Una venezolana casada con un ciudadano extranjero, hizo de un beneficio para su esposo por el gobierno de la tierra natal de él, una opinión criticando la inclusión de pensionados por el gobierno bolivariano. Su argumento no me alarma, es significativo de la mentalidad obsecuente de connacionales como el caso de esta dama, que estima bueno todo lo que se haga en el mal llamado "primer mundo".
Al efecto escribió "tremenda propaganda a algo tan normal como el pago de pensiones de vejez, que en otros países es sólo rutina, y no amerita titulares en relieve y a color, como si fuese una concesión graciosa del gobierno". Su tesis fue inspirada por el hecho de que a su consorte, le avisaron desde Inglaterra (la pérfida Albión), que enviase datos necesarios para incorporarlo al beneficio de pensionado británico, pese a vivir en Venezuela hace 32 años. El detalle le permitió a la señora, vaciar sus entrañas sobre ese subyugamiento que le acompaña, a ella y a muchas y muchos, admiración desmedida al exterior.
En su crítica a la revolución bolivariana y el socialismo siglo XXI, olvida que bajo nuestra "democracia representativa" bipartidista y lacaya de EE UU, Gran Bretaña, España, y corporaciones mercantilistas mundiales, el poder demócrata representativo solo tenía 300 mil 800 adultos mayores miserablemente pensionados en Venezuela, y ahora son millones, además de ir hacia el 100% de quienes precisen ayuda en la tercera edad, cubiertos con ganancias petroleras e impuestos, que otrora se dilapidaban.
Tampoco recuerda esta doñita, que por mucho menor a los 65 años de su esposo británico, debió conocer los desmanes de períodos blanquiverdes durante la "representativa", gobiernos que nunca fueron atacados internacionalmente, administraciones vasallas no catalogadas de "amenaza inusual y extraordinaria". Las pensiones se promocionan como logro bolivariano socialista, porque antes no fueron justicia salarial a la tercera edad. Es obvio que hay complejos difíciles de erradicar, en nuestra Venezuela por 40 años lacaya de Washington y el salvaje capitalismo.