El pensar, en el qué hacer, es una tarea colectiva

LA INFLUENCIA ANGLO-AMERICANA, SIGUE ENCARCELANDO NUESTRAS IDEAS Y EXPLOTANDO NUESTROS RECURSOS Y PARA COLMO DE MALES, LOS ESPACIOS LATINOAMERICANOS HOY DÍA, SE HAN CONVERTIDO EN ESCENARIOS DE DISPUTA DEL GRAN CAPITAL, DONDE SE INCORPORAN COMO AVES DE RAPIÑA LOS CHINOS, RUSOS, IRANIES –ENTRE OTROS- PARA VER QUIEN SE QUEDA CON LA GRAN TAJADA.

Pensar el presente en la crisis que tenemos en América Latina y particularmente en Venezuela, es hacer un paréntesis reflexivo, serio y profundo sobre lo que nos está acaeciendo en el diario quehacer, dentro de una cotidianidad que parece ocultarnos una realidad muy difícil de descodificar a plenitud y que impide conducirnos al conocimiento, para poder encontrar así, nuestro propio camino. Tal situación ocurre, porque nuestra vida cotidiana llena de desinformación, manipulación y un permanente engaño de parte de los que poseen el poder, no nos permite ver realmente cuál es la relación que nosotros tenemos con un entorno llamado mundo, que la misma cotidianidad nos oculta.

Esa reflexión sobre la cual estamos escribiendo, no puede conducirnos a una simple opinión o a ver las cosas de manera muy subjetiva, como si se tratara del "pensar domesticado", se trata como decía nuestro Simón Rodríguez de inventar, de sacudir la abulia trasmitida por el colonizador, de apuntar hacia un proceso ontocreador, de rebelarnos frente a los saberes dominantes eurocentristas, alienantes, de sacudirnos ese complejo de inferioridad que arrastramos desde la colonia para poder abrir el camino que tanto añoraron nuestros guerreros e intelectuales, en esas luchas históricas por lograr la emancipación de nuestras patrias.

Ese pensar, tiene que ser una clara invitación a la confrontación que le indique a los que nos dominan, que no somos cosas, que no somos objetos, sino que como sujetos históricos estamos dispuestos a continuar la guerra por nuestra emancipación. Ese pensar es el hacer propio de los seres humanos, de sentirnos capaces y hacedores de sueños, de poder plasmar nuestras realidades y aspiraciones. Es pensar que cada ser humano en esta vida tiene la potestad de aportar algo en beneficio del colectivo. Que cada palabra, cada gesto, cada sonrisa, cada mimo, cada beso es propia y natural de lo que somos, que los sentimientos son hermosos y nos hacen más humanos, que tenemos cosas asombrosas, maravillosas, admirables y que sentimos cosas sublimes.
Ser humano es enamorarse de la vida, enamorarse de cada ser que habita en este planeta, de cada maravilla que hay en nuestra hermosa tierra y de tener la capacidad de originar y plasmar en nuestro presente las utopías creadoras.

EL PENSAR, EN EL QUÉ HACER COLECTIVO, ES UNA FILOSOFIA DE VIDA

El pensar en el qué hacer, ante esta situación de crisis en la que vivimos, es tratar de encontrarle una salida, un hilo conductor, un camino propio, a una situación que está colocando la vida humana en un estado de pobreza colectiva, donde solamente se salvan las clases políticas y económicas que sustentan el poder. De allí que el problema hay que abordarlo de manera colectiva, por construir un pensamiento propio capaz de responder favorablemente a la crisis desde todos los puntos de vista –alejado claro está- de la influencia de los que nos han conducido a vivir y a tener esta triste y perversa realidad.

De allí que filosofar en estos tiempos, es pensar, razonar, crear, entender, inventar el conocimiento necesario por las preocupaciones del presente y esas preocupaciones tratan del qué hacer en éste espacio conflictivo donde al parecer la vida no vale nada. No se trata de filosofar tal y como nos enseña la academia pringada de la influencia eurocentrista, se trata de asumir una posición de manera inteligente frente a lo que nos rodea, frente al entorno en que vivimos y porque nos afecta tan notablemente, nos duele, nos lastima, el por qué nos están arrebatando la vida dentro de tanta riqueza que tenemos y que no podemos disfrutarla, porque se pisotea la dignidad de nuestras gentes, el por qué de tantos conflictos sociales, de tanta violencia donde el hambre es su centro de desarrollo. Es por eso que el filosofar hoy día, es pensar en buscarle una salida a la vida colectiva en concreto, teniendo en cuenta que los modelos socio-económicos conocidos como capitalismo y socialismo, son los que han convertido a nuestras sociedades en espacios donde solamente tienen cabida para los pueblos el hambre, la miseria y la propia muerte. Por todo esto la vida no puede seguir siendo sufrimiento y desgracia para los de abajo, mientras los de arriba siguen disfrutando de los privilegios y mieles que les otorga el poder, en nombre de la democracia, la justicia, la igualdad social, el desarrollo y la llamada modernidad civilizadora.

Hay quienes sostienen y mantienen de manera interesada como única verdad que la vida es una inquebrantable constante de selección natural, donde perduran, permanecen y subsisten los más fuertes o los que mejor se han sabido acomodar o adecuar a las condiciones y situaciones cambiantes del planeta, de las distintas civilizaciones (socialismo o capitalismo) y de las sociedades a lo largo de la historia, es una manera o punto de vista muy equivocado, es la manera de pensar de sectores dominantes interesados en deformar la realidad y argumentan para terminar de abalar sus falacias en la importancia del papel de la genética en la evolución del desarrollo humano. Se nos ubica entonces, al igual que las especies de vida inferior, en animales cuya sobrevivencia depende de eso que el darwinismo llamo la selección de las especies.

LA BÚSQUEDA SE A HECHO URGENTE Y NOS AMENAZA EL EXTERMINIO

"La búsqueda se ha hecho urgente y nos amenaza el exterminio". Tal expresión corresponde al antropólogo Francisco Prada Barazarte (+), mejor conocido en la guerrilla venezolana como el Comandante Arauca, en unos de sus tantos conversatorios, además de señalar que por el camino que el capitalismo y su civilización occidental lleva a la humanidad, nos acerca a la desaparición. Y no hay resignación, crece la resistencia a ese designio. Y no se detendrá la lucha por la salvación. Se redoblan los esfuerzos para encontrar un camino cierto para escapar, porque los trillados del capitalismo privado y el capitalismo de estado llamado socialismo, en sus realizaciones históricas concretas, en todos sus matices que conocemos y la novísima combinación de ambos, conducen al mismo fin: El holocausto total del hombre y todas las formas de vida. Ya hay la certidumbre de que el corolario de la civilización occidental lleva a ese destino.

Ante estos teatros de deshumanización proclamamos la necesidad de parir un nuevo modelo social y económico, una nueva civilización, ajustada a nuestras realidades, que recupere nuestra idiosincrasia, nuestro pensamiento mágico-religioso, nuestra cultura, nuestra libertad, nuestra auténtica forma de ser, que recupere nuestros ríos, quebradas, lagos y mares, nuestros bosques, nuestra fauna y donde seamos capaces de convivir en armonía con nuestro medio ambiente natural. Es la civilización de la esperanza, del nuevo amanecer, donde el sistema de producción que se genere, no sea para producir mercancías y llevarlas al mercado de la oferta y la demanda, sino para producir hombres libres y emancipados. Un nuevo modo de producción, capaz de satisfacer las necesidades del ser humano, que le dé tiempo al ocio creador, a ser libre, solidario, fraternal, educarse en plena y absoluta libertad, capaz de romper con la dependencia tecnológica y científica conocida hasta ahora y que sólo está al servicio de los que la pueden pagar. Una sociedad capaz de romper con las relaciones de poder para abrirle espacios a la libertad.

El modelo socialista conocido hasta ahora, como el capitalismo, con sus coincidencias y contradicciones, son expresión del modelo civilizatorio dominante. Lo que conduce afirmar, que hasta el momento no existe en el planeta tierra, un modelo de civilización que garantice la libertad del hombre en toda la expresión de su contenido humano. Entiendo en éste sentido, que todo aquello que no surja y nazca de la libertad de elección del ser humano, no pertenece a él, a su verdadero ser, de allí que todo lo impuesto es ajeno a su condición de hombre libre y por lo tanto ajeno a su naturaleza auténtica.

Hoy decimos que los que vivimos en el planeta tierra requerimos, romper con las viejas civilizaciones, dar el salto cualitativo para producir la rebelión integral del pensamiento, para acabar con las imposiciones y modelos económico-sociales conocidos hasta ahora, tarea difícil, aventurera, utópica, legendaria, pero que nos permite replantearnos el futuro y la vida, en función de lograr la libertad en su más amplia connotación, para dignificar la vida.

Como militantes de la utopía, se requiere entonces replantearse con extraordinario esfuerzo y con mucha creatividad e imaginación, la posibilidad de que al calor de las luchas sociales, económicas y políticas que conduzca el pueblo, tengamos la posibilidad de inventar un paradigma social y económico, capaz de garantizar la libertad en toda su dimensión humana, la igualdad y la felicidad de cada uno de los que integran la sociedad, el modelo civilizatorio nuevo, atendiendo a las situaciones particulares de cada región y de cada pueblo. Es asumir de manera radical y subversiva, el rompimiento con las viejas civilizaciones.

En medio de esta discusión, que en la actualidad sacude el mundo, hemos decidido optar por un TERCER CAMINO, tarea nada fácil, porque se trata de construir el mismo, de empezar a romper con el pensamiento de la vieja civilización, con esa lógica de la dominación, con las "verdades" impuestas de corrientes del pensamiento teórico- metodológicas, que nacieron fuera de nuestro contexto real e impuestas en el marco del colonialismo, que sentaron las bases para tener en la actualidad un hombre enajenado y resignado a vivir recolonizado, sin otro destino que vivir en la opresión.

Un TERCER CAMINO, para inventar el futuro, para producir un nuevo pensamiento, un camino original, que se traduzca en parir una sociedad verdaderamente justa, digna y libre, una sociedad que como dijera Dewey, John "…el objetivo definitivo de la producción no fuera la producción de bienes, sino la producción de seres humanos libres, relacionados unos con otros en términos de absoluta igualdad."

 

 



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Enrique Contreras Ramirez

Militante de Ruptura

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