La derecha pitiyanki, representada en los partidos de la MUD (ahora llamados Frente Amplio) y en Fedecámaras, han llamado a un paro nacional para hoy martes 21 de agosto. En el apoyo a dicho paro se confunden gremios y consignas totalmente antagónicas, demostrando una vez más la derrota histórica sufrida por esa derecha en 2017 y ratificando el rumbo tortuoso que vaticinamos en ese momento y que los conducirá como fuerza política a su total desaparición (ver el artículo "La MUD sufrió una derrota histórica" https://www.aporrea.org/actualidad/a254633.html; 31/10/2017).
El paro es apoyado por gremios como la APUCV, que viene enarbolando desde hace meses la consigna de lucha "por un salario digno", exigiendo el cumplimiento del artículo 91 de la Constitución Bolivariana (lucha que consideramos totalmente justa). Pero resulta que el grueso de los discursos a favor del paro y contra las medidas económicas tomadas por Maduro se orientan en contra del aumento salarial, que fue llevado de 1 dólar mensual a 30 dólares. Es bueno recordar aquí que la canasta básica que debería ser de referencia para el salario digno contemplado en la CRBV oscilaba en las últimas semanas entre 300 y 600 millones de bolívares fuertes (dependiendo de quien la calcula, pues el BCV dejó de hacerlo desde hace años); es decir, los 180 millones a los que aumentó Maduro el salario mínimo todavía se quedan muy cortos y aún no se puede hablar de que se ha alcanzado la consigna del "salario justo".
Entonces no se entiende cómo se junta en un mismo reclamo el que pide salario justo con el que argumenta que el aumento salarial "quebrará a los empresarios". Si los grandes empresarios dicen que no pueden pagar el aumento salarial porque los conducirá a la quiebra, pues lo correcto sería la expropiación inmediata de sus fábricas y empresas (recordando aquí que Maduro no se ha metido contra ninguna de las propiedades del gran capital en Venezuela, sólo a nivel de verborrea).
Gracias a la política salarial ultraneoliberal de Maduro en estos cinco años, el salario de los trabajadores venezolanos se derrumbó a niveles infrahumanos, quedando por debajo de todos los salarios de Latinoamérica y llevando al mundo laboral a relaciones de esclavitud moderna. Los niveles de explotación del trabajo son en Venezuela de los más altos del mundo; por consiguiente, las ganancias de los capitalistas también se han reproducido en porcentajes altísimos que no se encuentran en casi ningún otro país.
Haití, el país del continente que se consideraba el más pobre hasta hace pocos años, tiene un salario mínimo que supera los 100 dólares mensuales. Países como Argentina, Brasil, Colombia, México, Ecuador, Uruguay, Bolivia y Chile tienen salarios mínimos alrededor de los 350 dólares mensuales. Por tanto causa risa que la derecha venezolana y particularmente los empresarios se quejen y hasta convoquen a un paro porque el salario se haya aumentado a la miserable cifra de 30 dólares mensuales.
Lo que deben exigir los sindicatos y gremios de trabajadores ante las medidas de Maduro es un control estricto de los precios de todos los productos de primera necesidad. Exigencia que choca contra otra de las medidas de Maduro, profundamente neoliberal, como es aumentar el IVA del 12 al 16 %, lo cual se traducirá obviamente en un aumento de precios generalizado, pues los comerciantes trasladarán a los precios finales este aumento impositivo.
También debemos exigir los trabajadores que el aumento de salarios sea progresivo, hasta que se equipare al menos a los 200-250 dólares mensuales en que se encontraba nuestro salario mínimo al momento de la muerte de Chávez. De lo contrario el proceso de destrucción del escenario laboral venezolano continuará, el éxodo de trabajadores hacia otros países se mantendrá, y no habrá plan alguno de recuperación económica que pueda funcionar sin trabajadores (tomando en cuenta que el principal grupo migrante es el de los trabajadores calificados, profesionales y técnicos que son fundamentales para cualquier industria, empresa o institución pública o privada).
Maduro logró en Venezuela lo que no pudo hacer ninguno de los presidentes neoliberales latinoamericanos durante las décadas del 80 y 90. Llevar los salarios a los niveles más bajos posibles, rompiendo totalmente las posibilidades más básicas de reproducción de la fuerza laboral. Generando una emigración de familias trabajadoras completas, nunca antes vista en nuestra historia, que se han ido a otros países del continente buscando sobrevivir al desastre económico del madurismo.
Maduro y su política económica ha destruido la unidad de las familias trabajadoras. Millones de jóvenes venezolanos han huido de Venezuela y se han regado por todo el continente, generando una disgregación familiar que probablemente nunca pueda recomponerse. Personalmente conozco a familias amigas que respaldan a Maduro y votaron por él, cuyos hijos han emigrado todos a otros países (y cuyos planes a futuro es no regresar jamás, lamentablemente).
La clase trabajadora venezolana tiene que mantener la lucha por un salario digno, por el estricto cumplimiento del artículo 91 de la Constitución Bolivariana. Este aumento a 30 $, 180 millones de los viejos o 1800 bolívares soberanos, es simplemente un logro derivado de las constantes huelgas obreras realizadas en todo el país a lo largo de este año 2018.
La lucha debe continuar, constituyéndose un comando unificado de federaciones, sindicatos y gremios de trabajadores que orienten la lucha a nivel nacional, y que se discuta un programa mínimo que aborde el escenario de la participación de los trabajadores en la conducción y control de la producción, extendido al resto de empresas e instituciones públicas y privadas. Vinculada esta lucha, necesariamente, a la lucha contra la corrupción existente en las más altas esferas del gobierno, exigiendo destitución, expropiación de bienes mal habidos, degradación en el caso de los militares, y cárcel para todos los corruptos que se han enriquecido a nombre de la revolución "socialista".
El paro de hoy fracasará, porque son inconciliables los intereses de los trabajadores con el de los empresarios. La MUD y el Frente Amplio representan los intereses de la vieja burguesía tradicional aliada al capitalismo occidental. Ningún trabajador puede respaldar un programa de ese tipo.
No descartamos sin embargo que la caotización en que ya se encontraba la economía venezolana, se profundice con estas medidas de Maduro, pues su gobierno ya ha demostrado una y otra vez su total y absoluta incapacidad para conducir los destinos de la nación. Trataremos en otro documento de aportar una opinión más completa sobre este paquete de medidas que comienza a implementar Maduro, alertando de antemano que muchas de ellas son profundamente neoliberales, como la apelación al "déficit fiscal cero" (justificación de todos los planes de shock asumidos en los 80 y 90), el aumento del IVA, el aumento de la gasolina (debió aumentarse hace tiempo y no hacerlo como si fuera precisamente una "terapia de shock neoliberal"), la eliminación de impuestos a las grandes multinacionales petroleras, y la apertura de casas de cambio-derogación de la ley de ilícitos cambiarios.