A los venezolanos que a estas alturas todavía niegan que estamos en guerra les recomiendo ver la película La Nave de los Locos (The Ship of fools) estrenada en 1965. Mordaz caricatura, muy al estilo inglés, de la resistencia de los judíos a tomar en serio los pronósticos de sus compañeros de travesía sobre la violencia que ejercería Hitler en contra de ellos.
La realidad es que estamos en guerra y al borde de una confrontación armada. Estamos siendo atacados por las fuerzas capital-sionistas al mando de un imperio en crisis pero muy poderoso, decidido a utilizar su superioridad militar para preservar la hegemonía mundial que viene ejerciendo a partir de la II Guerra. Estamos enfrentados los capos del imperio, de Colombia y España, sus principales aliados en la cruzada contra Venezuela, empeñados en impedir que Maduro asuma el nuevo periodo presidencial para el cual fue electo.
Ante este panorama, los venezolanos y quienes han adoptado nuestro país como propio tenemos la obligación ineludible de acompañar a Maduro en los esfuerzos que está haciendo para preservar nuestra paz y nuestra vida. Tenemos que apoyarlo en la lucha que está librando para ir neutralizando la tenaza imperial y evitar una guerra de frente.
Particularmente, los militantes del PSUV, otros partidos y movimientos sociales, tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para revertir la imagen de Venezuela, del Presidente y de los venezolanos distorsionada por los traidores a la patria y el cartel mediático trasnacional. Tenemos que contribuir a difundir formal e informalmente, los éxitos diplomáticos de Maduro –discurso en las ONU, relaciones con los BRICS, impulso a la multipolaridad, etc-, el lanzamiento del PETRO y los avances y logros del proceso en materia de protección social, inexistente en la mayoría de los países que nos agreden.
Y en paralelo, tenemos que dedicarnos a reforzar las instancias organizaciones donde militamos directamente tanto para incorporarnos a la producción local como para solicitar responsablemente al gobierno y a la ANC la delegación de poderes formales que nos permitan supervisar en nuestros ámbitos de acción a quienes boicotean programas y proyectos prioritarios para el Pueblo venezolano.
Este actitud patriótica obviamente no implica compartir lo que al menos desde mi punto de vista son graves distorsiones ideológicas largamente evadidas, que deben ser tratadas con calma y profundidad no tanto por sus incoherencia teórica sino por su impacto en la viabilidad o no del modelo de desarrollo basado en las mismas. Tampoco, convalidar todo lo que ocurre. En ese sentido considero urgentísimo solicitar que la ANC debata a fondo el tema de la propiedad de la tierra y exigir al Gobierno que resuelva la problemática que afecta a nuestros campesinos desde hace ya demasiados años y a todos nosotros y por ende, al futuro del proceso