El voto por un pernil

Apenas cuando Chávez "impuso" el gusto por el pernil, a precios populares, fue cuando comencé a incluirlo en mi dieta decembrina como plato religioso.

Es verdad que nunca había hecho una cola tan larga, como la de más 8 horas en un operativo en la Avenida Bolívar en un año que ya no recuerdo, para llegar a casa frustrado sin pernil, pero contradictoriamente contento de haber visto a tanto pueblo acceder a perniles a precios inimaginables.

Pero fue tanto el pernil que comí después, cada diciembre, que sin atreverme a decir que lo repugné llegó a hastiarme.

Cuando la cosa comenzó a restringirse, después de la partida de Chávez, almenos los tres años siguientes pude comprar perniles en la calle. Mi ingreso de empleado público me lo permitía. El mismo que me permitió, por un buen tiempo, viajar anualmente de vacaciones familiares.

Desde el año pasado el pernil se ha convertido en un imposible, no sólo porque el subsidiado no llega a pesar de que el gobierno "parece empeñado" en garantizarlo,sino por los precios prohibitivos en los que se ofrecen en el mercado.

La verdad es que deberíamos aprovechar las circunstancias que se presentan con el pernil para encarar la difícil situación que enfrentamos y que no es improbable que pueda arreciar, en lugar de superarse, en el mediano plazo. Máxime si consideramos con cierta seriedad la posibilidad de la intervención extranjera.

El gobierno debe "sincerarse" ante el hecho de que estamos viviendo circunstancias económicas, de las que por supuesto la agresión externa representada por el bloque de las finanzas, impiden que se garantice que la mayoría de las familias reciban perniles subsidiados.

El pueblo debe asumir, asimismo, que la revolución es más que un pernil barato. Porque bien lo expresó el Che Guevara en 1965 cuando en carta a Quijano, manifestó "...No se trata de cuántos kilogramos de carne se come o de cuántas veces por año se puede ir alguien a pasearse en la playa, ni de cuantas bellezas que vienen del exterior puedan comprarse con los salarios actuales..."

En los tiempos en que ha sido posible en Revolución el pueblo ha accedido a muchas cosas a las que antes se les negó acceso, entre ellas al pernil. En estos tiempos nos vemos restringidos de muchas cosas, entre ellas el pernil.

Los dirigentes deben ser capaces de decir la verdad al pueblo, el pueblo entenderá las verdades por duras difíciles que puedan ser. Lo que no se sostiene en el tiempo es decir "medias verdades"o pretender tapar el sol con un dedo decir mentiras.

Si una revolución y sus dirigentes no son capaces de decir la verdad, el pueblo no puede esperar mucho de ellos. Sin un pueblo no es capaz de oír las verdades de sus dirigentes y de acompañar las medidas a que las circunstancias obligan, la revolución estaría condenada al fracaso irremisible.

Demostremos, pueblo y dirigentes, que somos verdaderos legatarios de Hugo Chávez y de la Revolución por la que él dio su vida. Ya volveremos a comer perniles como en otros tiempos, tengamos presente que los revolucionarios aspiramos más que a recibir perniles, tenemos la fe en una Patria libre, soberana y esplendorosa.

 



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Carlos Luna Arvelo


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