En días recientes, en el Congreso de los pueblos, el presidente Maduro, en su intervención destacó la importancia de tres líneas de acción a seguir para la nueva gestión que se inicia el 10 de enero de 2019. La forma en que mencionó las líneas, llama la atención en el sentido de que la tercera línea, garantizar la honestidad persiguiendo a los corruptos para acabar con la indolencia y el robo en los cargos públicos, debe ser ejecutada simultáneamente con las otras para poder ver los frutos de lo que se quiere lograr de forma general para el país.
De acuerdo a lo anterior se entiende que, al fin el presidente Maduro se percató que la sociedad venezolana está en un proceso de descomposición producto de la corrupción que está acabando con el país, y parece que ya se decidió a afrontarla a pesar de ser un tema delicado en el cual las instituciones han sido destruidas y ya parecen no responder a sus responsabilidades desde el punto de vista de la legalidad, la cual se ha visto avasallada por el desprecio que hacen de ella, y sin duda, esto ha dejado el campo abierto a la ilegitimidad y la inmoralidad, situaciones que de alguna manera crean un problema de seguridad nacional. Pero, por lo menos ya el presidente demostró tener voluntad para acabar con ella o reducirla.
A tal efecto, para cumplir esta tarea de luchar contra la corrupción, designó a la Vicepresidenta Ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez, quien de ahora en adelante debe asumir esa lucha con confianza para lo cual debe elaborar un plan nacional con principios y directrices claras que le permitan obtener los mejores resultados a corto y mediano plazo, y no creer que es un problema que se resuelve con medidas sencillas o soluciones rápidas.
En cuanto a lo dicho por el presidente, refiriéndose a las líneas: "Tres líneas donde nos vamos a concentrar con todo este poder legítimo que el pueblo y Dios nos ha dado", se muestra que el presidente ha entendido que la lucha contra la corrupción es un hecho político, lo que significa que el Estado debe asumirla en el ámbito que sea con la pretendida misión de erradicarla o por lo menos disminuirla en favor del ciudadano u hombre de la calle. Debe ser el presidente, como lo está demostrando, el que debe iniciar el cambio social que se requiere en favor del colectivo.
Asimismo, reconoce que la ley debe ser igual para todos y todas. No debe haber excepciones, ni privilegiar a nadie, sea quien sea en cualquier ámbito. Eso se entiende cuando afirma en su discurso: "La lucha contra la indolencia, el burocratismo y la corrupción, caiga quien caiga. Hay que ser irreductible frente a la indolencia y la corrupción. Es una gran tarea de la Revolución Bolivariana". Es eso lo que espera el pueblo, el mismo que aplaudió con alegría y en coro, llegaron a gritar la consigna: "Así, así es que se gobierna", en el citado acto.
A su vez se da por hecho, que entendió que luchar contra la corrupción requiere de instituciones que funcionen de manera sincronizada con su estructura interna, atendiendo a su visión y misión respecto a lo que debe contemplar en relación a la corrupción. Parece haberse dado cuenta, que las instituciones están viciadas, y no funcionan, y que dan la impresión de que en nuestro país no hay un estado de derecho, razón por la cual parece que viviéramos en un gran caos social en donde todos están o estamos violando las normas establecidas.
Igualmente, el presidente refiriéndose a los corruptos, señaló: "Y son los peores enemigos que tiene la patria, bandidos ladrones que se disfrazan de rojo-rojito y han robado a la patria. No podemos aceptar bajo ningún aspecto que se apoltronen en cargos porque le hacen gran daño al país".
Posiblemente sin proponérselo o por no ver en su objetividad el espacio en donde se ha movido durante 6 años, como presidente, el hecho de que se apoltronen los corruptos en los cargos, es porque precisamente, quienes han tenido y tienen demasiado tiempo en el poder tienden a operar al margen de la ley. Esto significa que hay que rotar o renovar a las autoridades, porque siempre el que está apoltronado de alguna manera está contaminado. Fue un mensaje a sí mismo, por lo tanto, como presidente de la república es el indicado para evitar que se apoltronen quienes terminan haciendo negocios en detrimento de las riquezas del país. De repente, el apoltronamiento se ha convertido en el caldo de cultivo de la corrupción. Es decir, si no se rotan al menos o por lo menos a quienes hasta ahora y por mucho tiempo han ejercido el poder a través de ministerios e instituciones importantes que manejan los recursos que deben llegar a la población, la corrupción estará allí presente. Esa rotación debería darse a nivel nacional en todas las instancias gubernamentales, civiles o militares, a fin de eliminar las redes que hoy se lucran, hacen daño al gobierno y merman los presupuestos.
¡Adelante presidente, así es que se gobierna!