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Nos encontramos en el mejor momento de nuestra historia republicana, orgullosamente asediados por todos los imperios, por toda la canalla de la tierra, por todos los atávicos asesinos, esclavistas y estafadores de pueblos; por los debiluchos, cobardes y traidores tanto de derecha como de "izquierda". Como nunca tenemos hoy conciencia de nuestra historia y de nuestro destino. Como nunca antes se está respondiendo a los clamores y a los "dolores futuros" de los que hablaba Simón Bolívar. Somos la SAL DE LA TIERRA, somos la esencia espiritual y moral de América Latina, del mundo, lo único que todavía resiste con valor y conciencia humanista en este planeta. ¡Qué orgullo de pueblo, siendo nosotros protagonistas de esta resistencia, CARAJO!
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Pero a la par, requerimos a partir de ahora de cambios profundos, querido presidente Nicolás Maduro; requerimos de una total y contundente radicalización del proceso revolucionario por cuanto que el fin que persigue EE UU junto con su banda de títeres es que nos retraigamos, que sigamos retrasando o conteniendo nuestras urgentes acciones revolucionarias en ese avance glorioso de lograr el punto de IMPOSIBILIDAD ABSOLUTA de ser penetrados y desarticulados. Hay pueblo, fuerzas armadas listas para el combate y valores humanistas y sagrados de amor a la PATRIA GRANDE para resistir y para vencer.
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No hay que caer en la trampa de que conteniendo nuestras inevitables y urgentes decisiones revolucionarias (nacionalización de la banca, por ejemplo) pueda llevar a una ilusoria comprensión de nuestro proceso por parte de la derecha. El revolucionario que crea que la derecha podría aminorar sus planes de ataque a Venezuela en función de algún acuerdo político, que se vea en el espejo de lo que le pasó a Gadafi. En el momento mismo en que Gadafi le estrechó la mano a Sarkozy y a José María Aznar, cavó su tumba y el destino glorioso de su revolución… La derecha no come cuentos y su fin siempre es la destrucción total y absoluta de los que se oponen a sus intereses meramente esclavistas y mercantiles.
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Toda revolución comienza plena de ilusiones, con eufóricas voluntades empeñadas en llegar a los más nobles y sublimes cambios. Las revoluciones suelen nacer pletóricas de energía, de amor y grandezas, pero las acecha constantemente la corrupción, el envanecimiento de los líderes, el caos y la pesada lápida del pasado, y entonces se hace imprescindible de mantener vivos los MILAGROS de las acciones inesperados y fulminantes, porque con el enemigo no se puede andar con pañitos de agua caliente. Se hace imprescindible de prueba constantes de creatividad, imaginación y valor, a lo que más le teme la barbarie cobarde y sedentaria.
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No se le puede seguir diciendo al pueblo que vamos a superar este caos y al mismo tiempo retrasar nuestras acciones y respuestas, esas que no acaben por ejecutarse; no se le puede seguir diciendo al pueblo que este año será el definitivo contra la guerra económica y otra vez volver al eterno y reiterativo juego de hacer leyes y decretos para que no se respeten. Las leyes reiteradamente violadas, dice Monstequieu, se convierten en una plaga desmoralizadora de la sociedad; inducen a una sucesión de indolencias, de espasmódicas reacciones desde el poder, y a un permanente chapoteo en el barro. Debido a este hecho, la derecha se ríe de las leyes nuestras, de nuestra soberanía y de los valores sagrados de la patria. Hay que dejar de seguir aplicando los mismos desgastados y viejos procedimientos en los que mil veces hemos fracasado….
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Hay que modificar, clausurar, por ejemplo, la SUNDDE que más bien ha contribuido al desguace de nuestra economía. Hay un amor obsceno, horripilante y repugnante entre los fiscales (maleables e inconscientes) de la SUNDDE y los perverso y eternos ladrones comerciantes. Este tipo de instituciones deben estar bajo la dirección de probados e incorruptibles revolucionarios.
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Hay que depurar urgentemente a todos los mandos militares con elevadas responsabilidades en los nuevos escenarios de la guerra que vamos a enfrentar; a todos esos militares bisoños, sin conciencia, y que podrían no estar en condiciones de dar la MADRE DE LA BATALLAS ante las amenazas en nuestra frontera por parte de los mercenarios colombianos, guyaneses y brasileños; en nuestra frontera con estos tres países, se definirá en los próximos meses el destino de la patria.
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Hay que darle un vuelco urgente y contundente a PDVSA, o si no el diablo nos llevará en esta terrible etapa que se nos avecina. Al frente de esta poderosa empresa del estado no se puede colocar a un "hombre bueno" o "cordial" (tal cual como los definía el Che Guevara). Hay que poner a un POLÍTICO de visión continental, y si es posible a un "VERDUGO" (en el concepto del Libertador, aquel que dijo: "YO HE SIDO EL VERDUGO DE LOS ESPAÑOLES…"), y entiéndase bien lo que estoy diciendo (MAQUIAVELO, CON ESO, CARAJO!), porque, POR EJEMPLO, con tanto guabineo e improvisación con lo de la gasolina el pueblo ya está que no cree ni en el PADRE NUESTRO!
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Hay unos dos millones de empleados públicos languideciendo, que no le aportan a la patria sino cansancio, vejez y una apoplejía meridiana espantosa. Es un lastre que nos degrada, que nos envilece y nos humilla. Son becados pos mortem en un inevitable y progresivo deterioro mental muy peligroso, al haberse habituado a ser autómatas de la indolencia, y al no procurar elevarse moral ni humanamente.
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Las llamadas universidades autónomas no pueden seguir funcionando como taifas del gobierno de Estados Unidos, despilfarrándose en ellas millones de dólares sólo para que se guarimbee, y para convertir a jóvenes ignorantes en lo más opuesto a nuestros valores nacionales. Allí no se educa, no se aprende nada esencial para levantar a un país, y el que se gradúa sólo aspira a largarse, por esa obsesión hedonista y sensualista inoculada durante casi dos siglos por los viles valores del capitalismo.
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Hay que repensar en todos los cuadros del partido PSUV y darle un vuelco histórico de grandes dimensiones a sus estructuras organizativas, para esta etapa de tremendas adversidades y combates; para así realmente tener una dirigencia que se las juegue todas junto al pueblo en el terreno de la batalla productiva; en la defensa casa por casa, en los centros de trabajo, en el campo y en los barrios, y en esta coyuntura exigente contra las mafias de los mercenarios imperiales, de comerciantes estafadores y bachaqueros. Que sean capaces de dar el ejemplo en todos los frentes de esta batalla prolongada y de severo acoso internacional.
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En cuanto al alto gobierno ahora hay que abrir caminos en direcciones creativas y en cambios esenciales dentro de la compleja lucha revolucionaria. Creo que ha llegado la hora de licenciar a muchos funcionarios de carrera o escogidos a la carrera, porque hay un terreno muy complicado y difícil que va a comenzar a vivir la revolución y es el que se nos presenta con la nueva generación, con los jóvenes entre quince y veinte años, para los cuales se va a requerir de una creatividad, una visión e imaginación extraordinarias y vitales. Con estos jóvenes habremos de proyectarnos hasta el 2040, y cruzar dos décadas que se avizoran con ataques demoledores a nuestros valores y a la conciencia nacional.
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Para corregir muchas malas mañas, errores y defectos habrá que meter el bisturí y la lupa a la Banca y a las Misiones, a la Educación y Salud, a las empresas que contratan con el Estado, a las empresas básicas de Guayana; darle un gran sacudón a la conciencia de todos los dirigentes que ha sido elegidos por el voto popular, sean gobernadores, alcaldes, legisladores, concejales, y que asuman el trabajo está allá abajo, que se aboquen a la gran tarea de responder por las necesidades inmensas por las que atraviesa nuestro pueblo: una real lucha contra la guerra económica, por el problema del gas, por el problema de la basura, ante la carencia de alimentos y medicinas, demoler el bachaquerismo, la indolencia genética estructural implantadas por los godos y que se traduce en egoísmo, falta de solidaridad, el dejar que los males se eternicen y se conviertan en cáncer irremediable …
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Contamos con una base estructural bien formada para resistir los grandes embates que se avecinan, pero hay que ir a una vuelta de tuerca más en la misma dirección radical, firme y de sublime de alianza absoluta con los de abajo, tal cual como nos lo enseñó el Comandante Chávez.