Venezuela, triste país desaprovechado

Somos un país increíble, con una fachada marina bañado con unos de los mares más espectaculares del planeta, que de explotar su potencial turístico diera más rendimiento que la actividad petrolera, ello sin mencionar el grandilocuente Estado Bolívar y sus maravillas naturales, el imponente río Orinoco y nuestros no menos llamativos llanos y gentiles andes, solamente el turismo nos hiciera una nación rica en la realidad, no en el desgastado "potencial" que pareciera ser un consuelo de bobos.

Nuestra carta magna, prácticamente la misma del 61 y anteriores, afianza una dictadura constitucional, lo político es una oda al subdesarrollo, impone un hegemón que, como ha sido el caso los últimos 20 años, cuya mala conducción del país genera terribles consecuencias, sin embargo, el capítulo de lo social es rescatable. De toda esa constitución, la parte final del Artículo 3 es probablemente lo más importante de los 350 artículos, señala la educación y el trabajo son las vías para alcanzar los fines de Estado.

Pero… ¿Nos estamos educando, estamos trabajando? Nuestro sistema educativo, que debió haber sido una de las prioridades al igual que la salud, hoy se encuentra en ruinas, el sistema tradicional ha sido llevado intencionalmente al caos por el régimen a costilla de otro sistema paralelo ideologizante, que no forma ni educa sino genera serviles militantes partidistas. El trabajo ha perdido todo valor en la sociedad, las patologías como el bachaqueo, que vio luz desde el mismo momento en que el gobierno decidió controlar la distribución de los alimentos, ha infectado la mentalidad de quienes prefieren sacar provecho de las necesidades de sus connacionales que sudar el pan de cada día.

Del mismo modo, la hemorragia de bonos populistas agravan la situación, con la vaga excusa de una "guerra económica" el chavismo trata de financiar el voto, pero como ha quedado demostrado en los últimos procesos electorales, la estratagema ha fracasado, la abstención marca la pauta toda vez que el voto no premia, no castiga ni genera cambios.

Para colmo de males, la toxicidad ideológica de un régimen comunistoide da la puntada final, a fin de controlar la sociedad, el chavismo privilegia las empresas comunales antes que la iniciativa privada la cual controla, raciona y limita, sector que inexorablemente es el que permite desarrollar las naciones, no se trata de una visión "capitalista" se trata simple y llanamente de economía.

Así, no trabajamos, no nos estamos educando y el país está en manos de una conducción tan errada que a los ojos del mundo cuesta creer que Venezuela, ese otrora paraíso receptáculo de inmigrantes laboriosos e inversiones, hoy no tenga ni gasolina habiendo tenido la tercera petrolera más importante del mundo. Venezuela está como se merece, porque sus habitantes lo hemos permitido, nos engranaron el retrogrado culto a los gobernantes quienes en lugar de obedecer al pueblo y sus necesidades ordenan a conveniencia propia, ahora la militarización de lo civil volvió anidarse en el seno de la sociedad, olvidamos que cuando los militares se confinaron a los cuarteles, a sus labores meramente de seguridad y defensa, y la política se dejó para los civiles, el país cogió rumbo estable y de crecimiento, la mezcolanza de armas y poder político nos ha erradicado el civilismo, nos ha hecho una montonera que sobrevive en medio de desesperación, opresión. Debemos enfocarnos primero en lo realmente importante para comenzar a cambiar.

@leandrotango

 

 



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Leandro Rodríguez Linárez

Politólogo / Analista político / Articulista de opinión, con más de 1.200 artículos publicados nacional e internacionalmente.

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