La vida del títere Juan Guaidó, miembro del grupo terrorista Voluntad Popular, está en peligro más que nunca. Algunos creerán que esta versión solo es para avivar la brasa mediática que muchos acostumbran, sobre todo en estos momentos cuando las guerras se hacen mediante bombardeos de noticias falsas o fake news, pero no es así y sobran las evidencias que lo demuestran.
Primero a nosotros no nos hace falta ese delincuente muerto; como dice Diosdado Cabello, muerto les hace falta a ellos, a los adversarios del proceso revolucionario, al Cartel de Lima, al psicópata Donald Trump; sabemos que la oposición desde un principio anda buscando un muerto en su afán de agudizar el conflicto venezolano, pretendiendo coronar el golpe de estado en contra del conductor de victorias y presidente de la paz, Nicolás Maduro Moros; segundo, el canciller colombiano Carlos Holmes Trujillo, dijo que peligraba la vida de ese terrorista y he aquí donde debemos detenernos a reflexionar, más cuando vemos que seguidamente a esas declaraciones, el Cartel de Lima en pleno y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de la OEA, piden al gobierno venezolano protección para ese asesino, exigencia reforzada por la canalla mediática con sus respectivos sicarios del periodismo en el mundo.
Ahora, comencemos por analizar, que el nombre de Carlos Holmes Trujillo quizás no diga mucho, pero si el del presidente paramilitar y narcotraficante, Iván Duque, y más el del temible criminal Alvaro Uribe Vélez, conocido en los bajos fondos colombianos como el experto de la motosierra.
En lo particular pienso que el nombre de Alvaro Uribe Vélez, pana del legendario narcotraficante, Pablo Escobar Gaviria, dice por sí solo de la condición criminal del actual Gobierno de Colombia enchufado en el palacio de Nariño mediante el terror, el miedo que infunde el paramilitarismo, con total apoyo del gobierno de los EEUU y de la prensa oligarca neogranadina.
Alvaro Uribe Vélez –y esto no lo digo yo, lo dicen los gringos y los mismos colombianos- está metido hasta el cuello en el narcotráfico y el paramilitarismo. Solamente el diario el Espectador publicó el 9 de octubre de 2015 sobre diez audios grabados en la cárcel de Miami, estado de Florida, al jefe paramilitar Diego Murillo, alias ‘Don Berna’ que vinculaba a ese criminal en actividades paramilitares.
"Según el medio, en uno de los audios ‘Don Berna’ declara acerca del asesinato del paramilitar Francisco Villalba Hernández, quien días antes de su muerte había acusado a Álvaro Uribe por la masacre de El Aro, ocurrido en el municipio de Ituango, norte del departamento colombiano de Antioquia, en octubre de 1997".
"En otra de las grabaciones ‘Don Berna’ manifestó que el asesinato de Francisco Villalba, perpetrado el 23 de abril de 2009, fue un crimen de Estado, y que se hizo porque Villalba era incómodo por lo que sabía de la masacre de El Aro. Más adelante ‘Don Berna’ indica que él fue el intermediario para tratar de persuadir a Villalba porque en ese tiempo ellos eran más uribistas que Doña Lina, haciendo referencia a la esposa de Álvaro Uribe".
Pero no abundo más en estos detalles sobre el experto de la motosierra, que usted camarada, puede recoger fácilmente en la autopista del ciberespacio. A lo que quiero llegar sin hacer tan extensa mi exposición de algo harto conocido en el continente, es que el narcoparaco Iván Duque asumió el poder de la mano de Uribe Vélez. Duque estaba consciente de quien lo apuntalaba, de quién recibiría órdenes extraordinarias tras bastidores, porque esos favores se pagan con creces en la narcopolítica colombiana.
De hecho, con la asunción de Iván Duque a la presidencia volvió la violencia de Alvaro Uribe en Colombia, y se inició una matanza de campesinos que no para y tampoco ven los organismos internacionales como la OEA, la ONU…Ahora bien, me van a decir a mí que el canciller Carlos Holmes Trujillo no sabe eso, no sabe quién es Uribe Vélez, quién es Duque, ¡claro que sabe! El sabe que forma parte de un gobierno de asesinos, paramilitares y narcotraficantes. En consecuencia, él es otro hampón. Otro bandido. Otro bandolero. Otro narcoparamilitar.
Por eso la preocupación cuando dice que peligra la vida del terrorista títere Juan Guaidó; lo está diciendo un experto en falsos positivos, práctica bandera del asesino Uribe Vélez que, como buen discípulo, adoptó Iván Duque. Es obvio el complot que tienen con esa miseria humana de hombre, fíjese señor lector, señora lectora, que este facineroso se la pasa entre los países del Cartel de Lima y Europa, pero le piden a Maduro que lo cuide. Que lo cuiden ellos, que son quienes lo tienen y lo sostienen en esa mentira de presidente interino.
Para mí las declaraciones del granuja diplomático colombiano tienen como objetivo mandarle a preparar la mortaja a ese delincuente, para cuando lo liquiden acusar al conductor de victorias Nicolás Maduro. En eso andan. Es demasiado evidente. Fracasaron intentando invadirnos militarmente por Cúcuta y no se van a quedar con esa derrota. Van a continuar conspirando.
Ya a Leopoldo López, cabecilla del grupo hamponil Voluntad Popular, a lo interno jefe del terrorista títere, lo quisieron matar una vez y tuvo que entregarse a la justicia venezolana, para salvarse, no extraña que ahora pretendan matar a Guaidó, repito, a ellos vivo y derrotado no les hace falta esa marioneta. Les hace falta muerto con la esperanza de volver a prender la mecha de un conflicto, que les permita seguir con su intentona golpista en la Patria de Bolívar.
Dirán que es un chiste, pero la mejor forma de cuidar al terrorista títere es en la celda que le tiene preparada desde hace tiempo, la ministra de asuntos penitenciarios, Iris Varela. Si quiere preservar su vida, debe seguir el ejemplo de López, actualmente pagando casa por cárcel vivito y coleando.