"No podemos asumir las posiciones o actitudes del clásico poder constituido. Se equivoca el representante que se crea dueño de todo, ¡el dueño de todo es el pueblo venezolano!"
(Hugo Chávez Frías, Aló Presidente N. 246, Cumaná 5 de febrero de 2006)
Viajamos por los días de Navidad y Año Nuevo al occidente del país, concretamente a la ciudad de La Grita en el estado Táchira nuestro lar nativo.
El viaje lo realizamos por carretera y concretamente por la vía de los llanos venezolanos, es decir por las autopistas del centro y del occidente que atraviesan los estados Carabobo, Cojedes, Portuguesa, Barinas y finalmente, por las carreteras del estado Táchira en la frontera con Colombia.
Si bien podemos reconocer que casi en su totalidad, las vías se encuentran en buen estado para el tránsito automotor, con algunos pasos descuidados desde hace algunos años, sobre todo al pisar suelo tachirense, pero al igual también podemos admitir que hubo mucha vigilancia y seguridad en todo su recorrido.
A lo largo del viaje notamos la presencia de hombres de los diferentes cuerpos de seguridad del Estado: Guardia Nacional, Policía Nacional Bolivariana, Policías de los estados y municipales, así como también funcionarios del Tránsito Terrestre en todos los puestos de vigilancia y alcabalas.
En nuestro transitar también pudimos observar un alto número de vehículos desplazarse en ambas direcciones, con venezolanos que viajaron al reencuentro con sus familiares y a compartir los días que por las festividades de fin de año son muy especiales y armoniosos.
No todo desde luego es color de rosa en el interior de Venezuela, donde las poblaciones de los diferentes estados fronterizos también sufren las consecuencias de la guerra económica y sobre todo en el occidente, donde el castigo es mayor y está representado por la escasez de combustible, (gasolina y diésel) para facilitar el tránsito automotor.
Era impresionante observar las colas interminables de vehículos a ambos lados de la carretera en las estaciones o bombas de servicio, especialmente al comenzar la ruta hacia el Táchira desde el estado Barinas. Para los veteranos o previsivos viajeros, la presencia de depósitos o bidones plásticos con gasolina fue muy notoria en las parrillas o maleteros de sus vehículos.
Quienes por descuido o por alguna u otra razón no contábamos con los depósitos de gasolina (que son un peligro en carretera ante un accidente), el calvario nos develó y nos dejó en manos de la mafia existente alrededor de la venta de combustible. Esto lamentablemente ocurrió en nuestro caso, donde ante la proximidad de la fecha del nuevo año y para no tener que dormir en una cola de carretera, nos vimos en la obligación de caer en las manos de los bachaqueros para obtener gasolina.
La tragedia la vivimos en la población de Socopó del estado Barinas, donde el tablero de nuestro vehículo nos señalaba la necesidad de abastecernos de gasolina para poder continuar nuestro viaje hasta San Cristóbal y luego hasta la ciudad de La Grita por la vía del Páramo del Zumbador, ya en el estado Táchira.
Los bachaqueros venden el litro de gasolina a bolívares 150 soberanos y el mismo es comprado luego de realizar una pesquisa en los bajos fondos o estar "dateados" en el propio territorio venezolano, ya que la venta de combustible hacia Colombia es otro cantar y su modus operandi sigue avasallante y de manera descarada en la frontera venezolana, pues se maneja a la vista de todos y con la complicidad de las propias autoridades venezolanas y de algunos representantes de los cuerpos de seguridad del Estado, quienes deberían estar vigilantes y evitar tales fechorías o el contrabando.
Por ejemplo, en las poblaciones del Táchira las colas son interminables y en algunos casos se agota la paciencia de la gente, a pesar de poseer el chip en sus vehículos (hecho que se ha convertido en otro negocio y en un foco de corrupción para obtenerlo). Los representantes en su gran mayoría de la GNB reciben coimas o propinas, para dejar colearse a privilegiados ante los ojos de desesperados venezolanos, quienes en la mayoría de las ocasiones duermen y amanecen en sus vehículos en las colas para asegurar un puesto para abastecerse de combustible.
En la mayoría de los casos, muchos vivarachos, venden sus puestos en las colas o contribuyen desde las estaciones de servicio, a que los mismos dueños también permitan colearse a sus protegidos. Muchos de los concesionarios, como se ha hecho costumbre en los estados fronterizos, venden gasolina y diésel a vehículos adaptados con tanques de mayor capacidad que la de los depósitos originales o de fábrica de los vehículos, lo que permite un mayor tráfico de combustible hacia Colombia.
Pudimos observar, como por ejemplo en nuestro viaje en la Ciudad de Santa Bárbara del estado Barinas, no usan el chip en los vehículos. En las estaciones de servicio, a la vista de las autoridades, venden depósitos de más de 200 litros en cantidades a camiones que se abastecen para transportarlas a destinos no determinados y a la frontera colombiana, lo que constituye un delito y una acción de contrabando descarado.
En realidad la cultura del contrabando ha penetrado hasta los tuétanos en la frontera venezolana con Colombia. En los estados fronterizos, especialmente en el Táchira vivimos el calvario por tiempos de Navidad y Año Nuevo; allí existe una sociedad de cómplices y una gobernadora invisible quien vive más en Cúcuta que en San Cristóbal.
Paralelamente al negocio de la gasolina y el diésel, observamos como la penetración colombiana ha llegado a tales extremos y a un inverosímil mecanismo en el Táchira, como es el de comerciar y recibir por la venta de productos alimenticios y de todo orden el peso colombiano y el dólar, como monedas que reemplazan de la manera más descarada al Bolívar y todo ello, bajo la complicidad de los propios venezolanos, residentes en los estados fronterizos, esto no debe permitirse.
La anunciada medida por el ratificado Presidente Nicolás Maduro, quien como medida de protección y de soberanía debe cerrar la frontera con Colombia o aplicar mecanismos severos que frenen el contrabando es una necesidad sentida y nacionalista. La anunciada venta de gasolina a precio internacional y la compra de gasolina subsidiada con el Carnet de La Patria, se quedó en veremos y en una promesa incumplida que espera el pueblo venezolano.
Una de las primeras acciones a implementar el reelecto mandatario venezolano es la enseriar la política fronteriza de una vez por todas. La presencia de nuestras fuerzas de seguridad debe hacerse sentir, pero con sus respectivos relevos, para evitar la corrupción que llega también de dichos funcionarios venezolanos, donde muchos se enriquecen a manos llenas en la frontera colombo venezolana y todo el mundo lo sabe.
Ha llegado la hora de ponerle el cascabel al gato en la frontera. La sociedad de cómplices allí se fortalece y a pesar de tener una frontera viva debemos frenar el desangramiento de nuestra economía y de la colombianización del Táchira, así como de los demás estados fronterizos. Hacemos alusión en especial a nuestro estado natal, porque lo vivimos en carne propia en nuestro reciente viaje de Navidad y Fin de Año a nuestro terruño.
¡Salvemos al Táchira y a toda nuestra frontera de quienes a través del narcotráfico y del contrabando, pretenden violar nuestra soberanía! El bachaquerismo ya no es sólo de combustible y de alimentos, porque en la frontera con Brasil, donde renace el fascismo, también existe el contrabando de extracción y más allá del combustible está la fuga de los materiales preciosos por la Gran Sabana y por la extensa frontera con el Brasil…¡Ojo pelao Presidente Nicolás Maduro!
¡Amanecerá y veremos!