La Navidad de Aquiles Nazoa

Aquiles Nazoa, (1920-1976), tuvo un muy particular verbo para con esta fiesta de recordatorio. La celebración de ese particular nacimiento en la poesía de Aquiles adquirió una particular significancia. Bien lo dijo en su oportunidad el poeta Ludovico Silva: A estas alturas de nuestra vida nacional, Aquiles Nazoa sigue siendo uno de nuestros mayores poetas populares, gloria en la que lo acompañan nombres como los de Job Pim-Francisco Pimentel, Leoncio Martínez y Andrés Eloy Blanco. Pero para aquellos grupos y pandillas de finales de los años setenta y principios de los ochenta, los escritos de Aquiles eran otra cosa. De esa manera, se llegó a negar su tremenda condición de poeta. De igual manera, del poeta Andrés Eloy Blanco sería considerado un poeta menor. En torno a tamañas iniquidades, el breve tiempo, implacable, echó por tierra tan horrorosas, mezquinas e infames posturas.

Aquiles supo referirse al plato emblemático decembrino de Venezuela con suficiente gusto y suculenta elegancia; transitó con los personajes populares de la Natividad como un Panchito Mandefuá de todos los barrios; supo tejer con los actores de este ciclo festivo situaciones inverosiblemente encantadoras, pero de una contundencia cotidiana no menos dramática, de esbelto brindis y compromiso humano-social. El humor transversalizó a una buena cantidad de sus poesías navideñas.

Nochebuena del cerro. Nochebuena…

se escuchan grosería como arena,

en el poste revientan un bombillo,

un cañón de bambú de pronto suena

y sale un comisario en calzoncillo

El poeta evocó la Caracas de Pacheco. Un sabroso sello inmortal de aquella ciudad que fue dejando las prácticas bucólicas, encendidas de magia y tradición. Y es que Aquiles Nazoa es Caracas física y espiritual de todos los tiempos. Un yo colectivo se apodera de lo que entonces fuimos para quedar en el imaginario colectivo como nueva e ingeniosa invención del pasado, que sabe hurgar en el presente lejano, desde distancias remotísimas, conmovedoramente presentes, y todavía posesas de reminiscencias y tradición gozosa. Nazoa supo precisar la antinomia que envuelve la naturaleza de la Navidad y llega a caracterizarla con magistral finura:

Tal vez el atributo que le confiere a la Navidad tan conmovedora significación humana sea el trasfondo melancólico que matiza su bulliciosa alegría. Un resplandor de inefable tristeza convoca en Navidad el corazón de los hombres hacia la memoria de cosas muy lejanas y un tiempo amadas. Pero es también esa la fiesta de la esperanza, de la fraternidad y del amor. El alma del niño que una vez fuimos divaga entre los olores caseros del turrón y las ropas de estreno; …(Nazoa,1972).

En Aquiles diciembre sabía sobre todo a Nochebuena, a niño todo desaliñado, a media suela de zapato; diciembre sabía a vaso de casquillo con vino claro, a pepas importunas, las aceitunas; a Dickens caraqueño. Diciembre olía a aldea de colores; al ángel Gabriel, el anunciador; diciembre, en Aquiles, olía a paltocito de lino, a suplica humilde de portón en portón, a Virgen, tendido el manto sobre la hierba olorosa, a estrella de hojalata. Diciembre sabía a niñez sencilla, al alma de Caracas en unas suculentas dos hallacas. A propósito de la llegada del mes de diciembre, el poeta nos dice:

Su mirada fulgura

como una espada azul bajo las cejas:

ha llegado diciembre, y se asegura

que vino a enamorar las cosas viejas

Diciembre va a soñar bajo el alero

su amor con una niña: la mañana,

mientras adentro canta en su ventana

un poeta del agua: el tinajero

La poiesis transita entre memorias y anales; evocaciones y relatos. Las cosas cotidianas cobran vida, presencia y definitiva trascendencia. Los versos de Nazoa parecieran poseer un fuerte componente autobiográfico, pero siempre ligados a las cosas menudas de la tierra y su existencia diaria. De esa manera, participa como un protagonista habitual que sabe invocar, muestra elegías y exalta a las tenderas de pascua. Qué ciencia tan sencilla la ciencia de vivir. La Navidad de Aquiles Nazoa parece un retablo de alegranzas, teñido de elogios informales y de agudo compromiso con los desposeídos. La tradición se prende en la poesía de Navidad de Aquiles y singulares cuestiones de existencia se tejen en los aires decembrinos de luz y colorido; contundente reclamo y añoranza. Al volverse a referir a diciembre dice:

Se aproxima diciembre. En Venezuela

no hay tiempos más serenos ni más finos

que estos diáfanos días decembrinos

con sus simples colores de acuarela

Se viste el aire entonces de frescura

y un halo de niñez sencilla y pura

baña de tierna luz campos y aldeas

y uno piensa entre abúlico y contrito:

¡lástima que en un mundo tan bonito

pasen cosas tan tristes y tan feas!

Se llaman los años veinte a esa década del siglo que transita entre el 1 de enero de 1920 al 31 de diciembre de 1929. Estados Unidos en este último año experimentó la Gran Depresión. El mundo había vivenciado la Gran Guerra, circunscrita a Europa, que se conocerá como la Primera Guerra Mundial, (1914-1918). El imperio ruso se convierte en la Unión Soviética, así se cristianiza la primera nación del mundo en que gobierna el proletariado. La Ley Seca gringa sería contundente. La hambruna rusa del 21 resultaría desastrosa. Se instaura el voto femenino en los Estados Unidos. Hermann Staudinger describe la estructura molecular de los polímeros y se da inicio al movimiento no violento de Gandhi. En Venezuela se consolida, de una u otra manera, la dictadura de Juan Vicente Gómez. La Generación del 18 cumpliría dos años de transitar literario y Aquiles Nazoa nace en el espacio que inicia los años veinte, en Caracas, un 17 de mayo de 1920.

En el poema intitulado Llego la Navidad es posible leer:

La Navidad

viene a poner alegre la ciudad

Unos niños tendrán muchos juguetes,

pastel y gelatina

y otros, los pobres, los zoquetes,

harán trenes con latas de sardinas

y beberán guarapo con harina

Los Pietri, los Minguett, los Calatrava

comerán rico pavo

mientras los otros que están sin un centavo

lo que tienen es pava

Los niños pobres hoy van a soñar

con pelotas, payasos y piñatas,

y verán desde el cielo aterrizar

un ángel bueno y sucio, en alpargatas,

que los viene a arrullar.

Los ricos alzarán un joven pino

como símbolo verde del misterio

entre pan y vino;

y los desheredados del destino

tendrán pinos… pero en el cementerio

La Pascua cantarina

anuncia que llegó la Nochebuena,

y entre tantas hallacas de gallina

Panchito Mandefuá tendrá en la cena

lágrimas y guarapo con harina

La Navidad

viene a poner alegre la ciudad

La poesía celebra la llegada de diciembre, tiempo de Navidad, cuando Pacheco baja fríamente amable, evocando la infancia, y la visión tutelar del Guaraira Repano se queda en la nostalgia de la palabra Niño Jesús, tan reluciente por estos tiempos. El poeta brinda la llegada de diciembre, develando la situación social de los miserables e increpando al mundo capitalista:

Y así llega, agitando campanillas

este fauno vestido de etiqueta

-el vino rebosando en las mejillas-

como un viejo doctor que no receta

Llegó el viejo diciembre, vagabundo;

de su vieja valija

salieron golondrinas; y en el mundo

murieron muchos niños sin cobija

El poeta parece tejer un inmenso Mandefuá en la carita inocente de un Niño que nace en un establo de maravillas, donde lo lúdico se torna celestial y amable. Una delicada denuncia de la realidad social se torna contundentemente solidaria y auténtica, acompañada de cánticos de villanos y campanas pascuales entre una juguetería divina:

Las campanas pascuales

anuncian que salió el Niño Jesús

de las jugueterías celestiales

en un coche de luz

Alegres villancicos

cantan que ya llegó la Nochebuena

-buena para los ricos,

que tienen blando pan para la cena

Los muchachos que duermen en el suelo

soñarán que Dios baja en patineta

a traerles la luna, desde el cielo

convertida en galleta

Aquiles Nazoa, es el poeta que en Venezuela goza de las más auténtica y dilatada popularidad, (Silva, 1995). Su mensaje en torno a lo social sería directo, pero nunca panfletario. No hay duda que muchos de sus poemas, ya clásicos de la literatura venezolana, podrían ser, entre otros: Balada de Hans y Jenny, Mi Madre en un pueblito de recuerdos, Bolívar en un libro de lectura, Rezo del Credo y sin dejar de nombrar poemas que han adquirido una inmensa popularidad porque se han convertido en canciones de extensivo aplauso de tal dimensión que poco se sabe que su autoría le pertenecen, tales como Galerón de una negra y El loco Juan Carabina. Los versos del poeta deambulan las batallas sociales, las tertulias literarias, las lecturas silenciosas y la cultura festiva popular residencial.

Un resplandor de inefable tristeza convoca en Navidad el corazón de los hombres hacia la memoria de cosas muy lejanas y un tiempo amadas. Pero es también esa la fiesta de la esperanza, de la fraternidad y del amor…. La Navidad nos pone a vivir en dos tiempos. Nos bastaría subirnos en el trineo de esta hermosa tarjeta, para viajar con el sueño hasta el país de los cocuyos; pero una rápida mirada por la ventana, hacia el radiante cielo nocturno de diciembre, nos restituye a la fe en que este instante del mundo es también hermoso, puesto que aún podemos de un solo trago celeste, llenarnos los párpados de estrellas, (Nazoa,1972).

El Ciclo Festivo de la Navidad, podríamos sistematizarse desde el siguiente esquema:
El Adviento: desde las Primeras Vísperas del Domingo que cae el 30 de noviembre o el más próximo a ese día hasta el 24 de diciembre.
El Adviento. Primer Período: desde las primeras vísperas del Domingo de Adviento, se inicia el Año Litúrgico, hasta el 16 de Diciembre.
El Adviento. Segundo Período: desde el 17 de diciembre hasta el 24 de diciembre. La Novena.
Primera Semana. Primer Domingo de Adviento. Inicio del Año Litúrgico.
Segunda Semana. Segundo Domingo de Adviento
Tercera Semana. Tercer Domingo de Adviento
Cuarta Semana. Cuarto Domingo de Adviento
La Navidad del Señor. 25 de diciembre. Desde el 24 de Diciembre, Vigilia de Navidad, hasta el Domingo después de la Epifanía.
La Fiesta de la Sagrada Familia. Se celebra el domingo siguiente a la Navidad.
La Octava de Navidad:
San Esteban. 26 de Diciembre.
San Juan Evangelista. 27 de Diciembre.
Los Santos Inocentes. 28 de Diciembre.
La Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. 1 de Enero.
La Epifanía y la Adoración de los Reyes. 6 de Enero.
La Fiesta del Bautismo del Señor. Domingo después de la Epifanía.

La Fiesta de la Sagrada Familia. Se celebra el domingo siguiente a la Navidad.

Las principales fiestas del Ciclo de la Navidad vienen a ser, la Natividad, el 25 de diciembre y, la Epifanía, el 6 de enero; pero el domingo siguiente a Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia; el 1 de enero, octava de Navidad, la solemnidad de Santa María Madre de Dios; y el domingo después de la Epifanía, la fiesta del Bautismo del Señor. En aquellos lugares donde el 6 de enero no es de precepto, la Epifanía se traslada al domingo que caiga entre el 2 y el 8 de enero. Por otra parte, se mantiene la octava de Navidad, que incluye, en los días 26, 27 y 28 de diciembre, las fiestas de san Estaban, san Juan Evangelista y los santos Inocentes. Después del 1 de enero, las ferias de Navidad tienen menor categoría (López Martín, 1994).

El Ciclo Festivo de la Navidad constituye un patrimonio cultural y una herencia espiritual de las distintas comunidades étnicas, cuya cosmovisión religiosa tiene como núcleo vital el cristocentrismo. Por ello, no dudamos en afirmar que, en el Ciclo Festivo de la Navidad, desde la Religiosidad Popular Festiva Católica a la celebración Litúrgica de La Iglesia Católica, se cumple la afirmación de Casel: el misterio pagano ilumina al misterio cristiano.

Aquiles Nazoa nos brinda una especie de homenaje a la cultura culinaria tradicional en relación con la ciudad de Caracas en el trabajo Elogio Informal de la Hallaca:

Pasadme el tenedor, dadme el cuchillo,

arrimadme aquel vaso de casquillo

y echadme un trago en él de vino claro,

que como un Pantagruel del Guarataro

voy a comerme el alma de Caracas,

encarnada esta vez en dos hallacas.

Pero desenvolvamos la primera,

Que ya mi pobre espíritu no espera

Con destreza exquisita

Corto en primer lugar la cabuyita

Y con la exquisitez de quien despoja

De su manto a un virgen pliegue a pliegue,

Levantándole voy hoja tras hoja…

Hasta que, al fin, desnuda y sonrosada,

Surge como una rosa deshojada,

Relleno el corazón de tocineta

Y de restos avícolas repleta,

Mientras por sur arterias corre un guiso

Que levanta a un difunto, vulgo occiso

La hallaca caraqueña como expresión híbrida cultural culinaria nace del mismo espíritu de esta urbe tan moliente y doliente. Aquiles supo amar a Caracas, desmesuradamente y nos enseñó a ser caraqueños por la calle del medio. Quizás por aquellos trabajos que le tocaron desempeñar aprendió a tomarle el pulso psíquico y popular a esta capital tan paradójicamente pequeña, grande y a veces inexistente, pero siempre pensada desde el barrio añejo y remoto. A los doce años, Aquiles, sería aprendiz en una carpintería; a los trece, telefonista y botones en el majestuoso hotel Majestic; también domiciliero en una bodega; luego mandadero y barrendero del diario El Universal, baquiano e intérprete de turistas, docente de inglés, oficial de una repostería, pero sobre todo poeta finísimo y humorista implacable, amigo de los niños y los locos. Su lírica se hizo permanente presencia en el alma popular por una revolución soñada permanentemente. El oficio de escritor le deparó grandes deleites, tanto materiales como espirituales. La finura evoca al arcángel Gabriel en aquella anunciación y la angustia de José

El Ángel Gabriel

le anunció a María

que de sus entrañas

Jesús nacería.

Ella le contesta

con resignación:

-Yo no he recibido

todavía varón

Tú por permisión

de Dios parirás,

y el niño que nazca

Emanuel llamarás

Pero San José

que esto no sabía

se fue de la casa

dejando a María

El Ángel en sueño

se le apareció

y al santo patriarca

de este modo habló:

Le dijo: José,

recibe a tu esposa

que es de Dios la obra

misericordiosa

Y entonces el Santo

a su hogar volvió,

y desde ese día

muy feliz vivió

El Niño Jesús

nació en un pesebre

porque de donde menos se espera

¡salta la liebre!

Aquiles Nazoa, vive en un pueblito de recuerdos; nosotros algunos domingos nos subimos en el elefante del libro Mantilla para ir a visitarlo. Aquiles es el alma misma de la tarde y cuando en esa actitud lo hemos encontrado, nos volvemos de puntillas y llegamos al barrio contando que en el pueblito de recuerdos donde vive Aquiles, la tarde permaneció lago rato con la mano en la mejilla. La Pascua cantarina se viste de un purísimo volver sobre lo siempre amado y

Los aires finísimos de diciembre se ocupan ahora de colorear con sus acuarelas de alegría las mejillas de la ciudad, para la fiesta que ya enciende sus primeras estrellas de juguete sobre el cielo venezolano. A toda prisa prepara el Ávila su magnífica escenografía, compuesta para esta ocasión, de nubes a lo Botticelli, y suntuosa tapicería de esmeraldas y crepúsculos. De un momento a otro se abrirán los antiguos balcones de la montaña tutelar, para que a ellos se asome, como una reina modelada en fulgores de oro, la Estrella de Belén, cuya significación como emblema de paz y de amor para todos los seres, traduce la emoción venezolana en palabras tan perfumadas de tradición y animadas de fraterno impulso como «¡Felices Pascuas!».



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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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