Ser imbécil es chic

¡Qué sabroso es ser bruto! Es una de las razones por las que hay hogaño un ensañamiento en materia de pazguatería, es decir, una licitación para ver quién es más babieca. Es ingenuo discutir con la bolsería contumaz porque vive en y de la posverdad. Como en las discusiones entre hinchas deportivos, gana quien vocifera la ridiculez más maleducada.

—El recalentamiento global es mentira. ¿Ustedes sienten calor en este salón? —profirió Trump ante sus fans, que lo ovacionaron.

El problema no es que Trump y sus fans nacieron fantoches sino que quieren serlo porque creen que les conviene. Tienen la santa compaña de Bolsonaro, Le Pen, Liga Norte, Vox, Macri, Uribe, Amanecer Dorado… Quienes votan por esa estantigua no lo hacen a pesar de que es como es, sino precisamente porque es como es. Hay quien sueña tener a Capriles como yerno o a la socialista Delsa como nuera. Alguna explicación ha de tener esta moña y esta no me parece la más imbécil —aunque insuficiente.

Los argumentos de la oposición venezolana, por ejemplo, no son refutables sino ridiculizables. Alguna excepción habrá y me gustaría verla. En Venezuela no hay libertad de expresión tal como lo estoy expresando libremente. No hay que votar porque hay que votar porque no hay que votar. Los bombillos ahorradores son para que Raúl Castro espíe las interesantísimas pláticas de la oposición —son estulticias que he oído a personas con posdoctorados. No las dicen porque son idiotas sino justamente para confirmarse pandorgas. La estolidez se hizo marca de distinción. Ese clima de memez explica que la Copa Libertadores se haya tenido que dirimir en el imperio del cual los Libertadores nos libertaron.

Y hablando de fútbol, también hay «barras bravas» y en un contexto otro hay chalecos amarillos. Es decir, hay quienes están hasta el gorro del actual orden, que se sienten en el abandono, que no encuentran acomodo ante el neoliberalismo rampante y por eso apoyan el neoliberalismo rampante. O cualquier otra patochada. Pasó en Italia y Alemania y pararon en el nazifascismo, esa imbecilidad aún no superada, que ocasionó millones de muertes porque la pazguatería puede ser genocida.

Hay una salida inteligente al papanatismo; en Venezuela la hallamos. Está a la orden.

 



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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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