Desde hace 20 años las diferentes administraciones estadounidenses han atacado desde todos los ángulos posibles a la Revolución Bolivariana para intentar adueñarse de sus inmensas riquezas petroleras, gasíferas y mineras pero hasta el momento todos sus intentos han sido fallidos.
Para el presidente Donald Trump y todo su equipo ultraderechista, esa verdadera democracia en América Latina no puede sobrevivir en la región porque es un mal ejemplo para algunos gobiernos que aún acatan dócilmente las directrices de Estados Unidos.
La guerra económico-financiera contra Caracas es una estrategia diseñada para derrocar al gobierno como han manifestado recientemente el presidente Donald Trump y varios de sus altos funcionarios. Esa proyectada desestabilización parte de una provocada turbulencia económica que genera trastornos sociales, vinculados a malestar y conflictividad que pueden surgir en esa situación.
Analicemos que con el apoyo de la oligarquía criolla anexionista y de los poderosos medios de comunicación occidentales, la Revolución Bolivariana ha sufrido ataques que van desde intentos de golpes de Estado, atentados contra la producción petrolera, acaparamiento de alimentos y medicinas, contrabando de mercancías hacia las fronteras y violentas campañas de desinformación.
Cada día aumentan contra Venezuela los cercos del bloqueo económico-financiero puestos en marcha por Washington, y aceptados por varios países de derecha de la región y de la Unión Europea que aun no se ha podido deshacer de las ataduras de Estados Unidos desde finales de la Segunda Guerra Mundial.
Las últimas acciones puestas en marcha son la congelación de miles de millones de dólares en el exterior, y la expulsión del país del mercado de créditos internacionales lo cual le ha impedido recurrir a ellos para renovar vencimientos o hacer nuevas colocaciones o transferencias bancarias.
En violación de acuerdos internacionales, Washington decretó hace pocos días, la congelación de los activos de la firma Citgo Petroleum Corporatión, sexta refinería de gasolina, lubricante y petroquímicos más grande de Estados Unidos, propiedad del Estado venezolano y filiar de PDVSA en ese país.
Esa firma posee tres grandes complejos refinadores, así como 5 500 estaciones de gasolina en el gigante norteamericano. Las nuevas sanciones impiden a CITGO obtener líneas de créditos de bancos internacionales para comprar crudo liviano lo que impide las labores de refinación.
La decisión afecta directamente la ventas de crudo a Estados Unidos; implica la congelación de activos de esa empresa estimados en 7 000 millones de dólares, además del bloqueo a los ingresos que se produzcan por la venta de petróleo.
Caracas exporta diariamente al vecino del norte unos 500 000 barriles de petróleo por lo que el robo aumentaría a 11 000 millones de dólares.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin al anunciar el robo de la empresa dijo que los activos de Citgo podrían seguir operando si los fondos, que de otra forma ingresaran a PDVSA, se destinarían a una cuenta bloqueada en Washington para ser utilizada por los que promueven el Golpe de Estado contra el presidente Nicolás Maduro.
En esa misma línea, Washington acompañado de la oligarquía golpista venezolana y una fuerte campaña difamatoria en los medios de comunicación, presiona para que Caracas deje entrar una proclamada "ayuda humanitaria" de 20 millones de dólares (un moderno Caballo de Troya) mientras que el bloqueo impuesto le ha costado este año al país latinoamericano 30 millones de dólares.
Una investigación elaborada por la unidad de debate económico del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) subraya que Caracas perdió 350 000 millones de dólares entre 2013 y 2017. La cifra equivale entre 12 000 y 13 400 millones de dólares por cada ciudadano.
Además, indica, que la sociedad sufrió una asfixia económica internacional de 22 500 millones de dólares anuales producto de una estrategia deliberada de aislamiento financiero.
Explica que esa situación ha sido agravada por el despojo y robo de recursos y activos financieros en varios países occidentales desarrollados encabezados por Estados Unidos.
El estudio señala la importancia que ha tenido el bloqueo financiero para estrangular la economía, los ataques externos a la capacidad económica y productiva de una nación que pueden acabar con ella en pocos años y en los últimos tiempos pueden ser el preludio a una agresión militar.
Ante el mundo unipolar que pretende preservar la administración de Donald Trump, Venezuela no esta sola y desde 1999 ha firmado con Rusia, 261 acuerdos en las diversas esferas incluyendo la militar, y cuentan con varias empresas conjuntas sobre todo en la Franja del Orinoco, territorio que posee las reservas de crudo más grandes del mundo, así como los gasíferos en la península de Paria (Sucre) y Patao-Mejillones.
Con China tiene más de 700 proyectos que abarcan casi todas las ramas y se destaca el respaldo de 5 000 millones de dólares de la empresa China Nacional Petroleum Corporation (CNPC) y el Banco de Desarrollo de China, lo que facilitará el refinanciamiento de Venezuela y la revitalización de la industria de crudo como factor esencial en los ingresos del país.
Ante el abrumador bloqueo, otros muchos países apoyan a Caracas porque comprende que el imperio estadounidense intenta restablecer la vetusta ley Monroe, de América para los americanos. Pero los tiempos no son los mismos.