Cuando cantas yo canto con tu libertad
Cuando lloras también lloro tu pena
Cuando tiemblas yo rezo por tu libertad
En la dicha o el llanto yo te amo.
Nabucco. Va, pensiero. Verdi.
He tomado la decisión de acompañar a la mayoría determinante de la sociedad venezolana en el pronunciamiento de silencio el próximo 9 de diciembre del corriente año. Para ese día, el gobierno dispuso la celebración de unas elecciones que se presentarán como ejercicio de democracia en la república. Nada más falso. La verdad es que la gente sencilla del pueblo no sabe qué elección es esa, ni a quién se elige ni para qué sirven. Se trata de una parodia a la que concurren sin ganas unos actores que uno no se explica cómo asumen actuaciones de reparto en semejante obra burlesca.
Sé que algunos electores y elegibles pueden estar guiados por la buena fe, pero firmemente pienso que la mayoría de los participantes en la comedia son tartufos que tienen un guión preparado por el gobierno y las sacerdotisas del Consejo Nacional Electoral, que buscan darle una apariencia de legitimidad a quien carece de ella. También hay otros actores secundarios en la obra: el simulacro, el plan república, los puntos rojos, magenta, blancos, verdes, fucsia,… y, entre otros, los testigos de mesa y los escrutadores de últimos tiempos, sospechosos de cualquier latrocinio.
A esa caterva de personajes de poca monta, es necesario desalojarlos de los espacios públicos que han ocupado y mancillado. Se trata de bandas que han auspiciado la corrupción, el nepotismo, la plutocracia y el testaferrato, como modos de práctica política. La suplantación de esos bufones por verdaderos actores en la escena política, cualquiera sea su rol, no se producirá en el proscenio montado para este 9 de diciembre, pero sí en las manifestaciones de esta tierra viva que hoy parece que no lo estuviera.
La abstención es un modo de expresión que corresponde levantar por estos días de auténtico suplicio popular. El silencio aísla a los escandalosos y pone en evidencia irrebatible a los falsarios de oficio. Recordaba Franz Kafka, que más temible que su canto, era el silencio de las sirenas. Ya vendrán días en los que la inhibición mutará en expresión libre, pundonorosa y transparente del voto. Se acercan tiempos para pronunciar sin miedo la palabra, y manifestar inclinaciones y preferencias políticas, y sufragar la voluntad sin temor a ser perseguido, lesionado o muerto. Un nuevo sol brillará para la República. Mientras tanto, la comunión venezolana en el silencio será un buen gesto de social complicidad.