El miedo de Ramírez

Si se lee con detenimiento el artículo "Tiempos de miedo. Días de infamia" de Rafael Ramírez del día de hoy en Aporrea, y se repara en los párrafos (aproximados) 29, 30, 31, 32, 33 se puede percibir el miedo que siente Ramírez al imaginarse la vida en prisión. Pareciera que estuviera reflexionando sobre una eventual entrega a la justicia venezolana y los argumentos expresados en los párrafos mencionados, son las condiciones y situaciones que él no quiere que sean ejecutadas en su contra, si en verdad se pusiera a derecho.

Parece que ahora, si se está haciendo entender Ramírez. Claro, en el fondo quiere resolver su situación política y a lo mejor quiere estar nuevamente en su país, porque si en verdad desea ser presidente de la república tiene que ponerse al día con las acusaciones que tiene, pero para eso debería seguir el ejemplo que refiere en "El cometa rojo" o el que dio el comandante Chávez cuando asumió el golpe de febrero de 1992.

Sin embargo, se puede entender el miedo que produce en él, el solo hecho de imaginarse estar en una prisión. Será por eso que en una confesión de sus miedos ahonda en lo que es la vida tras las rejas y no quiere para él, todo lo que dice sucede en las cárceles. Pero a todas estas, alguien en el gobierno, en el poder judicial debe darle garantías de que nada de lo que teme le sucederá.

Suponiendo que se le esté acusando de corrupto, o de nada, alguien debe garantizarle, algún funcionario de la ONU, la OEA, Human Right, etc., que en el momento de presentarse a la justicia, no recibirá ningún castigo, aislamiento o extorsión (El platillo preferido de Luisa)

Asimismo, entre las garantías, sus carceleros deben exonerarlo de cualquier pago por cualquier cosa. Hay que dejarlo hacer, menos fugarse; también podrá leer, escribir en Panorama o enviar sus artículos a Aporrea; el carcelero lo sacará todas las mañanas a coger un poquito de sol para que recupere el rojo rojito y no empalidezca; además, recibirá sus visitas normales.

A Ramírez, debe dársele "Libertad" entre los presos., que no se sienta secuestrado y darle a escoger entre los espacios fríos o calientes según sus deseos o necesidades; asimismo, preguntarle si va a leer para llevarlo al espacio iluminado o si va a dormir para llevarlo al espacio oscuro. Los carceleros deben hacerlo sentir como si estuviera en su residencia.

Igualmente, se le debe garantizar que nadie lo va a drogar y se le permitirá al mejor estilo de Leopoldo López, tener su propia cocina, su propio gimnasio, su propio equipo de comunicación, es decir, va a sentir cárcel por casa. Nadie debe maltratarlo ¿Por qué habría que hacer eso? De la misma manera, la justicia debe ser diligente y procesar su situación y acusarle si hay motivos dentro de lo que establece la Constitución y las leyes nacionales e internacionales, pero nunca debe dejarse que el tiempo pase y no se proceda desde lo legal.

Alguien debe decirle a Maduro que no se meta en este peo con Ramírez, para que no interfiera con la justicia y así Ramírez, tenga expectativas por pronta liberación. Por otra parte, nadie debe atemorizarlo para que diga la verdad, porque puede inculpar a un inocente o a él mismo. Hay que dejarlo que hable sin presión. En ningún momento deben decirle que lo llevarán a un penal de presos comunes, si no dice la verdad.

Es bueno aclarar a los que ofenden por los correos que esto no lo digo yo; lo dijo el propio Ramírez en los párrafos mencionados de su artículo. Pero eso sí, léalo al contrario y se dará cuenta que el hombre ¡como que quiere entregarse!



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Jesús Rafael Barreto


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