Uno de los síntomas más evidentes del proceso de cambio que atraviesa nuestro mundo globalizado es el nuevo tono del discurso político, cada vez más alejado del trato diplomático reinante, al menos en apariencia, hasta hace unas décadas.
Tono liderado hoy en día, en vivo y en las redes, por el presidente de los EEUU, Donald Trump, quien sin ninguna mesura reta a sus socios y amenaza a gobernantes y países que desde su punto de vista obstaculizan la recuperación de la “grandeza de los EEUU” y la imposición de la “nueva visión (que) gobernará nuestra Tierra”.
Más hay que tener claro que nadie llega a la presidencia del imperio más poderoso del mundo por azar. Quienes posibilitaron el arribo de Trump lo hicieron para tratar de rescatar la primacía mundial de los EEUU gravemente amenazada por la mundialización de la competencia capitalista con todas sus contradicciones.
Sabiendo o creyendo saber que ese rescate requiere algo más novedoso y directo que el mercadeo de las bondades del modo de vida americano, que los discursos condescendientes del hermano mayor severo pero protector y que la difusión cartelizada de falsedades exageradas sobre gobiernos y países “enemigos”, los grandes capos del capital han optado por elegir a Trump por su capacidad de ladrar duro y de frente en pro de sus intereses.
Opción que en el caso de nuestra región latino americana lamentablemente ha tenido bastante éxito, como lo evidencian la creciente descomposición social inducida, la descarada conversión de los grupos de poder colombianos en fuerzas de choque estadounidenses y la progresiva sustitución de gobernantes que recién empezaban a coger vuelo para liberarse de la tutela del norte por perritos falderos orgullosos de poner sus países al servicio de su opresor. Vergonzoso club de subalternos que esperamos no quede robustecido con un eventual ascenso del fanático ultraderechista Bolsonaro a la presidencia de Brasil.
Ahí, en medio de ese torbellino, estamos nosotros los pueblos latinoamericanos que, acompañados u oprimidos por sus gobiernos, hemos optado por mantenernos firmes en la lucha por la soberanía e independencia de nuestros países y de nuestra región.
Ahí estamos Gobierno y Pueblo venezolanos, obstáculos principales para la retoma del control integral del continente, indispensable tanto para una ilusa recuperación de poder omnímodo estadounidense en un mundo que tiende cada vez más a la multipolaridad, como para materializar la alternativa de conformar y encabezar un poderoso bloque regional homogéneo que le garantice a los EEUU una puesto dominante en el naciente nuevo orden geopolítica mundial.
Y ahí también está Trump…
Los únicos que parecen no estar ahí son VTV y otros medios públicos contaminados de forma y fondo por discursos, imágenes y modos de actuar ajenos y obsoletos ¿Hasta cuándo?