Estas navidades lejos de ser festividades han sido unas fechas llenas de melancolías y tristezas, la imposibilidad de comprar regalos, estrenos, los platos navideños o la lejanía de familiares/amigos que emigraron huyendo de este país cubanizado marcaron la pauta, cada año empeora la situación a pesar de las promesas del régimen de mejoría, de ser potencia, tras cada fracaso populista al que denominan "medida económica".
Sabemos, desde hace años autoproclamados analistas políticos han sentenciado el fin del oscurantismo venezolano denominado chavismo, por tal motivo, cada anuncio que hoy lo menciona cae en el cesto de la desestimación, particularmente, comenzamos a plantear el fin de este nefasto ciclo después que el chavismo impuso a sangre y lágrimas una presunta constituyente, desde ese evento en particular el propio gobierno imprimió su punto final.
Lo hemos dicho infinidad de veces, 20 años de castrismo no se van de la noche a la mañana, pero opinamos ese proceso comenzó en 2017 sin posibilidad de ser frenado, día a día se acelera. Por sí tiene dudas, basta observar la discreta actuación de China en los últimos meses, especialmente el cese de nuevos financiamientos, el régimen ha tenido que echar mano a una Rusia tan sancionada, endeudada y aislada como el propio chavismo, ha tenido que confabular presuntos acuerdos y alianzas con gobiernos fuera de la región, desafiantes de la democracia, pactos que están llenos de opacidad, aderezado por todos los obstáculos propios que impone la lejanía.
Por sí fuera poco, hora tras hora el descontento popular enardece, el gobierno no hace nada para evitar la hiperinflación pues, así como el bachaqueo, este fenómeno es una consecuencia depurada de sus actos colmados de manejo desvergonzado de la economía, por la entrega del país a mafias gubernamentales, por la destrucción del aparato productivo criollo amén de toxicidad ideológica y premeditado asesoramiento cubano.
Se aproximan dos fechas de suma importancia, la primera es la asunción de la nueva directiva de la Asamblea Nacional el 5 de enero, único parlamento de la república legítimo, reconocido por la comunidad internacional, en quien recae la responsabilidad política de conducir la nación en los determinantes eventos que se avecinan. La segunda fecha es el 10 de enero, fecha en que los principales países, bloques y organismos internacionales desconocerán a Maduro por haber masacrado la democracia, haber hecho del voto un acto meramente gubernamental, como en Cuba.
Así, el gobierno ve cerrada sus fuentes de financiamientos legales, se encuentra no solo aislado internacionalmente sino rechazado por la inmensidad de los venezolanos, penden sobre él serías acusaciones internacionales las cuales tendrá que afrontar como ciudadanos comunes, al ser desconocido perderá todo tipo de inmunidad diplomática. No cuenta con liderazgos, desde Maduro aguas abajo las principales figuras del chavismo carecen de credibilidad/empatía, se encuentra agotado, dividido, cada vez son más frecuentes las deserciones en sus filas de aliados.
La suerte del chavismo está echada, espera únicamente por la unión y las estrategias que emprenda la oposición orgánica quien está obligada no solo a unificarse sino incluir a todos los sectores del país. Espera por la exigencia del venezolano, a que imponga su venezolanidad por encima de la idiotización de las furtivas ideologías políticas, también espera por la presión democrática internacional. Como se observa, tras 20 años de sacrilegios contra todo lo que significa Venezuela (su historia, su esencia, su estirpe, su pueblo) al chavismo le llegó la hora de pagar… es inevitable.