En las actuales circunstancias nadie podría negar que la República Bolivariana de Venezuela se ha convertido en una razón de Estado y gobierno para los grandes decisores de la política mundial. Los motivos son muchos.
Lo que ocurre en la patria de Simón Bolívar comenzó siendo un tema doméstico, luego regional y ahora ha trascendido allende fronteras. Ya salió del seno de la Organización de Estados Americanos (OEA). Ni su secretario general, Luis Almagro, ni tampoco el Grupo de Lima pudieron concitar los votos necesarios para aplicarle a Venezuela la Carta Democrática Interamericana de ese organismo. Y todo eso a pesar de la fuerte presión ejercida por la "diplomacia" estadounidense, al más alto nivel, haciendo uso del chantaje, amenazas y presión. Algo está ocurriendo que no lograron sus propósitos.
Al constatar el fracaso en el "ministerio de colonias", ese gobierno a través de su secretario de Estado, Mike Pompeo, decidió sacar el caso de Venezuela del ámbito continental y llevarlo al seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, es decir, convertirlo en un asunto de geopolítica mundial, así como hicieron en su momento con los casos de Afganistán, Irak, Irán, Corea del Norte, Libia y Siria, por nombrar los más recientes.
Los resultados en los casos donde se acudió al expediente de las intervenciones y la guerra, sus pobladores civiles fueron las víctimas principales. Para no morir, miles y miles de sus habitantes, tuvieron que emigrar y los que sobrevivieron han tenido (y aún siguen teniendo) que levantar sobre las cenizas y las ruinas que dejó el fuego, los bombardeos y la metralla, proyectos de vida y subjetividades encontradas y con la esperanza de un futuro incierto.
El sábado 26 de enero de este año el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se reunió con el propósito de abordar el tema Venezuela en cuanto a la autoproclamación del presidente de la Asamblea Nacional (AN) – en desacato – Juan Guaidó.
En esa sesión, el vocero de Estados Unidos, Mike Pompeo, debió escuchar muchas cosas, casi todas muy ciertas, que no fueron, para nada, de su agrado. Pero en honor a la verdad y por sus acciones, esas críticas le entran por un oído y le salen por el otro
El representante permanente de Rusia, Vasili Nebenzi, manifestó el apoyo de su país hacia Venezuela y acusó al gobierno de EEUU de practicar una clara política injerencista.
También dijo que esa política no es novedosa, dado que EEUU "cree que Latinoamérica es el patio trasero donde pueden hacer lo que les plazca". ¿No suena a "Doctrina Monroe"?
Mientras tanto, China ratificó su apoyo hacia Venezuela exhortando a los países pertenecientes al organismo acatar los principios de la carta de la ONU.
"Apoyamos los esfuerzos del gobierno venezolano por defender la soberanía, independencia y estabilidad del país. Todos los países deben acatar los principios de la carta de ONU, en particular el derecho internacional, como la no injerencia y el respeto de la soberanía", instó el canciller de esa Nación.
Al final, el gobierno de los Estados Unidos tanto en la ONU como en la OEA, salió como se dice coloquialmente "con las tablas en la cabeza".
Pero la pelea es peleando dirá el "Capitán América" y lo que busca el imperio del norte pretende lograrlo como sea y al precio que sea. Para eso seguirá insistiendo y presionando. El periodista William Astore escribió, en un artículo publicado en Le Monde diplomatique, el 28/01/2018, en que: "no importa que todas las guerras de EEUU desde 2001 han sido sobrefinanciadas, sobrevaluadas y siempre han sido perdidas" (…), porque "el Pentágono y el Departamento de Estado han aprendido que con la ayuda de los medios de comunicación (agregamos, hoy las redes sociales) a su disposición se puede convertir la derrota en la victoria".
Por su parte, en una publicación de la agencia de noticias rusa Sputnik, Vicky Peláez (05/02/2019) afirma lo siguiente: "Venezuela es la clave en el actual ajedrez geopolítico donde Rusia y China están desafiando la autoproclamada posición de EEUU como el 'hegemón' del planeta, combinando la ayuda económica al modelo bolivariano con la presencia industrial militar en el país".
Al igual que en el caso de Siria, Irán y Corea del Norte, Donald Trump llama "dictador" al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y ha dicho que "todas las opciones, incluyendo militares, están sobre la mesa".
Pero los actuales dirigentes de ese país saben perfectamente que tanto Rusia como China no permitirán el derrumbe de la revolución bolivariana teniendo en cuenta los millones de dólares que constituye la inversión rusa en Venezuela (según algunas fuentes algo asi como 50.000 millones) y los acuerdos con China que han significado préstamos por encima de los 50.000 millones de dólares con garantía petrolera.
A lo anterior debe agregarse que China y Rusia han suministrado a Venezuela sofisticado armamento por montos en dólares bien importantes en ambos casos, además de que se ha informado que China tiene una estación de rastreo satelital en la Base Aérea Capitán Manuel Ríos en el estado Guárico y Rusia tiene instalaciones cibernéticas en la Base Naval Antonio Díaz 'Bandi' en La Orchila.
Mientras tanto, el escritor Boaventura de Sousa Santos, el 6 de febrero de este año, en un artículo titulado: "La nueva guerra fría y Venezuela", sostiene que: "No es difícil concluir que lo que está en juego no es la defensa de la democracia venezolana. Lo que está en juego es el petróleo de Venezuela. Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo del mundo (el 20% de las reservas mundiales, mientras Estados Unidos tiene el 2%). El acceso al petróleo de Oriente Medio determinó el pacto de sangre con el país más dictatorial de la región, Arabia Saudí, y la destrucción de Irak, Siria, Libia, en el norte de África; la próxima víctima bien podría ser Irán. Además, el petróleo de Oriente Medio está más cerca de China que de Estados Unidos, mientras que el petróleo de Venezuela está en la puerta de casa".
Pare este autor portugués estamos en "una nueva guerra fría entre Estados Unidos y China, una Guerra Fría que tiene en el continente latinoamericano uno de sus centros y que, tal como la anterior, no puede disputarse directamente entre las potencias rivales, en este caso, un imperio declinante y un imperio ascendente. Tiene que ser acometida por vía de aliados, sean ellos, en un caso, los gobiernos de derecha en América Latina y los gobiernos europeos y, en otro caso, Rusia"
Nosotros, en vez de hablar de los aires gélidos y tenebrosos de una nueva guerra fría como la que existió entre la Unión Soviética y Estados Unidos en los años 1945 y 1990, que fue una guerra en todos los frentes: el militar, el económico, el político, el cultural y también - y fundamentalmente- el ideológico, preferimos hablar de una disputa por la hegemonía mundial. El quid del asunto se encuentra en el hecho de que ya Rusia y China, no son países emergentes, son potencias y, como tales, forman parte de los países del centro de la dominación mundial, al igual que los Estados Unidos. Ahora están disputándoles su hegemonía, al mejor estilo gramsciano.
La disputa actual, pensamos, no debe entenderse como un enfrentamiento entre dos ideologías y dos sistemas como eran el capitalismo y el comunismo (aunque Trump haya dicho, el 05/02/2019, en el Discurso ante el Estado de la Unión que su país nunca será socialista como Venezuela); no dividen, hasta ahora, el mundo en zonas de influencia como sucedió entonces y tampoco es un enfrentamiento bipolar sino al menos tripolar, donde necesariamente no se busca la derrota absoluta y sin compromiso del adversario. Lo que está en juego, en el marco de la teoría neorrealista y el pragmatismo, son los intereses nacionales de los "jugadores" de esta disputa.
La gran diferencia se encuentra en que Estados Unidos, sus "poderes fácticos", están tratando de mantener esa hegemonía a como sea, y para ello, aunque la administración de Trump tenga como consiga: "Estados Unidos primero", sigue con la política belicista de utilizar el instrumento de la guerra para defender sus intereses (¿Del líder político, de los ciudadanos, los millonarios, los vagabundos, los obreros, las mujeres, los millones de pobres?) y su espacio vital como diría el general alemán Karl Haushofer, mientras que China y Rusia lo hacen privilegiando el instrumento de la diplomacia y del comercio.
Estados Unidos, a punto de salir derrotado de Afganistán, habiendo dejado sus fuerzas de intervención y ocupación en la total destrucción y desunión a Libia e Irak, y ahora con ese "hueso duro de roer" que ha significado Siria, donde el presidente sigue siendo el mismo: Bachar el Asad, Venezuela pasa a ser la próxima "presa" que busca someter.
Pero afortunadamente no estamos solos en la defensa de nuestra soberanía, autodeterminación y en la independencia de resolver, lo que tenemos y debamos resolver, entre los venezolanos y venezolanas.