió haber aprendido técnicas de seguridad de protección personal; y que las fuerzas de seguridad no podían accionar ningún arma porque estos instrumentos no tenían municiones, ya que era un desfile conmemorativo de un cuerpo de la Fuerza Armada. La oposición, el grupo de Lima y el imperio desconocen las declaraciones del exdiputado Requesens; pero no refutan las de Jaime Bayly, cuya información desde Miami coincide con la de Requesens; siendo más osado, además, en afirmar que el imperio tenía conocimiento sobre este atentado y que quien lo dude es un idiota. Por lo tanto, creo que permitir el ingreso del FBI al país es un craso error, ya que esto desencadenaría más infiltraciones e inherencia de los cuerpos de seguridad de EE.UU., o un golpe de Estado acertado o un magnicidio consumado.
Otra duda absurda, mezquina y discriminatoria de la derecha en torno a este atentado, es que les resulta imposible que en tan poco tiempo hayan dado con los autores del crimen, burlándose que aún en EE.UU. no han podido resolver el atentado contra Kennedy, y los cuerpos de investigación del país en menos de 24 horas conocen los autores materiales e intelectuales del atentado a Maduro. El atentado contra Kennedy y Maduro es la conspiración de los caínes. Guardan ciertas similitudes, salvo que uno fue certero y el otro no; pero en su esencia es la misma historia: la conspiración, el complot e intereses sobrepuestos. Tomando las palabras de Jaime Bayly quien crea que el imperio desconoce quién mató a Kennedy, más allá de su autor material, es un iluso; pero sus archivos, POR AHORA, no se publicarán porque la CIA pudiera quedar muy mal parada o los amigos sionistas de Israel, cuyos primeros ministros son allegados a cada presidente gringo. Desmeritar las labores de inteligencia de cualquier país solo porque el imperio no ha descubierto el de Kennedy es un absurdo, es una aseveración que revela la ignorancia supina de algunos amigos de la oposición. En el caso de Venezuela los servicios de inteligencia están muy bien preparados en esta materia. Si bien es cierto que todavía hay crímenes cuyos autores intelectuales no han podido ser capturados (como caso Robert Serra, Danilo Anderson, Ricardo Durán, entre otros), no significa que no se conozcan los mismos (seríamos unos ilusos pensar lo contrario), solo que se requerirán más pruebas, o los autores no están en el país, o hay intereses ocultos para que estos no se conozcan.
La conspiración de los caínes también está en el atentado contra Maduro: tenemos por un lado una derecha nacional e internacional que todos los días intenta irrumpir el hilo democrático en el país y para ello son capaces de entregarlo en bandeja de plata, traicionando nuestros principios históricos, por ello nos han bloqueado, atentado contra nuestra moneda y soberanía, nos han sancionado para impedir comprar alimentos y medicinas. Contamos con un país vecino cuyo gobierno nos amenaza constantemente, lleva su espíritu santandereano como la bandera de la traición para destruir la revolución Bolivariana. En este sentido, el expresidente Santos tuvo lo que no tuvo Uribe: Tiempo para intentar tumbar al gobierno de Maduro; frustrado, pero, lo tuvo. Unos días antes aseguró que a Maduro le quedaba poco tiempo; sin embargo, los hombres de nuestra Fuerza Armada aún tienen los testículos bien puestos para derrotar cada intento de magnicidio e intervenciones de los gobiernos derechistas de Colombia y de cualquier otro país. También tenemos infiltrados dentro de la Fuerza Armada Nacional cuya célula puede ir creciendo si no se interviene la misma. La Guardia Nacional es un órgano muy vulnerable de corromper y es de hecho el cuerpo adscrito que más denuncias tiene por su descomposición, sobre todo los hombres que prestan servicios en la frontera son los más cuestionados por intereses lucrativos al permitir el tráfico de productos para la frontera; si admiten, por ejemplo, el paso de gandolas de gasolina por sus puestos de control, imagínense cuántos miles de drones pueden entrar. Este acto frustrado también contó con los grandes medios de comunicación, otros conspiradores que hacen gala de una ausencia de libertad de expresión, cuando diariamente abusan del exceso de democracia para desconocer este gobierno y los poderes públicos.
Hoy pudiéramos estar sumergidos en una guerra civil, producto del uso de la violencia de factores perversos. Todo esto hubiera sido creíble si a Maduro lo hubiesen asesinado, para luego crear miles de infamias conjeturas, como lo hicieron con Kennedy, Gandhi, Luther King, Salvador Allende o con Chávez. Todos estos crímenes tuvieron como propósito cortar los sueños libertarios y las esperanzas de los pueblos. Tal vez hoy no vivamos los mejores sueños, pero muchos hombres y mujeres estarían dispuestos a morir por la causa libertaria de Bolívar. La resistencia de los venezolanos no solo está a prueba en este presente, los que han nacido en esta hermosa tierra vienen resistiendo desde hace siglos la esclavitud a la que los sometieron, derribando cada conspiración. Por eso tomar un fusil hoy no sería para nada nuevo, cuando venimos de esa estirpe. Yo no me quedo en la casa pues al combate me voy, ya que hacen falta muchas cosas para conseguir la paz y en el mundo no la habrá mientras existan caínes para atentarla. El pueblo está despertando.