No, no sorprenden los acontecimientos. Sorprende la velocidad con que se desarrollan. El plan en marcha para imponer una "intervención humanitaria" ha superado la capacidad de respuesta del gobierno y evidenciado la carencia de audacia diplomática para atender un conflicto que adquirió rango internacional. Una oposición decadente y envilecida se colocó al servicio de intereses transnacionales para aplicar un guión que nos lleva a una guerra humanitaria.
Las nociones de "guerra humanitaria", "guerra justa" y "humanitarismo militar" que enarbolan EEUU y la comunidad internacional han sido utilizadas para justificar el "intervencionismo humanitario" que ha destruido pueblos enteros sembrando hambre y miseria en nombre de la libertad. Durante la conquista y colonización de América la empresa militar se sustentó en principios religiosos y espirituales y su legitimidad suprema era la catequización de los infieles hasta convertirlos al cristianismo aunque tuvieran que exterminar culturas y pueblos. Era el tiempo de la espada y la cruz. Hoy, los EEUU hace lo mismo en nombre de los Derechos Humanos y sustentan su agresión en un principio que señala a "la guerra justa o humanitaria" como "una forma de reparar un mal causado" sin considerar quién lo causó y cuál es la proporción de los medios y fuerzas empleadas para la pretendida reparación del mal.
Durante el siglo XX la doctrina de la "guerra justa" trascendió el discurso teológico y penetró los textos jurídicos nacionales e internacionales, a tal extremo que la Organización de Naciones Unidas emitió varias resoluciones (210/1998) en las cuales reconoce el derecho a la intervención armada colocando como requisitos, entre otros, que: 1.- Debe responder a una necesidad genuina y verdadera que no puede ser resuelta por otros medios. 2.- Debe tratarse del rescate humanitario y no esconder la búsqueda de intereses económicos o de seguridad de los poderes que intervienen. 3.- Debe tener auspicio internacional para lograr la mayor legitimidad posible y 4.- No debe convertirse en un medio para reafirmar el poder de las elites. Los conflictos internacionales del siglo XXI están marcados por las diferentes interpretaciones de estos postulados.
La socióloga británica Mary Kaldor ha desarrollado un estudio amplio de las guerras humanitarias y las intervenciones en situaciones de emergencia. Introdujo la definición de "Nuevas Guerras" donde incluye todas las modalidades de Guerras de IV Generación caracterizadas por su alta intensidad psicológica y la baja intensidad militar y señala que "es legitimo intervenir en situaciones de emergencia, pero habría que hacerlo con fuerzas no entrenadas para matar" de allí la importancia que han adquirido organizaciones como la Cruz Roja y Human Right Wacht. Para Kaldor, "es muy difícil poner fin a las Nuevas Guerras. A las partes en conflicto les interesa que la violencia continué por motivos tanto políticos como económicos" (El Poder y la Fuerza. Pág. 17).
En el caso venezolano se ha concebido un Plan de Intervención sustentado en estos postulados y en una emergencia que requiere Ayuda Humanitaria para atender urgentes e impostergables necesidades de la población derivadas, en buena medida, de las sanciones impuestas al país. El término "humanitario" sirve como principio ético que pretende justificar moralmente tanto la injerencia como la guerra humanitaria. De allí que el embajador de EEUU en Colombia (Kevin Whitaker), declaró desde el Centro de Acopio en Cúcuta que "se trata de una campaña con base moral y ética".
Utilizando la Ayuda Humanitaria como excusa se está abriendo cauce a un proceso de Intervención o Injerencia que va mas allá de lo ético para establecer mecanismos de tutelaje que le permitan al gobierno norteamericano controlar los recursos naturales de la nación. Lo más grave es que cuentan con fervientes e inescrupulosos aliados internos a quienes poco importa lo que pueda ocurrir a la población y al mismo tiempo, el pueblo venezolano celebra y justifica cualquier acción, violenta o no, que se realice con la sola intención de traer medicamentos, alimentos e insumos para la producción.
El pueblo perdió la confianza en un gobierno que se sumergió en la corrupción, la ineficiencia, ineficacia y un exacerbado burocratismo. Un gobierno que en 4 años enterró las posibilidades de cambio político y transformación social para traicionar las aspiraciones y expectativas de toda la población. Esa coyuntura ha sido hábilmente aprovechada por fuerzas foráneas que utilizan a una disminuida y decadente oposición para avanzar en su ambicioso Plan de Intervención. Las urgentes necesidades de medicamentos y alimentos derivadas de la acción del gobierno, el brutal cerco económico que ha impuesto el capital transnacional y la paralización del aparato productivo matizados con una incontrolable hiperinflación han provocado un inmenso desespero en la población que ha depositado toda su esperanza en la llegada de la Ayuda Humanitaria proveniente de los EEUU y sus aliados.
El Plan de Intervención se viene cumpliendo cabalmente, bajo la dirección del Departamento de Estado. La oposición solo cumple un triste papel de operador político contra la nación. La entrada de la Ayuda Humanitaria no se realizará por la fuerza bajo custodia de militares norteamericanos. No, el plan contempla estimular la confrontación violenta entre venezolanos que están a favor y en contra del ingreso de la Ayuda Humanitaria combinado con la lenta y progresiva fractura de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas y el asedio diplomático para justificar la acción de fuerzas combinadas donde juega un papel determinante el gobierno de Colombia como aliado fundamental contra Venezuela. Será un proceso indefinido cuyo desenlace depende de muchos factores nacionales e internacionales y la conformación de un Estado Paralelo.
Al gobierno de Maduro no le corresponde aparecer como un obstáculo para el ingreso de la Ayuda Humanitaria porque esa actitud acelera el Plan de Intervención y estimularía la Guerra Humanitaria. A Maduro le corresponde proponer la firma de un Acuerdo de Cooperación Multilateral con ciertas condiciones como pudiera ser la administración y distribución de la Ayuda Humanitaria por la Cruz Roja con un Programa de Atención supervisado por Naciones Unidas y al mismo tiempo llamar a una Consulta Popular para decidir la convocatoria a elecciones…la otra alternativa es diluirse en la urdimbre de la soberbia política mientras avanza el Plan de Intervención…