Ganó Chávez, ninguna sorpresa. Perdió Rosales y reconoció su derrota, al fin una actitud medianamente inteligente. Es como ver al necio por primera vez con los pies en la tierra. De estos comicios se pueden hacer varias lecturas y en el mundo de la comunicación es obligado desmentir a los vulgares charlatanes. Cuántos chismes disfrazados de análisis, cuantas mentiras para burlarse de un sector de los venezolanos que no creen en el gobierno, pero que tampoco merecen ser burlados con los mercaderes de la política. Necesario es recordar la famosa encuesta de la UDO en el Correo del Caroní, y todas esas encuestas falsas que engañaron a un sector de los venezolanos. Ni hablar de esos programas radiales en los que llegaron a mentarle la madre al presidente, como si de groserías y libertinaje en los medios naciera la cultura ciudadana. Aberrantes aquellos que usaron su pluma para mentir y manipular información. No merecen estar ante un micrófono ni la confianza de un sector de la oposición, porque su accionar antidemocrático no los hace dignos de llamarse oposición.
¿A quién me refiero?, necesario es responder porque en este país hay que hablar con nombre y apellido. Cuando Pablo Medina con su arenga de guerra declaraba a los medios, demostró ser un hombre mediocre. La política informativa de Globovisión no fue más que basura y más basura, en su miserable empeño de intentar convencer a los venezolanos que estamos en un mediocre país donde nada sirve y todo es culpa del primer mandatario. Cada periodista de Globovisión sucumbió a la deformación del periodismo con fines políticos. Desde cada rincón del país era como aleccionar jóvenes recién graduados a que manipulen la información con odio, con asco. ¿Acaso es un proyecto de las escuelas de comunicación social privadas este periodismo ingenuo e idiota que contempla una realidad tan maquillada que hace imposible tener los pies en la tierra?. Hasta en la Casa Blanca sabían que el triunfo de Chávez era inminente, lo que convierte la aceptación de la derrota por parte de Rosales en simple formalidad. Otro triste personaje que se consume en las heces de la historia.
Ese sector de los venezolanos que creyó en Rosales tiene el reto de comprender lo que pasa en el país, pues no se trata de no creer, de no aceptar, de no participar y de estorbar. Se trata de conocer una realidad que le es ajena, que por su entorno le es difícil digerir. Si en algún espacio las misiones sociales no funcionan, es precisamente porque muchos venezolanos capacitados se niegan a contribuir para que éstas funcionen a favor de una mayoría excluida por muchos años. Y si existe una propuesta mejor, su objetivo siempre será el interés del colectivo. Lo demás es paja, como la tarjeta Mi negra. Pero además, este sector de los venezolanos debe entender que las instituciones hay que fortalecerlas y no destruirlas. El CNE acaba de darle más que una bofetada a SUMATE, ha demostrado que la manipulación de un sector privado disfrazado de ONG no pudo enlodar el trabajo de una institución, que podrá no ser perfecta, pero que nace del consenso de los venezolanos y no de un proyecto político de la Casa Blanca.
Amigo lector, si usted votó por Rosales, tiene el derecho a discernir y el deber de respetar. Tiene la obligación de conocer a esa Venezuela que piensa diferente a usted sin odiarla. Pero entienda que oposición no es destruir sino aportar algo mejor desde otra óptica y la propuesta de Rosales era un paquete vacío, por una razón muy sencilla, forma parte del grupo de mediocres que destrozaron este país. No consuma basura mediática y tómese el tiempo de formarse su propio criterio con los pies en la tierra. Quizás usted pueda ser una opción más honesta para una oposición.
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